M¨¢s de un mill¨®n de manifestantes desaf¨ªan la pol¨ªtica de Berlusconi
La oposici¨®n se manifiesta contra la reforma laboral que permite el despido libre
La fuerza de los sindicatos italianos, su poder de convocatoria y su sinton¨ªa con un amplio sector del pa¨ªs, qued¨® demostrado ayer, cuando CGIL, el principal de ellos, logr¨® reunir por s¨ª solo en Roma a centenares de miles de personas. Los organizadores calcularon en tres millones la cifra de asistentes, mientras la polic¨ªa la situ¨® en 700.000 personas, pero todos estuvieron de acuerdo en reconocerla como la mayor concentraci¨®n pol¨ªtica que se ha visto en Italia desde la posguerra. La marcha, el mayor desaf¨ªo a las reformas laborales emprendidas por el Gobierno de Silvio Berlusconi, qued¨® convertida, por el asesinato el martes de Marco Biagi, en una concentraci¨®n contra el terrorismo y en defensa de la democracia. Aun as¨ª, Sergio Cofferati, l¨ªder de la CGIL, dedic¨® la mayor parte de su discurso a criticar la reforma laboral y la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno.
El Gobierno advierte de que la manifestaci¨®n no frenar¨¢ su reforma de la econom¨ªa
La inmensa multitud, con banderas rojas del sindicato, cubri¨® completamente el Circo M¨¢ximo, extendi¨¦ndose hacia la plaza de Porta Capena, donde estaba instalado el palco desde el que habl¨® Cofferati. Frente a la colina del Palatino, con sus espl¨¦ndidas ruinas romanas, acamparon los trabajadores de las f¨¢bricas de Lombard¨ªa, Piamonte, Emilia Romana, acompa?ados por sus familias, en grupos gigantescos. Era la Italia industrial que desconf¨ªa de la reforma laboral emprendida por el Gobierno de Berlusconi, la que se daba cita en la capital.
La manifestaci¨®n, convocada hace semanas, en respuesta a la decisi¨®n del Ejecutivo de suspender provisionalmente el art¨ªculo 18 del Estatuto de los trabajadores, que impide el despido libre, qued¨® obligatoriamente desfigurada por el asesinato del economista Marco Biagi, asesor del ministro de Trabajo, Roberto Maroni, y uno de los padres de la reforma, en su calidad de profesor de Derecho del Trabajo.
Sobre los lemas obreros, de la defensa del trabajo y sobre los ataques a la pol¨ªtica del Gobierno, se impuso necesariamente el rechazo al terrorismo, como dejaba claro la primera pancarta de la marcha, y el minuto de silencio que precedi¨® al discurso de Sergio Cofferati. El propio l¨ªder sindical quiso dejar muy claras las cosas desde el inicio de su discurso. 'Nosotros no hemos aceptado nunca la l¨®gica de la violencia: ni de palabra ni de obra', se?al¨®. 'Y quien nos acusa de formar parte de este clima de odio nos ofende, ofende nuestra historia y la inteligencia de los italianos. La historia de hombres y mujeres que han luchado a cara descubierta contra el terrorismo siempre. Hemos cambiado nuestros objetivos colocando por encima de todo la lucha contra el terrorismo, por la democracia, y lo demostramos con la sobriedad, la firmeza y la serenidad de todos vosotros'.
Pero el sentido de la marcha estaba claro, y el Gobierno as¨ª lo reconoci¨® al reiterar que no dar¨¢ un paso atr¨¢s en relaci¨®n con el art¨ªculo 18. 'Las concentraciones masivas no nos har¨¢n renunciar a la reforma', dijo el ministro de Comercio, Antonio Marzano. El viernes, el propio Berlusconi, en un mensaje televisado al pa¨ªs, reiter¨® que el Ejecutivo seguir¨¢ adelante con su programa, 'en homenaje' al profesor Biagi, que hab¨ªa contribuido a redactarlo. La Casa de las Libertades proyecta ya una manifestaci¨®n masiva para el 11 de mayo, aniversario de su victoria electoral del a?o pasado.
Ser¨¢ dif¨ªcil para la coalici¨®n de Gobierno reunir una cifra parecida a la que se vio ayer. En la zona del Circo M¨¢ximo confluyeron seis marchas distintas, encabezada una de ellas por el propio Cofferati, y otras, por los l¨ªderes del Olivo, Francesco Rutelli, Piero Fassino y Massimo d'Alema, a los que se sumaron numerosos intelectuales que han participado en las ¨²ltimas semanas en los corros y sentadas de denuncia del Gobierno de Berlusconi, como el cineasta Nanni Moretti. Antes de que Cofferati tomara la palabra, los manifestantes pudieron ver escenas de La vida es bella, la pel¨ªcula de Roberto Benigni, en las grandes pantallas instaladas en puntos estrat¨¦gicos de todo el circuito. Entre la multitud, muchos siguieron la intervenci¨®n de Cofferati, sentados en los peque?os reductos de yerba, agotados por el largo viaje, que para muchos hab¨ªa comenzado la noche del viernes.
Era el caso de Giuseppe Severgnini, empleado en una f¨¢brica de tractores de B¨¦rgamo (Lombardia), que acudi¨® a la concentraci¨®n con toda la familia. 'Para nosotros ten¨ªa que haber sido un d¨ªa de fiesta, pero el asesinato de este hombre lo ha cambiado', reconoc¨ªa con un punto de decepci¨®n. 'Siempre que hay una iniciativa importante del sindicato aparecen las Brigadas Rojas. En Italia es siempre igual'. Pero al menos la gente hab¨ªa respondido a la convocatoria. 'Somos much¨ªsimos. Yo estuve en Roma en la manifestaci¨®n de 1994 contra la reforma de las pensiones y entonces, aunque convocaban los tres sindicatos, ¨¦ramos menos. S¨®lo desde B¨¦rgamo llegaron entonces 25 autocares y un tren especial, y esta vez ha habido un tren y 45 autocares', a?ad¨ªa Severgnini sin soltar de la mano a su hijo, Alejandro.
La cita no pod¨ªa fracasar. CGIL, con 5,4 millones de afiliados, hab¨ªa organizado la manifestaci¨®n de ayer hasta el ¨²ltimo detalle. Los manifestantes llegaron a la Ciudad Eterna en 10.000 autocares y 61 trenes especiales, y el sindicato despleg¨® un servicio de orden de 5.000 miembros, tantos como los polic¨ªas que vigilaron la marcha desde fuera.
'Los trabajadores vamos a ganar esta batalla, de eso estoy segura', dec¨ªa satisfecha Jacqueline Cartagena, una veterana sindicalista llegada de Rimini (en la costa este) con miles de amigos y colegas, que hab¨ªan llenado 36 autocares. 'Al sindicato no se le puede reprochar nada, porque nosotros hemos sido siempre v¨ªctimas del terrorismo. En 1977, las Brigadas Rojas mataron ya a uno de los nuestros y siempre hemos estado amenazados. Pero al final acaban ech¨¢ndonos la culpa', a?ad¨ªa.
Cofferati repet¨ªa una vez m¨¢s las razones del no sindical a la supresi¨®n del art¨ªculo 18. 'No se puede pensar en dar a los j¨®venes derechos universales, como pensamos que se debe hacer, y al mismo tiempo aceptar la idea de quit¨¢rselos a sus padres'.
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Una marcha de cine
La gigantesca manifestaci¨®n sindical de ayer pasar¨¢ a la historia, incluso a la del celuloide. Como en el caso de las protestas durante el G-8 de G¨¦nova, en julio de 2001, la marcha de la CGIL fue filmada en todos y cada uno de sus aspectos por un equipo de lujo de 47 directores de cine. Entre ellos figuran Ettore Scola, Mario Monicelli, Citto Maselli y los hermanos Taviani. La largu¨ªsima pel¨ªcula grabada en G¨¦nova ha sido presentada ya al p¨²blico en varias ciudades europeas, fuera de los circuitos comerciales, y otro tanto se propone hacer la CGIL con este nuevo filme. Scola, artista de izquierdas, como Monicelli y los Taviani, no pod¨ªan negar su apoyo a Sergio Cofferati, el verdadero l¨ªder de la oposici¨®n al Gobierno de Silvio Berlusconi. Los distintos equipos de operadores se distribuyeron entre los seis cortejos que desembocaron en la inmensa explanada que comprende el Circo M¨¢ximo y la plaza de Porta Capena, en el coraz¨®n de la Roma antigua. C¨¢maras situadas en la estaci¨®n Ostiense, a la que llegaron 1.600 autocares y 20 trenes especiales cargados de manifestantes con gorras de visera rojas del sindicato, banderas rojas y mochilas de todos los colores. Y un equipo de operadores en San Juan, de donde arranc¨® el cortejo de unas 150.000 personas encabezado por el l¨ªder sindical. La tarea m¨¢s compleja, el seguimiento del millar largo de manifestantes antiglobalizaci¨®n, con sus perros y banderas comunistas y del Che. Un grupo temido por su tendencia a los finales de fiesta movidos, pero vigilado ayer no s¨®lo por agentes de paisano, sino por los servicios de orden del sindicato.
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