Las dos partes
El Libro de estilo recoge una norma fundamental de deontolog¨ªa period¨ªstica como es la obligaci¨®n de escuchar 'a las dos partes en litigio' cuando se informe sobre 'casos conflictivos'.
Esa obligaci¨®n se ampl¨ªa a los casos 'dudosos, de cierta trascendencia o especialmente delicados', para los que se exige que 'sean contrastados por al menos dos fuentes'.
El Libro de estilo trata de evitar incluso la posible picaresca de un redactor que trate de orillar la obligaci¨®n de hablar con alguien perjudicado por una informaci¨®n y exige que se acredite una aut¨¦ntica labor de busca y que no se resuelva a base de una simple llamada telef¨®nica en el momento en que, por cualquier circunstancia, no pudo ser atendida por el afectado.
El lunes d¨ªa 4 de marzo, en el suplemento regional de la Comunidad Valenciana, se public¨® una amplia informaci¨®n en su primera p¨¢gina en la que, con claro tono de denuncia, se explicaba que en la Vega Baja de Alicante -una comarca que tiene a Orihuela como cabecera- varios ayuntamientos proyectan recalificar cuarenta millones de metros cuadrados de terreno y construir nueve campos de golf.
En el antet¨ªtulo de la noticia se se?alaba que 'los mismos promotores, abogados y arquitectos estudian la transformaci¨®n'.
Luego, a lo largo de la informaci¨®n, se incluyeron p¨¢rrafos como ¨¦ste: 'Detr¨¢s de casi todas las operaciones se hallan los mismos arquitectos, abogados y promotores que obtienen sustanciosos beneficios a cambio de muy pocas concesiones'.
M¨¢s adelante se cita expresamente al abogado Rafael Mart¨ªnez Campillo, 'uno de los nombres que aparecen con insistencia en numerosas operaciones urban¨ªsticas' de esta comarca alicantina. Se le vuelve a citar, uniendo su nombre al de un arquitecto imputado por un supuesto cohecho y se deslizan expresiones a lo largo de la informaci¨®n como 'el proceso depredador es tal...', 'la vor¨¢gine constructora...', 'promotores vinculados al poder'..., 'desordenada y ca¨®tica expansi¨®n...', que confieren al texto un claro tono de denuncia.
Mart¨ªnez Campillo se ha dirigido por carta al Defensor para protestar: en la informaci¨®n, dice, 'se me alude personalmente, con claro desprecio de la verdad, sin que se me haya consultado y sin intentar localizarme'. Adem¨¢s, entiende que se le convierte en 'protagonista de unas acciones que se presentan ante el lector con las caracter¨ªsticas propias de los actos inmorales y reprobables socialmente'.
El abogado urbanista se puso en contacto con la autora de la informaci¨®n, ofreci¨® su versi¨®n y ¨¦sta no ha sido publicada.
Mart¨ªnez Campillo daba en su respuesta unas explicaciones concretas sobre alguno de los proyectos que se mencionaban en la informaci¨®n, recordaba que las leyes urban¨ªsticas vigentes declaran expresamente urbanizable todo el suelo que no est¨¢ protegido y que las decisiones no corresponden a los urbanistas, sino a las administraciones p¨²blicas.
A?ad¨ªa que 'el ¨²nico gabinete especializado en urbanismo de la Vega Baja' es el suyo y que eso explica, seg¨²n afirma, que est¨¦ 'detr¨¢s de casi todos los proyectos urban¨ªsticos'.
Luis Dami¨¢n Mart¨ªnez, delegado del peri¨®dico en Alicante, asume la responsabilidad de la informaci¨®n y ha explicado al Defensor que no se public¨® la aclaraci¨®n de Mart¨ªnez Campillo porque entendi¨® que 'no desment¨ªa la informaci¨®n' y porque no crey¨® 'que se vert¨ªan acusaciones personales'.
El Defensor, en este caso, entiende que el tono general de la informaci¨®n era claramente de denuncia hacia actuaciones que se presentaban como reprobables y que, en consecuencia, las personas aludidas en la informaci¨®n, como actores de esos comportamientos, debieron ser consultadas, de acuerdo con las normas del Libro de estilo, de forma que hubieran podido ofrecer su versi¨®n de los hechos.
El periodismo de denuncia es muy valioso, pero debe ofrecer al lector todos los ¨¢ngulos posibles, con exquisito rigor y con la mayor claridad, de forma que pueda obtener sus propias conclusiones.
Ortograf¨ªa y lenguaje
El Defensor ha contado m¨¢s de una vez que muchas de las quejas que recibe se refieren a cuestiones de lenguaje que procura contestar a t¨ªtulo privado.
En las ¨²ltimas semanas han proliferado las protestas porque en el peri¨®dico menudean las faltas de ortograf¨ªa, mucho m¨¢s all¨¢ de lo que pudiera entenderse como erratas que tambi¨¦n molestan, con justa raz¨®n, a los lectores.
Lo cierto es que se ha observado una intolerable plaga de formas del verbo haber escritas sin hache. La tercera persona del singular del presente de indicativo ha perdido la primera de sus dos letras en m¨¢s de una ocasi¨®n, con la l¨®gica irritaci¨®n de algunos lectores.
Ram¨®n Hern¨¢ndez es el ¨²ltimo que se ha quejado por un error, relativamente frecuente, al confundir los verbos infringir e infligir. Con relativa frecuencia se escribe infringir una derrota, cuando infringir s¨®lo significa quebrantar normas.
Ya que estamos con el lenguaje, conviene aclarar otra protesta que llega c¨ªclicamente al peri¨®dico, sobre el uso del vervo calcinar aplicado a cad¨¢veres afectados por el fuego.
Hasta ahora se trataba de una incorrecci¨®n, ya que el Diccionario de la lengua espa?ola de la Real Academia s¨®lo defin¨ªa el verbo como 'reducir a cal viva los minerales calc¨¢reos'.
La reciente y vig¨¦simo segunda edici¨®n del Diccionario se ha apiadado, sin duda, de los periodistas y, a la vista del uso generalizado, ha admitido que calcinar significa tambi¨¦n 'abrasar por completo, especialmente por el fuego'.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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