Baraja, futbolista de verdad

Estamos ante un futbolista de verdad. Rub¨¦n Baraja, vallisoletano, de 26 a?os. Pas¨® la tarde entre altibajos an¨ªmicos: fall¨® un penalti, err¨® pases f¨¢ciles, recibi¨® la reprimenda de la grada, pero nunca dej¨® por ello de jug¨¢rsela, de mover al equipo, de ser una referencia, de buscar el bal¨®n. Hasta que lo caz¨®. En el minuto 92. Con el Valencia exhausto y con Osasuna, que aguant¨® m¨¢s de una hora con uno menos, crecido por el empate reci¨¦n conseguido. Pues bien, en esas circunstancias, con la camiseta por fuera del pantal¨®n, fruto del cansancio y de la desesperaci¨®n, se fue arriba Baraja, intuy¨® antes que nadie el centro templado de Kily desde la izquierda, lo persigui¨® con fe, lo golpe¨® frontalmente con la cabeza y el bal¨®n sali¨® disparado hacia la red, imposible para un Unzue extraordinario.

Anodino durante una hora, el partido ofreci¨® un final apote¨®sico. Media hora fren¨¦tica que coincidi¨®, ?qu¨¦ casualidad!, con la entrada de Aimar en el campo, futbolista genial postergado por Ben¨ªtez al banquillo hasta el minuto 60, como ya sucedi¨® la semana pasada en Vallecas y como ha sucedido en tantas ocasiones. Futbolista distinto por velocidad, visi¨®n del juego, t¨¦cnica y regate. Todo lo que le gusta al p¨²blico y que, por lo visto, disgusta a ciertos t¨¦cnicos, que siempre les encuentran carencias t¨¢cticas.

Porque el partido fue uno sin Aimar, un pe?azo, y otro con ¨¦l,una emoci¨®n prolongada. La noche y el d¨ªa. Sali¨® la gente exultante del estadio tras el breve recital de Aimar, pero perpleja porque es dif¨ªcil entender por qu¨¦ estuvo una hora en la suplencia. Como tampoco es f¨¢cil de explicar la marginaci¨®n de S¨¢nchez, el socio preferido de Aimar, que ayer entr¨® a ¨²ltima hora para marcar, como de costumbre. Afil¨® su olfato y obtuvo el gol n¨²mero 3.500 del Valencia en Primera. Un detalle de la historia para un delantero que ha sabido vivir de su instinto durante m¨¢s de diez a?os.

Bastante hizo Osasuna con mantenerse vivo hasta el final. Y no s¨®lo eso, sino que estuvo a punto de sacar la m¨¢xima tajada con un par de ocasiones clamorosas: una escapada de un lent¨ªsimo Aloisi, que permiti¨® la llegada por detr¨¢s de Marchena, y un remate de Gancedo a bocajarro, con Ca?izares batido, que sac¨® Djukic bajo los palos. Todo, en una final a toda mecha, con el Valencia volcado y con Osasuna tratando de aprovechar los desajustes defensivos de su rival, que en una semana ha perdido por lesi¨®n a casi toda su zaga: Carboni, Ayala y, ayer, Pellegrino. Fabio Aurelio, Djukic y Marchena notaron la falta de entendimiento que dan los partidos y tal vez por eso se tragaron un cabezazo de Aloisi a la salida de un c¨®rner. O quiz¨¢ sea un mal colectivo, pues es el cuarto tanto tras un saque de esquina que encaja en una semana y media: uno ante el Inter, dos ante el Rayo y el de ayer de Aloisi.

Ben¨ªtez prob¨® de inicio una in¨¦dita pareja de ataque, Angulo y Mista, que result¨® est¨¦ril. El preparador madrile?o se ha pasado la Liga buscando un delantero que le guste y no ha hallado ninguno. En el primer tiempo, el Valencia bas¨® todo su ataque en las subidas de los laterales, Curro Torres y Fabio Aurelio, pero ninguno de los dos supo desequilibrar. Curro, por falta de brillantez; Fabio Aurelio por su ausencia de explosividad: tiene un motor diesel.

Muy consciente de su inferioridad t¨¦cnica, Osasuna lo tuvo claro desde el principio: el modelo era el Inter del pasado jueves en Mestalla, todos bajo el larguero. Mucho m¨¢s al quedarse en inferioridad num¨¦rica por la expulsi¨®n de Josetxo. Y a esperar.

Tambi¨¦n esper¨® Ben¨ªtez, que no busc¨® reactivos en el descanso. Ante un f¨²tbol horizontal y plomizo, Mestalla reclamaba alg¨²n tipo de reacci¨®n desde el banquillo, pero ¨¦sta no se produjo hasta el minuto 15 de la segunda parte, previsto por Ben¨ªtez pase lo que pase en el partido. Introdujo a Aimar y le bast¨® un fogonazo al argentino para acabar con el sopor. Con su vertiginoso juego entre l¨ªneas, Osasuna se vino abajo, se vio bombardeado hasta que Aloisi lo levant¨® con un cabezazo sorprendente. Quedaba unos segundos, Mestalla estaba en pie de guerra y a Baraja le quedaba el ¨²ltimo intento, el definitivo.