La agon¨ªa de 'El Gr¨¢fico'
La m¨ªtica revista argentina, lastrada por la crisis econ¨®mica, pasa de semanal a mensual en un intento desesperado por eludir el cierre
All¨ª donde pisa, la monstruosa crisis econ¨®mica que azota Argentina no s¨®lo hunde patrimonios. Los ciudadanos son arrasados tambi¨¦n en sus afectos, sus ilusiones y sus recuerdos. Desde hace una semana, tras casi 83 a?os ininterrumpidos, ya no cuelga de los quioscos callejeros el m¨ªtico El Gr¨¢fico, nacido en mayo de 1919 como una revista de inter¨¦s general, especializado en deportes en 1921, de extraordinario prestigio y que a mediados del siglo pasado se convirti¨® en un objeto de culto y colecci¨®n para miles de aficionados tanto en Am¨¦rica como en Europa. La direcci¨®n editorial asegura que su frecuencia ser¨¢ mensual desde el pr¨®ximo mes de abril, pero los redactores y los colaboradores, cuyo n¨²mero ha sido reducido de 60 a cinco, piensan que esta agon¨ªa desembocar¨¢ en el cierre definitivo de la publicaci¨®n a corto plazo.
Si la cultura se define, como dec¨ªa el poeta Thomas Elliot, por 'todo aquello que hace que la vida merezca ser vivida', hay que reconocer a El Gr¨¢fico como una parte constitutiva de la cultura en Argentina. Miles de aficionados, incluyendo intelectuales, cient¨ªficos y artistas, admiten que aprendieron a leer 'con' la revista o 'para' poder disfrutarla. El escritor peruano Jaime Bailly incluso le dedica todo un cap¨ªtulo en sus memorias.
A finales de los a?os sesenta, cuando sal¨ªa los viernes y dedicaba p¨¢ginas a casi todos los deportes, poco despu¨¦s de que renunciara como director el incorruptible, severo, serio y duro cr¨ªtico Dante Panzeri, la incipiente competencia de la televisi¨®n y la renovaci¨®n de las secciones deportivas de los peri¨®dicos de informaci¨®n general obligaron a El Gr¨¢fico a entrar en una competici¨®n despiadada.
Panzeri, que defini¨® al f¨²tbol como 'la din¨¢mica de lo impensado', descubri¨® y dio oportunidad a cronistas que fund¨ªan en sus textos populares los sabores esenciales de la literatura, la noche, el f¨²tbol y el tango, como Osvaldo Ardizzone, sucesor, a su vez, de redactores tan legendarios como el uruguayo reconocido por el apodo de Borocot¨®, una onomatopeya del sonido b¨¢sico del tambor en el candombe, que fue el creador del entra?able personaje Comeu?as y el autor de las c¨¦lebres Apiladas, as¨ª como de Felix Daniel Frascara o Alberto Salotto.
A pesar del esfuerzo de la nueva generaci¨®n de periodistas, bajo la influencia de maestros como Juvenal, el analista de t¨¦cnicas y t¨¢cticas de los futbolistas que lleg¨® a convertirse casi en un maestro para los aficionados, los entrenadores y los equipos, la revista nunca se recuper¨® del desprestigio que le supuso su colaboraci¨®n, en los setenta, con la dictadora militar. No obstante, alcanz¨® picos de ventas de la mano de Diego Armando Maradona, Dieguito, con sus ¨¦xitos en el Barcelona, el N¨¢poles o en la propia selecci¨®n argentina en la Copa del Mundo de M¨¦xico 86 y tambi¨¦n con los esc¨¢ndalos como el de 1994 en la de Estados Unidos. Pero la perdida semanal de lectores era incesante. As¨ª es como se fue llegando al final.
A comienzos de los noventa asumi¨® la direcci¨®n Aldo Proietto, un mediocre cronista que trep¨® en el oficio como informante del almirante Lacoste. La publicaci¨®n acompa?¨® entonces la llamada d¨¦cada menemista, definida culturalmente por 'la pizza y el champa?a' que disfrutaban los beneficiarios del poder, en manos de un caudillo populista como el peronista Carlos Menem, y se reconvirti¨® en una revista del coraz¨®n sobre la vida privada de los futbolistas. Sigui¨® las andanzas deportivas del propio Menem, ¨ªntimo amigo y compa?ero de golf de Constancio Vigil, uno de sus propietarios, y celebr¨® sus condiciones como amante del deporte.
Mientras tanto, se especializaba en esc¨¢ndalos, publicaba informaciones falsas y sufr¨ªa el creciente boicoteo de los jugadores, que se negaban a concederle entrevistas. El sindicato de los futbolistas lleg¨® a hacer p¨²blico un documento en el que recordaba el prestigio de la revista y criticaba su nueva l¨ªnea editorial.
En 1998, el due?o del f¨²tbol argentino, Carlos ?vila, el empresario que tiene los derechos exclusivos de retransmisi¨®n por televisi¨®n concedidos por Julio Grondona, presidente de la AFA, hasta 2014 y funcionaba hasta ahora como financiero de los clubes y del sistema en quiebra para sostener el negocio con el que hizo una fortuna, compr¨® El Gr¨¢fico a Vigil porque necesitaba la marca para presentarse y ser reconocido en el mundo del f¨²tbol internacional. Pero ya era tarde. La competencia de Ol¨¦, diario y barato, editado por el poderoso Grupo Clar¨ªn; el desprestigio acumulado y los primeros vientos del hurac¨¢n de la crisis que ya se insinuaba, acabaron con los proyectos de reparaci¨®n de El Gr¨¢fico, cuya plantilla de periodistas ten¨ªa un nuevo director, Carlos Poggi.
Los equipos de f¨²tbol desplegaron el pasado fin de semana pancartas en las que se le¨ªa 'No al cierre de El Gr¨¢fico'. Los periodistas de todos los medios fueron convocados para reunirse el mi¨¦rcoles frente a la sede de la empresa Torneos y Competencias (TyC), en la que funciona todav¨ªa la Redacci¨®n. Todos saben ya que la lucha es casi in¨²til frente a la contundencia del pasivo, de los sueldos impagados y las deudas atrasadas con los proveedores. Pero estar¨¢n all¨ª para que, al menos, quede el recuerdo de que la gente, en aquellos tiempos, resist¨ªa hasta el fin.
La colaboraci¨®n con la dictadura
El Gr¨¢fico consolid¨® la incipiente Editorial Atl¨¢ntida, fundada por Constancio Vigil, autor de cuentos para ni?os. Sus herederos, los primos An¨ªbal y Constancio Vigil, volcaron en los setenta a las principales publicaciones del grupo -Gente, Somos, Para Ti y El Gr¨¢fico- al servicio de los sucesivos Gobiernos militares. Una relaci¨®n que alcanz¨® el grado de complicidad en los cr¨ªmenes bajo la feroz dictadura militar que inici¨® el general Jorge Videla tras el golpe de Estado de 1976. A El Gr¨¢fico le toc¨® ponerse a su disposici¨®n en 1978, durante la disputa de la Copa del Mundo organizada y ganada por Argentina. La revista encubri¨®, ocult¨® y minti¨®. Lleg¨® a publicar el 13 de junio de ese a?o una carta ap¨®crifa del defensa Krol, capit¨¢n de Holanda, dirigida a su hija en la que supuestamente le dec¨ªa: 'No tengas miedo. Pap¨¢ est¨¢ bien, tiene tu mu?eca y un batall¨®n de soldaditos que lo cuidan, que lo protegen, y sus fusiles disparan flores'. Para entonces ya hab¨ªan desaparecido en los campos de concentraci¨®n m¨¢s de 20.000 personas. Adolfo P¨¦rez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980, era uno de los miles de secuestrados a los que se torturaba cada d¨ªa durante el torneo. Constancio Vigil culmin¨® su colaboraci¨®n regalando a Videla una colecci¨®n encuadernada con un texto de agradecimiento 'por todo'. El Gr¨¢fico no investig¨® las cuentas, las denuncias de fraude contra el almirante Carlos Lacoste, capo de la organizaci¨®n, protegido entonces por Jo?o Havelange y todav¨ªa por la nueva direcci¨®n de la FIFA. Tampoco se indag¨® el presunto soborno en el partido Argentina-Per¨²: los argentinos necesitaban ganar por cuatro goles para llegar a la final y lo hicieron por seis.
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