Claudio Abbado se despide con un brillante 'Parsifal' del Festival de Pascua de Salzburgo
El director logra un ¨¦xito clamoroso y Peter Stein es abucheado por su montaje esc¨¦nico
Nev¨® copiosamente en Salzburgo las horas anteriores a la apertura del ¨²ltimo Festival de Pascua dirigido por Claudio Abbado, en su recta final ya al frente de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. La obra elegida para decir adi¨®s -el festival esc¨¦nico sacro en tres actos Parsifal, con texto y m¨²sica de Richard Wagner- era un reto en todos los sentidos, y m¨¢s a¨²n contando con el delicado estado de salud del director milan¨¦s. Una lectura musical vibrante y brillante, con un sensacional tercer acto, recompens¨® la valent¨ªa del desaf¨ªo.
Salzburgo se ha estado preparando con mucho tino para estos d¨ªas de Pascua. Un ciclo de conferencias y debates sobre la figura de Kundry preparaba el desembarco de Parsifal. Otro ciclo estaba dedicado a Almod¨®var. Ocho pel¨ªculas, nada menos, desde Laberinto de pasiones hasta Todo sobre mi madre. Y luego la nieve. Estaba hermosa la ciudad de Mozart, con su p¨¢tina blanca y sus tradiciones de huevos y chocolates de Pascua.
Abbado ya ha entrado en la categor¨ªa de los mitos. Estos d¨ªas se subasta en Salzburgo una de sus batutas, lo mismo que se hace con otra de Karajan. La experiencia wagneriana de Abbado antes de Parsifal se limita a un lejano y l¨ªrico Lohengrin con Strehler en su ¨¦poca de La Scala y a un po¨¦tico Trist¨¢n e Isolda, con Gr¨¹ber y Eduardo Arroyo, que se present¨® precisamente en este Festival de Pascua de Salzburgo hace tres a?os. Las razones de Abbado para finalizar esta etapa de su vida con Parsifal se me escapan. No parec¨ªa, a priori, que fuese la obra m¨¢s id¨®nea para sus caracter¨ªsticas. Por ello no sorprende que los resultados art¨ªsticos, siendo muy altos, no llegan al nivel prodigioso de Trist¨¢n y menos al de aquel inolvidable Bor¨ªs Godunov con Wernicke, quiz¨¢ el espect¨¢culo m¨¢s redondo de esta d¨¦cada del italiano en Salzburgo.
La lectura de Abbado de Parsifal es, fundamentalmente, colorista y teatral. Se aleja de la ret¨®rica y del discurso metaf¨ªsico tanto como se acerca a lo puramente musical. Se deleita en la belleza del sonido, enfatiza los contrastes din¨¢micos. No es demasiado ceremonial, ni tampoco oficiante. Un detalle: los tiempos. El primer acto le dura una hora, 38 minutos, 30 segundos; el segundo, 64 minutos; el tercero, 73. Son tiempos r¨¢pidos, sin necesidad de llevar la comparaci¨®n a casos extremos como el de Levine. Y, es m¨¢s, en los dos primeros actos, la duraci¨®n es ligeramente inferior a la del pasado oto?o en la Philharmonie de Berl¨ªn. ?nicamente el tercero es, aunque tambi¨¦n ligeramente, m¨¢s pausado, y, curiosamente, es el mejor, con unos niveles de maestr¨ªa que se instalan en lo dif¨ªcilmente superable hoy. Incluso la fusi¨®n de la orquesta con unas grandes campanas a la vista alcanza un gran nivel de espectacularidad y complementaci¨®n. La Filarm¨®nica de Berl¨ªn, en estrecho idilio con el maestro ¨²ltimamente, respondi¨® con pulcritud, con entrega, con virtuosismo, con oficio. La cuerda baja, por ejemplo, fue un prodigio de matizaci¨®n. Abbado fue, con todas estas cosas, el triunfador absoluto de la noche.
No todo lo dem¨¢s se situ¨® al mismo nivel, ni siquiera en el apartado musical. Del reparto vocal destac¨®, con mucho, Violeta Urmana, la Kundry de referencia en los ¨²ltimos a?os, aqu¨ª, en Bayreuth o donde sea. Urmana ha tomado el testigo en este complejo papel de las cotas que a?os antes marc¨® Waltraud Meier. Impecable una vez m¨¢s su trabajo como cantante y como artista. Cumplieron con correcci¨®n Thomas Moser como Parsifal y E. W. Schulte como Klingsor, con lo que el acto segundo fue el m¨¢s entonado vocalmente. El resto del reparto se movi¨® a niveles de discreci¨®n. Una prestaci¨®n plana en un personaje como Gurnemanz (H. Tschammer), decisiva en los actos extremos, se dej¨® notar. El mon¨®logo del primer acto pas¨® inadvertido y su contribuci¨®n al ¨²ltimo fue dram¨¢ticamente insuficiente. Los coros masculinos, tanto el de la Filarm¨®nica de Praga como el de los ni?os del T?lzer, causaron una pobre impresi¨®n en las escenas del Graal. Todo lo contrario al encantamiento requerido. Bastante mejor, aunque no para tirar cohetes, fue el coro femenino del Arnold Schoenberg de Viena en la escena de las muchachas-flor.
Movimientos banales
La puesta en escena de Peter Stein tuvo algunos momentos imaginativos -la escena del jard¨ªn encantado de Klingsor con alusiones a la caligraf¨ªa ¨¢rabe-, otros sobrios pero efectivos teatralmente -la primera parte del tercer acto en su pobreza material-, pero, en l¨ªneas generales, se mostr¨® a unos niveles muy por debajo de lo que se puede esperar de uno de los monstruos sagrados del teatro alem¨¢n. En particular, en las dos escenas del Graal, daba la sensaci¨®n de que Stein no sab¨ªa qu¨¦ hacer con ellas: movimientos banales, distribuci¨®n encajonada, excesivo incienso, apoteosis eucar¨ªstica. Tampoco favoreci¨® lo m¨¢s m¨ªnimo la escenograf¨ªa ramplona y geom¨¦trica de color madera clara del pintor Gianni Dessi, que parec¨ªa reci¨¦n salida de la factor¨ªa de Ikea. Peter Stein fue recibido al final de la representaci¨®n con un sonoro abucheo.
Parsifal es una coproducci¨®n del Festival de Salzburgo, donde se volver¨¢ a representar el pr¨®ximo 1 de abril, con el de Edimburgo, donde se repondr¨¢ este verano. Abbado dirigir¨¢ adem¨¢s esta obra en versi¨®n de concierto en agosto en Lucerna con la orquesta de j¨®venes Gustav Mahler.
'Las hermanas de Kundry'
Ayer por la ma?ana, comenz¨® Kontrapunkte, un ciclo alternativo al de la ¨®pera y los grandes conciertos de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, dirigidos por Jansons, Thielemann y el propio Abbado. Kontrapunkte se desarrolla en el Mozarteum, salvo un sorprendente concierto en la Rockhouse con el grupo de jazz de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn y, as¨®mbrense, Thomas Quasthoff. Pero, en fin, a lo que ¨ªbamos. El concierto inaugural llevaba por t¨ªtulo Las hermanas de Kundry y ha sido un recorrido literario-musical por figuras afines al m¨¢s misterioso de los personajes femeninos de Wagner, con textos de Tasso, Fray Luis de Le¨®n, Goethe, Brentano, Heine, V¨ªctor Hugo, Dante Gabriel Rossetti y Baudelaire. Ha recitado y cantado Maddalena Crippa, en una l¨ªnea que desciende del cabar¨¦ literario y bucea en lo que queda del expresionismo alem¨¢n, aunque con un gui?o a la suavidad l¨ªrica italiana. Todo ello sin perder nunca de vista la importancia primordial de los textos. Crippa se acompa?a de piano, percusi¨®n y clarinetes. Es, adem¨¢s, la mujer de Peter Stein, con lo que se pudo ver al genial director teatral en horas bajas ocup¨¢ndose directamente en el vest¨ªbulo del Mozarteum de las ventas de los discos de su se?ora. Enternecedor.
Babelia
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