Un desastre natural se suma a la sequ¨ªa y a la guerra
Es el peor de los escenarios posibles: la provincia de Baglan, en el norte de Afganist¨¢n, es de una pobreza extrema y se encontraba ya devastada por la sequ¨ªa. No hay hospitales decentes, ni pr¨¢cticamente m¨¦dicos. Las lamentables condiciones de seguridad hac¨ªan muy dif¨ªcil el trabajo de las ONG, que apenas estaban presentes en esta zona. 'Se trata de un ¨¢rea en la que el 80% de la poblaci¨®n sufr¨ªa malnutrici¨®n', ha dicho Ros O'Sulivan, de la ONG Concern. Una de las organizaciones humanitarias m¨¢s activas en Afganist¨¢n, Acted, estaba presente en la vecina ciudad de Pol-i-Jomri porque, seg¨²n relataron desde su sede en Par¨ªs, ten¨ªa un programa para repartir trigo entre la poblaci¨®n. 'La sequ¨ªa hab¨ªa dejado a gran parte de la poblaci¨®n al borde de la hambruna', se?al¨® la portavoz de Acted, Justine Auger.
En esta provincia, que se encuentra al pie del Hindu Kush, una estribaci¨®n de la cordillera del Himalaya, el fr¨ªo puede ser realmente intenso por las noches; pero hacer llegar mantas o tiendas de campa?a a gran escala desde Kabul, donde se encuentran la mayor¨ªa de las organizaciones humanitarias, no es tarea f¨¢cil: el ¨²nico paso abierto, el t¨²nel de Salang, fue dinamitado durante la guerra entre la Alianza del Norte y los talibanes y su reconstrucci¨®n no est¨¢ terminada. Los caminos alternativos son dif¨ªcilmente practicables, a veces por la nieve, a veces por las minas, casi siempre por las dos cosas.
El tiempo m¨ªnimo que se puede tardar desde la capital afgana hasta la localidad m¨¢s afectada por el se¨ªsmo, Nahri, situada a 160 kil¨®metros, es de nueve horas. 'Es realmente muy dif¨ªcil pasar', dijo a Reuters Rebeca Vetharanium, de la oficina de la ONU para la coordinaci¨®n de emergencias humanitarias. Ayer, cientos de coches y camiones se encontraban parados ante el t¨²nel, aunque se est¨¢ dando prioridad a los veh¨ªculos que transportan ayuda. 'El t¨²nel del Salang es la clave para acceder al norte y se est¨¢ trabajando 24 horas al d¨ªa', agreg¨®. Una nevada, un desprendimiento o un cami¨®n volcado pueden cortar los caminos durante horas o durante d¨ªas. De hecho, este tipo de accidentes son tan habituales que, en condiciones normales, los afganos no les dan ninguna importancia.
Desde el norte, una carretera asfaltada, aunque no totalmente segura a causa de las minas y los bandidos, enlaza la zona con Mazar-i-Sharif: por esa ruta est¨¢n enviando su ayuda la Media Luna afgana y la ONU. Queda, por tanto, el aire. Pero en esta provincia montaraz es posible que existan bolsas de resistencia talib¨¢n y los vuelos est¨¢n restringidos.
Baglan, al igual que todas las provincias del norte de Afganist¨¢n, vive encallada en otro tiempo: las ciudades son peque?as, est¨¢n mal comunicadas las unas con las otras, y las construcciones son de una fragilidad tr¨¢gica en una zona donde los temblores son muy frecuentes. En 1998, dos se¨ªsmos mataron a unas 8.500 personas en las provincias de Tajar y Badajshan. El ¨²ltimo terromoto, el 3 de marzo, provoc¨® 70 muertos en Samangan. Es una regi¨®n muy monta?osa, llena de pueblos desperdigados, a los que la ayuda humanitaria puede tardar d¨ªas en llegar. Equipos de Acted y MSF intentaron ayer alcanzar algunas localidades y no pudieron. Para colmo de desgracias, adem¨¢s de la sequ¨ªa, los peores combates entre la Alianza y los talibanes tuvieron lugar en esta zona, que cambi¨® varias veces de manos.
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