Un paseo por el genio de Gaud¨ª
El a?o dedicado al arquitecto se llena de homenajes y turistas
La gaudiman¨ªa se ha desatado. Bast¨® con dar el banderazo de salida del A?o Gaud¨ª, que conmemora los 150 a?os del nacimiento del arquitecto, para que Barcelona se llenara de visitantes ansiosos por ver y tocar sus obras m¨¢s representativas. Esa especie de peregrinaci¨®n laica cuenta incluso con una especie de veh¨ªculo oficial: el Bus Gaud¨ª, una variante del Bus Tur¨ªstic que este a?o incluye dos paradas nuevas en honor, c¨®mo no, de Antoni Gaud¨ª.
Es autom¨¢tico. Cuando uno sube al Bus Gaud¨ª, en la c¨¦ntrica plaza de Catalu?a, se le pone cara de turista. No es nada extra?o, ya que un 99% de los usuarios de este autob¨²s son extranjeros del modelo manga corta, ri?onera abultada, c¨¢mara en ristre y gu¨ªa abierta en las rodillas. Para acabar de redondear el factor tur¨ªstico, hace un d¨ªa soleado y caluroso, por lo que todo el pasaje opta por sentarse en el piso superior, totalmente descubierto. Y es que desde este punto de vista, Espa?a es un chollo: no s¨®lo haces turismo y te culturizas, sino que adem¨¢s lo haces tomando el sol.
El Bus Gaud¨ª empieza desfilando por el paseo de Gracia, el eje central de ese Ensanche que sirvi¨® de escaparate a la burgues¨ªa catalana de principios del siglo XX. Desde la altura del autob¨²s se percibe una ciudad ordenada, de una racionalidad que estalla de vez en cuando gracias a la imaginaci¨®n de alg¨²n arquitecto singular. Entre las calles de Consell de Cent y Arag¨®, el gu¨ªa informa en unos cuantos idiomas: 'A la izquierda tienen ustedes la manzana de la discordia, llamada as¨ª porque tres importantes arquitectos modernistas construyeron casas muy distintas. La primera, la Casa Lle¨® i Morera, es del arquitecto Dom¨¨nec i Muntaner'. Silencio entre el p¨²blico. 'La segunda es la Casa Amatller, del arquitecto Puig i Cadafalch'. Sigue el silencio. 'La tercera es la Casa Batll¨®, del arquitecto Antoni Gaud¨ª...'. El silencio se rompe en mil pedazos. La sola menci¨®n del arquitecto genial provoca numerosos 'ohhs' de admiraci¨®n y una salva de disparos de c¨¢mara. Gaud¨ª superstar.
Con motivo del A?o Gaud¨ª, la Casa Batll¨® abre sus puertas al p¨²blico de modo excepcional. Es una ocasi¨®n ¨²nica para admirar la armon¨ªa sinuosa de sus interiores y los muebles dise?ados por el mismo Gaud¨ª. La casa data de 1870, pero Antoni Gaud¨ª recibi¨® el encargo de reformarla en 1904. Lo hizo a fondo: le a?adi¨® dos nuevas plantas y transform¨® la fachada hasta darle un inequ¨ªvoco toque Gaud¨ª, con formas sinuosas, toques de color y columnas que parecen huesos de animales prehist¨®ricos. Parece una casa de cuento, como si vivieran en ella Hansel y Gretel. Quiz¨¢ por ello ahora es propiedad de la empresa Chupa-Chups.
La primera parada del Bus Tur¨ªstic es ante la Casa Mil¨¤, conocida como La Pedrera. En la puerta se detecta una aglomeraci¨®n provocada por un compacto grupo tur¨ªstico dirigido por un gu¨ªa que se desga?ita, dos grupos de alumnos adolescentes con aspecto de pasar de todo y un grupo de ni?os de p¨¢rvulos con batas de color rojo. No hay duda: Gaud¨ª es apto para todas las edades. La fachada ondulante de La Pedrera -Gaud¨ª parec¨ªa tener horror a la l¨ªnea recta- provoca un sinf¨ªn de comentarios laudatorios y un intenso bombardeo fotogr¨¢fico.
La visita empieza por el desv¨¢n, que Gaud¨ª concibi¨® para dependencias del servicio. Sorprende con sus arcos parab¨®licos de distinta altura y contagia una inquietante sensaci¨®n de cueva circular. 'Es como si estuvi¨¦ramos en el interior de una ballena', comenta alguien. El desv¨¢n es una buena introducci¨®n al mundo de Gaud¨ª. Hay maquetas de sus obras, fotos de ¨¦poca, audiovisuales y hasta un original de los planos que el arquitecto present¨® al Ayuntamiento de Barcelona en 1906.
Una maestra explica a un grupo de alumnos con cara de cansados que La Pedrera no fue un edificio bien recibido por la sociedad barcelonesa de la ¨¦poca. De hecho, fue bautizado popularmente, de modo despectivo, como Pedrera porque su fachada parec¨ªa una cantera. En la prensa de principios del siglo XX se publicaron chistes en los que se lo comparaba con un garaje para zepelines, un refugio de dinosaurios o unas cuevas marinas. A Gaud¨ª, en el fondo, debi¨® complacerle esta ¨²ltima comparaci¨®n, ya que conceb¨ªa su arquitectura como algo original, inspirado en el mundo de la naturaleza.
Chimeneas gal¨¢cticas
Al subir a la azotea de La Pedrera, la admiraci¨®n del p¨²blico sube unos cuantos grados. Los constantes desniveles, los patios de luces de formas sinuosas y las formas futuristas de las chimeneas provocan un incesante ametrallamiento fotogr¨¢fico. A mi lado, un grupo de ingleses no paran de hacer comentarios del tipo 'very beautiful', 'very inusual', 'very original'... Los m¨¢s j¨®venes posan ante las chimeneas porque les recuerdan a los personajes de La guerra de las galaxias.
La azotea de La Pedrera tiene el plus a?adido de la vista sobre la ciudad. A un lado, el elegante paseo de Gracia; al otro, un desorden de azoteas y tejados entre los que destacan, a lo lejos, las torres de la Sagrada Familia. En su descenso hacia la calle, el turista tiene ocasi¨®n de visitar un piso con muebles dise?ados por Gaud¨ª y con molduras y detalles de carpinter¨ªa y ebanister¨ªa que demuestran que el arquitecto no dejaba nada al azar. Es como un viaje en el tiempo, como una inmersi¨®n en otra ¨¦poca en la que se capta la coherencia de las ideas de Gaud¨ª.
La siguiente parada del autob¨²s es ante la Sagrada Familia, el templo inacabado. Aqu¨ª se multiplica el n¨²mero de autocares, el n¨²mero de escuelas y el n¨²mero de vendedores de recuerdos. Ante la fachada de la Pasi¨®n, unos cuantos japoneses se inclinan hacia atr¨¢s para intentar fotografiarla al completo. En el interior del templo hay tanta gente que se tiene que avanzar en fila. Gaud¨ª, aqu¨ª, es m¨¢s estrella que nunca. En la nave principal, unas vallas impiden el acceso al centro. Hay obreros que trabajan, mucho ruido, polvo, unas cuantas gr¨²as... La Sagrada Familia parece una cantera, pero a¨²n as¨ª los 'ohhs' de admiraci¨®n y los flases se repiten ante las espectaculares columnas de reminiscencias arb¨®reas.
Ante la fachada del Nacimiento, ennegrecida por el paso del tiempo, los turistas muestran su aprobaci¨®n. 'Gaud¨ª empez¨® a trabajar en el templo en 1883, y lo hizo hasta su muerte, en 1926. Esta fachada es la que hizo ¨¦l; la otra, en cambio, la han terminado recientemente', comenta un profesor italiano. Sus alumnos le preguntan que cu¨¢ndo tendr¨¢n tiempo libre. 'M¨¢s tarde', les corta, 'todav¨ªa nos falta visitar La Pedrera, la Rambla y el Barrio G¨®tico...'. Los alumnos hacen muecas de cansancio. M¨¢s all¨¢, unas monjas comentan alborozadas la posibilidad de que Gaud¨ª sea santificado.
En la tienda del templo hay de todo, siempre con un claro toque Gaud¨ª. Camisetas, ceniceros, maquetas, gorros, p¨®sters, dibujos... Todav¨ªa no hay estampitas de san Gaud¨ª, pero es probable que lleguen alg¨²n d¨ªa. Adem¨¢s de patr¨®n de los arquitectos, san Gaud¨ª tambi¨¦n podr¨ªa serlo de los comerciantes y de los turistas. A la salida, un gu¨ªa se encarga de recordar a un grupo de norteamericanos que el estudio de Gaud¨ª fue saqueado e incendiado en 1936, dos d¨ªas despu¨¦s del inicio de la guerra civil.
El Bus Gaud¨ª contin¨²a su viaje, entre un paisaje urbano que nos lleva hasta el siguiente 'santuario gaudiniano'. En el muro que rodea la finca pueden leerse las letras Park G¨¹ell, que recuerdan que el parque naci¨® en 1900 como una ciudad jard¨ªn a la inglesa. La urbanizaci¨®n, sin embargo, fue un fracaso. S¨®lo se edificaron tres casas, en una de las cuales vivi¨® Gaud¨ª. En 1923, el impulsor del proyecto, Eusebi G¨¹ell, decidi¨® donarlo al Ayuntamiento.
La arquitectura de Gaud¨ª est¨¢ aqu¨ª en armon¨ªa perfecta con la naturaleza que tanto inspiraba al arquitecto. La salamandra de cer¨¢mica de la entrada es la estrella de todas las fotos, y la sala de las columnas, destinada a ser el mercado de la urbanizaci¨®n, provoca sesudos comentarios en un grupo de arquitectos italianos. Justo encima, el largo banco sinuoso hecho con cer¨¢mica troceada -el famoso trencad¨ªs de Gaud¨ª- acoge a un sinf¨ªn de grupos ruidosos que pugnan por hacerse una foto en la que parezca que est¨¢n solos, en perfecta comuni¨®n con el mundo del arquitecto.
En la casa museo del parque, donde vivi¨® Gaud¨ª, pueden verse algunos muebles dise?ados por ¨¦l y una ambientaci¨®n en la que no faltan unos cuantos cuadros de Eusebi G¨¹ell, el gran mecenas de Gaud¨ª. Ambos se conocieron en 1878 y su relaci¨®n fue muy fruct¨ªfera. Gaud¨ª construy¨® para los G¨¹ell, adem¨¢s del parque, el palacio que lleva su nombre, la colonia, los pabellones de la finca de la Diagonal... No hay duda de que, sin G¨¹ell y sin Gaud¨ª, Barcelona ser¨ªa ahora muy distinta.
Colas de visitantes
El gestor del Museo Gaud¨ª, Jeroni Gasc¨®n, comenta, mientras contempla la cola de visitantes, que 'el A?o Gaud¨ª ya se est¨¢ notando mucho. Es espectacular', a?ade. 'Desde principios de a?o vienen m¨¢s grupos que nunca. Hay muchos europeos, sobre todo italianos, pero los japoneses est¨¢n fallando por culpa de la crisis econ¨®mica y el miedo a los atentados. Antes ven¨ªan turistas en verano y en Semana Santa. Ahora es todo el a?o. Una locura'. Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ es un milagro de san Gaud¨ª...
La siguiente parada del Bus Gaud¨ª es para visitar la Casa Vicens, que Gaud¨ª construy¨® entre 1883 y 1888 para el fabricante de baldosas Manuel Vicens. Fue su primera obra importante, y destacan en ella las baldosas de la fachada y la puerta de hierro, que reproduce unas hojas de palma. En la siguiente parada -los pabellones G¨¹ell, construidos entre 1884 y 1887-, el drag¨®n de hierro forjado de la puerta ejerce de gran estrella fotogr¨¢fica. Es la ¨²ltima visi¨®n que nos ofrece el itinerario del autob¨²s por ese universo ¨²nico de Gaud¨ª, repleto de imaginaci¨®n y de referencias al mundo vegetal y animal. Los turistas que viajan conmigo parecen satisfechos, pero unos cuantos ya empiezan a buscar en sus gu¨ªas las obras de Gaud¨ª que todav¨ªa no han visto. Tendr¨¢n que hacer un esfuerzo suplementario, fuera del circuito oficial del Bus Gaud¨ª, pero ahora ya saben que ese arquitecto genial, nacido hace 150 a?os, siempre vale la pena.
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