Una tasa posible, pero mejorable
La financiaci¨®n de los municipios tur¨ªsticos no est¨¢ resuelta ni siquiera en el plano del debate te¨®rico: hay quienes postulan transferencias directas supramunicipales y otros que pensamos que tal proceder no est¨¢ justificado ni es pol¨ªticamente oportuno, pues no son las ciudades con problem¨¢ticas m¨¢s agudas ni cumplen funciones tan decisivas para el territorio. Pero tienen graves problemas financieros que impiden una adecuada gesti¨®n de los servicios y debilitan las inversiones p¨²blicas, lo cual va en detrimento de la competitividad, teniendo en cuenta que uno de los factores m¨¢s positivamente singularizantes del turismo espa?ol es la incorporaci¨®n activa del medio urbano al producto tur¨ªstico.
De una cosa estoy convencido: la situaci¨®n hegem¨®nica del turismo espa?ol y el menor crecimiento de los precios en comparaci¨®n con sus m¨¢s directos competidores (Grecia, Turqu¨ªa y, parcialmente, Portugal) le proporciona margen suficiente para imponer una moderada tasa de car¨¢cter finalista que contribuya a mejorar la calidad global de nuestro turismo, con la misma l¨®gica operativa de las grandes corporaciones industriales. Fundada en ese principio la tasa no parece objetable y ser¨ªa tan asumible como lo fue la cesi¨®n de aprovechamientos urban¨ªsticos a los Ayuntamientos, que no descalabr¨® el sistema inmobiliario.
Que est¨¦ de acuerdo no impide que se formule una severa cr¨ªtica al modo en que fue concebida en Baleares, cuyos errores fueron manifiestos, ya que no cumpl¨ªa con cuatro condiciones fundamentales: que sea abonada en proporci¨®n a su impacto territorial negativo y al consumo de recursos escasos; que sea sufragada por todos los turistas y no s¨®lo por los clientes hoteleros, penalizando a aquellos que ocupan alojamientos aquejados de baja ocupaci¨®n y reducido nivel de rotaci¨®n; que tenga un car¨¢cter global y se oriente no s¨®lo a satisfacer las demandas de un ecologismo populista, sino a todos los frentes en que se asienta la competitividad (infraestructuras, medio urbano, formaci¨®n profesional); y, para terminar, que su car¨¢cter sea finalista e inversor y no se emplee en ning¨²n caso para financiar los gastos corrientes de los Ayuntamientos, sus inflacionarias n¨®minas o los recurrentes delirios de algunos ediles.
Jos¨¦ Miguel Iribas es soci¨®logo.
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