La familia
Yo tengo una familia. Tengo una hija y un marido y todos nosotros somos integrantes de esta sociedad. Desgraciadamente, hemos tenido que decidir no tener m¨¢s hijos, ya que nuestros horarios de trabajo no nos permiten, en los d¨ªas laborables, atender como ser¨ªa nuestro deseo las necesidades de nuestra hija.
Me pregunto si muchos de los males que aquejan a nuestros chavales (botell¨®n, drogas, incomunicaci¨®n) no se est¨¢n produciendo porque nosotros debemos trabajar interminables jornadas (la m¨ªa comienza saliendo de casa a las ocho de la ma?ana y volviendo a las ocho de la noche, y la de mi marido a¨²n es m¨¢s extensa). Cuando yo entro a trabajar por la tarde (a las cuatro) mi hija est¨¢ ya saliendo del cole.
Por supuesto, tengo que solicitar la ayuda de mis familiares para que se hagan cargo de ella hasta que yo puedo recogerla (ocho de la tarde). A esa hora volvemos a casa y, como muchas de las mujeres trabajadoras que conozco, en ese momento hay que atender el ba?o, la cena y las tareas dom¨¦sticas que no han podido ser realizadas durante el d¨ªa. ?C¨®mo puedo dedicarle a mi hija el tiempo que necesita si debe acostarse pronto para estar perfectamente descansada para el d¨ªa siguiente?
?Cu¨¢ndo las mentes pensantes de este pa¨ªs, a las que, aparentemente, parece interesar mucho el tema familiar, se dar¨¢n cuenta de que los horarios laborales de la mayor¨ªa de los trabajadores son incompatibles con la atenci¨®n que necesitan nuestros hijos?
?Es una causa perdida mentalizar a empresarios y pol¨ªticos de que la ¨²nica manera es conseguir que uno de los progenitores, por el hecho de ser padre o madre, se beneficie de una jornada laboral continuada (sin jugarse el despido) para poder atender debidamente a estos futuros hombres y mujeres a los que cada vez podemos ofrecerles menos de nosotros? Ojal¨¢ que los hijos de nuestros hijos lo vivan.
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