Doble rasero
Muchas veces me pregunto sobre las causas profundas de determinados hechos o acontecimientos. Es una vieja costumbre que, cuando menos, me ayuda a mantener algunas coordenadas b¨¢sicas para transitar por la vida con la sensaci¨®n de que no siempre consiguen enga?arme todo el tiempo o, cuando menos, con el menor n¨²mero de contradicciones posible sobre mi conciencia. No albergo mayores pretensiones. Un ejercicio que a veces utilizo es el de analizar situaciones concretas que se nos presentan de forma cotidiana, imaginar la contraria y preguntarme qu¨¦ habr¨ªa ocurrido en ese caso. Compruebo entonces que persisten incalificables dobles raseros para valorar, apoyar o condenar, seg¨²n las circunstancias, situaciones que en condiciones normales ser¨ªan completamente injustificables o intolerables. Lo preocupante del caso es que a veces ha calado tan hondo el estado de cosas que hasta me resulta imposible imaginar siquiera el escenario opuesto.
En esta nueva era de (des)orden global, de fracturas, de incertidumbres y, a la vez, de hegemon¨ªa incuestionable de un solo pa¨ªs, los ejemplos son innumerables. Con sus diferentes varas de medir, desde ese pa¨ªs se apoyan, a conveniencia, dictaduras o teocracias amigas a la vez que, con la libertad como bandera, han auspiciado, propiciado, consentido o tolerado algunos de los acontecimientos y episodios m¨¢s indignos de la historia.
Pensaba que tras el 11 de septiembre algunas cosas iban a cambiar. Cre¨ªa honestamente que se iban a analizar con m¨¢s sosiego las causas profundas del malestar global. Que a partir de la informaci¨®n disponible sobre las consecuencias negativas del proceso globalizador, podr¨ªamos gobernarla a partir de nuevas bases, reconstruyendo sobre nuevos cimientos. Lo cierto es que los verdaderos problemas que afectan a miles de millones de personas contin¨²an siendo los mismos que antes de esa fecha. La reuni¨®n de movimientos sociales de Porto Alegre se encarg¨® de se?alar las prioridades que reclama la mayor¨ªa marginal del planeta. La agenda es tan conocida que en la pr¨®xima Cumbre de Johanesburgo sobre desarrollo sostenible, que se celebrar¨¢ a finales de agosto, vuelve a se?alar d¨®nde se encuentra la verdadera ra¨ªz de los problemas. Pero la reuni¨®n celebrada en Nueva York, auspiciada por las multinacionales, y la reciente cumbre de Monterrey sobre la probreza, me ha demostrado que no existe ning¨²n inter¨¦s por acometer la soluci¨®n a los verdaderos problemas y a las incertidumbres de las gentes.
Se han producido cambios notables, pero no son precisamente alentadores: se ha reforzado el unilateralismo norteamericano, se ha evidenciado, a¨²n m¨¢s, la impotencia, no exenta de complicidades, de los Estados de la Uni¨®n Europea, se han tolerado acciones de exterminio, se han recortado espacios de libertad y se ha legitimado, a¨²n m¨¢s, a la extrema derecha a la vez que se ha fortalecido el complejo industrial militar a todos los niveles. De nuevo ha quedado bloqueada cualquier posibilidad de abrir un debate sobre el nuevo orden mundial.
Todo ha quedado reducido a la estrategia anunciada por Estados Unidos de iniciar su particular cruzada del eje del bien contra los llamados estados canallas que encarnan el eje del mal. La guerra contra el terrorismo constituye ahora ¨²nico punto en la unilateral agenda norteamericana cuando sabemos que esa estrategia va a conducir, indefectiblemente, a incrementar tensiones regionales, nuevos conflictos y a legitimar nuevas y continuas manifestaciones de terrorismo.
Estados Unidos anuncia un posible ataque a Irak haciendo caso omiso a cualquier opini¨®n de organismo internacional. Las noticias que antes del 11 de septiembre nos alertaban sobre el exterminio del pueblo checheno por parte de Rusia, ahora han desaparecido de los medios, aunque el exterminio prosiga. Nada sabemos ahora del conflicto contra el pueblo kurdo. La relaci¨®n de ejemplos de la pol¨ªtica de doble rasero tradicionalmente practicada y ahora renovada sin pudor alguno ser¨ªa tan larga como ofensiva para los pa¨ªses democr¨¢ticos.
Escribo estas p¨¢ginas cuando se est¨¢ produciendo el asalto final a las dependencias del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina. ?Por qu¨¦ ser¨¢ que me ha venido a la memoria el ataque de Pinochet al Palacio de la Moneda? Tras d¨¦cadas de reiterados incumplimientos de resoluciones de las Naciones Unidas, de practicar el terrorismo de Estado, de provocar intencionadamente, hace ahora a?o y medio, una nueva fase del conflicto, asistimos al intento de aniquilamiento de un pueblo con el apoyo de Estados Unidos y la actitud irrelevante de la Uni¨®n Europea. Y es en este punto donde, volviendo al principio, sugiero al lector que imagine, siquiera por un segundo, la situaci¨®n contraria: incumplimientos reiterados por parte de la Autoridad Nacional Palestina de acuerdos internacionales y su asalto a la sede del gobierno de Israel. ?Verdad que nos resulta imposible? ?Cu¨¢nto habr¨ªa tardado en ese caso en reaccionar la llamada comunidad internacional liderada por el pa¨ªs defensor de la libertad y la democracia?
?Por qu¨¦ produce enfado y consternacion en Occidente la denuncia de Saramago, cuando advirti¨® de que la actitud del gobierno de Israel con el pueblo palestino era un crimen contra la humanidad y no se ha producido id¨¦ntica reacci¨®n contra quienes vienen defendiendo las acciones de Israel? ?Por qu¨¦ tenemos, pese a la repugnancia que nos produce, mayor capacidad para aceptar esta invasi¨®n y el intento de asesinato de Arafat? ?Por qu¨¦ no es pol¨ªticamente correcto hablar del terrorista Sharon?
Mientras contemplo las im¨¢genes de tanta barbarie pienso en el rencor que deben estar alimentando los miles de j¨®venes desesperados dispuestos para el suicidio en cualquier punto del planeta. La injusticia, la falta de libertad y los terrorismos de Estado son el mejor vivero para legitimar expresiones de violencia. La democracia y la ayuda al desarrollo son el mejor instrumento para deslegitimarla.
Joan Romero es profesor de la Universidad de Valencia.
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