Ideas para el futuro
Cualquiera que tenga alguna relaci¨®n con Palestina se encuentra hoy en un estado de asombro e indignaci¨®n. Casi repetici¨®n de la de 1982, la actual agresi¨®n generalizada y colonialista de Israel contra el pueblo palestino (con el apoyo asombrosamente ignorante y grotesco de George Bush) es mucho m¨¢s grave que las dos incursiones masivas realizadas por Sharon contra los palestinos en 1971 y 1982. El clima pol¨ªtico y moral es ahora mucho m¨¢s simplista y restrictivo, el papel destructor de los medios de comunicaci¨®n (que se han dedicado, casi por completo, a resaltar los atentados suicidas palestinos y a aislarlos de su contexto de 35 a?os de ocupaci¨®n ilegal de los territorios por parte de Israel) es m¨¢s favorable al punto de vista israel¨ª, el poder de Estados Unidos m¨¢s indiscutible, la guerra contra el terrorismo se ha convertido en una prioridad mundial y, en lo que respecta al mundo ¨¢rabe, existe m¨¢s incoherencia y fragmentaci¨®n que nunca.
Todo eso ha realzado (si es que ¨¦sa es la palabra) y aumentado hasta el extremo los instintos homicidas de Sharon. En la pr¨¢ctica, ello quiere decir que puede causar m¨¢s da?o con m¨¢s impunidad que antes, aunque, al mismo tiempo, sus esfuerzos y toda su carrera se est¨¢n viendo m¨¢s perjudicados que nunca por un odio y una obstinada negaci¨®n que, al final, no pueden contribuir al ¨¦xito pol¨ªtico ni militar. Este tipo de conflictos entre pueblos poseen elementos que no pueden eliminarse con tanques ni fuerzas a¨¦reas, y una guerra contra civiles desarmados -por m¨¢s veces que Sharon pregone pesada y mec¨¢nicamente sus est¨²pidos mantras sobre el terror- no puede alcanzar nunca un resultado pol¨ªtico realmente duradero, como el que le predicen sus sue?os. Los palestinos no van a marcharse. Y Sharon acabar¨¢ casi con seguridad desacreditado y rechazado por su pueblo. No tiene ning¨²n plan, excepto destruir todo lo relacionado con Palestina y los palestinos. Ni siquiera su furiosa obsesi¨®n con Arafat y el terrorismo est¨¢ sirviendo para mucho m¨¢s que aumentar el prestigio del dirigente palestino y dejar clara su propia ceguera monomani¨¢tica.
En ¨²ltima instancia, Sharon es un problema de Israel. Lo que nos interesa a los palestinos es hacer todo lo que podamos desde el punto de vista moral para garantizar que, a pesar del enorme sufrimiento y la destrucci¨®n que nos impone una guerra criminal, vamos a seguir adelante. Cuando un pol¨ªtico tan respetado y prestigioso como el retirado Zbigniew Brzezinski dice expl¨ªcitamente en televisi¨®n que Israel se est¨¢ comportando como el r¨¦gimen blanco racista del apartheid en Sur¨¢frica, podemos estar seguros de que no es el ¨²nico que opina as¨ª y que cada vez m¨¢s ciudadanos estadounidenses y de otros pa¨ªses se sienten decepcionados y asqueados con Israel y lo consideran una carga enormemente onerosa para EE UU, que cuesta demasiado dinero, aumenta el aislamiento estadounidense y causa grave perjuicio a la reputaci¨®n del pa¨ªs entre sus aliados y sus ciudadanos. Lo que en este momento tan dif¨ªcil hay que preguntarse es qu¨¦ lecciones racionales podemos extraer de la crisis actual que sean necesarias para nuestros planes futuros.
Lo que voy a decir ahora es muy selectivo, pero es el modesto fruto de muchos a?os de trabajar por la causa palestina y de ser una persona que pertenece al mundo ¨¢rabe y al occidental. No puedo saber ni decir todo, pero he aqu¨ª algunas ideas que s¨ª puedo aportar en estos momentos tan dif¨ªciles. Cada uno de los cuatro puntos siguientes est¨¢ relacionado con el otro.
1. Para bien o para mal, Palestina no es s¨®lo una causa ¨¢rabe e isl¨¢mica, sino que es importante para muchos mundos diferentes y contradictorios pero relacionados entre s¨ª. Trabajar a favor de Palestina exige conocer todas esas dimensiones y reflexionar sobre ellas sin cesar. Para ello son necesarios dirigentes muy preparados, atentos y que cuenten con respaldo democr¨¢tico. Sobre todo, como nunca se cansaba Mandela de decir sobre su lucha, debemos ser conscientes de que Palestina es una de las grandes causas morales de nuestro tiempo y, como tal, debemos abordarla. No es un asunto para comerciar, regatear o hacer carrera con ¨¦l. Es una causa justa que debe permitir a los palestinos hacer suya la raz¨®n moral y conservarla.
2. Existen distintos tipos de poder, de los que el m¨¢s visible es, por supuesto, el militar. Lo que permite que Israel act¨²e como lo hace con los palestinos desde hace 54 a?os es consecuencia de una campa?a minuciosa y cient¨ªficamente planeada para dar validez a sus acciones y, al mismo tiempo, devaluar y borrar las acciones palestinas. No hablamos s¨®lo de mantener un ej¨¦rcito poderoso, sino de organizar la opini¨®n p¨²blica, sobre todo en Estados Unidos y Europa occidental, de un poder derivado del trabajo lento y met¨®dico para presentar la posici¨®n de Israel como una postura con la que es f¨¢cil identificarse, mientras que a los palestinos se les considera enemigos de Israel y, por tanto, repugnantes, peligrosos y adversarios 'nuestros'. Desde el final de la guerra fr¨ªa, Europa se ha difuminado casi por completo a la hora de dirigir la opini¨®n p¨²blica, las im¨¢genes y las ideas. El principal campo de batalla es Estados Unidos (pese a estar tambi¨¦n fuera de Palestina). No hemos aprendido la importancia de organizar sistem¨¢ticamente nuestra labor pol¨ªtica en este pa¨ªs a gran escala para que, por ejemplo, el estadounidense medio no piense inmediatamente en 'terrorismo' cada vez que oye la palabra 'palestino'. Dicha organizaci¨®n ser¨ªa, literalmente, una protecci¨®n para todo lo que pudi¨¦ramos ganar mediante nuestra resistencia sobre el terreno frente a la ocupaci¨®n israel¨ª.
Quiero decir que lo que permite que Israel act¨²e con impunidad contra nosotros es que no estamos protegidos por ning¨²n grupo de opini¨®n capaz de impedir que Sharon lleve a cabo sus cr¨ªmenes de guerra y diga que lo que hace es combatir el terrorismo. Por ejemplo, dada la inmensa fuerza que tienen, con su insistencia, su repetici¨®n y su capacidad de difusi¨®n, las im¨¢genes de CNN -en las que la expresi¨®n 'terrorista suicida' se repite 100 veces por hora a beneficio del consumidor y contribuyente estadounidense-, es una negligencia supina no contar con un equipo de gente como Hanan Ashrawi, Leila Shahid, Ghassan Khatib y Afif Safie -por mencionar s¨®lo a unos cuantos- en Washington, dispuestos a acudir a CNN o cualquiera de las otras cadenas para contar la historia de los palestinos, presentar un contexto y una interpretaci¨®n, proporcionarnos una presencia moral y narrativa que tenga un valor positivo, y no s¨®lo negativo. Necesitamos unos dirigentes que comprendan que ¨¦sta es una de las ense?anzas fundamentales de la pol¨ªtica moderna, en la era de las comunicaciones electr¨®nicas. No haberlo entendido as¨ª es uno de los factores de la tragedia actual.
3. No sirve de nada actuar pol¨ªticamente y de forma responsable, en un mundo dominado por una superpotencia, sin tener un profundo conocimiento de dicha superpotencia, es decir, Estados Unidos: su historia, sus instituciones, sus corrientes y contracorrientes, su pol¨ªtica y cultura. Y, sobre todo, un perfecto conocimiento de su idioma. Cuando oigo a nuestros portavoces, y a los dem¨¢s ¨¢rabes, decir las cosas m¨¢s rid¨ªculas sobre EE UU, ponerse a su merced, maldecirlo en un instante y pedirle ayuda al siguiente, todo ello en un ingl¨¦s macarr¨®nico y pat¨¦tico, veo tal estado de primitiva incompetencia que dan ganas de llorar. EE UU no es monol¨ªtico. Tenemos amigos y tenemos posibles amigos. Podemos cultivar, movilizar y aprovechar nuestras comunidades y las comunidades relacionadas con ellas como parte de nuestra pol¨ªtica de liberaci¨®n, como hicieron los surafricanos y como hicieron los argelinos en Francia durante su lucha por la independencia. Planificaci¨®n, disciplina y coordinaci¨®n. No hemos comprendido en absoluto la pol¨ªtica de la no violencia. Es m¨¢s, tampoco hemos comprendido la importancia de intentar hablar directamente a los israel¨ªes, como el Congreso Nacional Africano hablaba a los surafricanos blancos, dentro de una pol¨ªtica de inclusi¨®n y respeto mutuo. Nuestra respuesta al exclusivismo y la beligerancia de Israel es la coexistencia. No es una concesi¨®n: es crear solidaridad y, de esa forma, aislar a los exclusivistas, los racistas y los fundamentalistas.
4. La lecci¨®n m¨¢s importante que debemos aprender sobre nosotros mismos est¨¢ clara en las terribles tragedias de lo que est¨¢ haciendo Israel en los territorios ocupados. La realidad es que somos un pueblo y una sociedad y, a pesar del feroz ataque de Israel contra la Autoridad, nuestra sociedad sigue funcionando. Somos un pueblo porque tenemos una sociedad que sigue funcionando -y funciona desde hace 54 a?os- a pesar de todos los malos tratos, las crueldades de la historia, las desgracias que hemos sufrido, las tragedias que hemos padecido como pueblo. Nuestra mayor victoria sobre Israel es que las personas como Sharon no son capaces de comprenderlo y por eso est¨¢n condenadas al fracaso, a pesar de su poder¨ªo y su horrible e inhumana crueldad. Hemos superado las tragedias y los recuerdos de nuestro pasado, mientras que los israel¨ªes como Sharon, no. ?l ir¨¢ a la tumba s¨®lo como un asesino de ¨¢rabes y un pol¨ªtico fracasado que llev¨® m¨¢s malestar e inseguridad a su pueblo. El legado de un dirigente debe consistir en dejar algo sobre lo que puedan apoyarse las generaciones futuras. Sharon, Mofaz, y todos los que han colaborado en esta s¨¢dica campa?a de intimidaciones, muerte y carnicer¨ªa no dejar¨¢n nada m¨¢s que sus l¨¢pidas. La negaci¨®n engendra negaci¨®n.
Como palestinos, en mi opini¨®n, podemos decir que dejamos una visi¨®n y una sociedad que ha sobrevivido a todos los intentos de acabar con ella. Y eso es importante. A partir de ah¨ª, ser¨¢ la generaci¨®n de nuestros hijos la que tenga que seguir adelante, con esp¨ªritu cr¨ªtico y racional, con esperanza y tolerancia.
Edward W. Said es ensayista palestino, profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Columbia, Nueva York.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.