La letra, la ciudad

Con la muerte del amigo ?ngel Ortiz Alfau los buenos recuerdos pasan a borbotones por la ventana del d¨ªa. Son recuerdos de un hombre adscrito al amor de los libros. Durante muchos a?os en el diario de la tarde Hierro ense?¨® a leer a muchos bilba¨ªnos y bilba¨ªnas. Todas las semanas de esos muchos a?os llevaba a cabo la confecci¨®n de una p¨¢gina entera del peri¨®dico, presentando los nuevos libros que llegaban al mercado.

Su pasi¨®n por la literatura y el pensamiento escrito - traducido todo ello en la aventura de leer-, le formaron como persona, y persona de bien. Luego vino todo lo dem¨¢s: escribi¨® libros, dirigi¨® colecciones, fue un dinamizador esplendente de la cultura del libro, contagi¨® su incontenible admirabilia -dicho al modo de Ram¨®n G¨®mez de la Serna- hacia El Quijote, expandi¨® las rotundas y enriquecidas ideas del mejor Unamuno, se vanaglori¨® de ser amigo personal y admirador de nuestro Blas de Otero,.. y su coraz¨®n se alegraba cada vez que alguno de sus amigos m¨¢s cercanos iba a publicar una obra.

Por si fuera poco, dedic¨® los ¨²ltimos 15 a?os de su existencia a dar vida propia al peri¨®dico municipal Bilbao. Con la ayuda de Elena Puccini, ese peri¨®dico de salida mensual ha sido -y lo seguir¨¢ siendo- un lugar donde ha primado la inclusi¨®n de las ideas m¨¢s plurales; un ¨¢mbito que da cabida a todos aquellos que tienen algo que decir.

Ese peri¨®dico es, en suma, la viva representaci¨®n de cuanto Ortiz Alfau alent¨® en torno a sus dos m¨¢ximos anhelos intelectuales: el hecho cultural y Bilbao.

Hace dos a?os, el alcalde I?aki Azkuna elogi¨® en un acto p¨²blico el valor intelectual y humano de ?ngel Ortiz Alfau, defini¨¦ndole como un bilba¨ªno que de no haber existido, nos lo tendr¨ªamos que haber inventado. As¨ª es.