Mam¨¢, caca
Brazzo Salihamidzic, ese delantero bosnio del Bayern de M¨²nich que parece haber sido alistado en un congreso de tah¨²res, ha hecho a sus colegas del Real Madrid el mayor de los favores posibles entre duelistas: les ha picado en el orgullo. 'Se han cagado en los pantalones', dijo despu¨¦s del partido de ida con un chocante acento andaluz que algunos han atribuido al origen espa?ol de su mujer.
No es la primera vez que un futbolista trata de importunar al adversario por v¨ªa rectal. Al margen de la indiscutible relaci¨®n entre ciertos estados de nervios y la flojera de vientre, fil¨®logos y expertos en nutrici¨®n no han logrado identificar hasta hoy la causa por la cual los hombres-punta y otros espec¨ªmenes del estadio relacionan la diarrea con el apocamiento.
Con la complicidad de Effenberg, el histri¨®nico Oliver Kahn tambi¨¦n ha agitado a su manera el papel higi¨¦nico para descomponer algo m¨¢s a los madridistas. Tampoco es la primera vez que el ilustre portero intenta mortificar a los rivales con sus invectivas. Tan cargante disposici¨®n, habitual en ¨¦l, explica que los hinchas de la competencia suelan recurrir a una met¨¢fora exclusiva para darle r¨¦plica: le lanzan pl¨¢tanos de gran tama?o al interior de la jaula. Seg¨²n los cronistas locales, no lo hacen tanto por su falta de potasio o por su probada agilidad de simio como por su notorio parecido con Copito de Nieve, el gorila albino m¨¢s famoso del mundo. Bajo sus cejas de estropajo y su frente cuarteada por la tensi¨®n, esta irritable criatura b¨¢vara sabe desplegar, en efecto, un asombroso repertorio de gru?idos, chasquidos y visajes.
M¨¢s all¨¢ de tan extra?a relaci¨®n frutal, que inmediatamente debemos poner a disposici¨®n de los psicoanalistas, Oliver representa una vieja escuela de futbolistas bragados que consideran el deporte un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de deportistas. Para ellos, un partido puede ser cualquier cosa salvo un juego. Si la ocasi¨®n lo permite, pueden hacer de ¨¦l una cuesti¨®n de confianza, una cuesti¨®n de hormonas o una cuesti¨®n de honor. Cualquier cosa a cambio de un gol de ventaja.
Es conveniente se?alar que estos recursos de intimidaci¨®n tienen algunas contraindicaciones. Usados inoportunamente pueden provocar el conocido efecto acci¨®n/reacci¨®n. Cuando proporcionan una ventaja escasa y hay que defenderla durante noventa minutos en campo contrario pueden transformarse en un bumer¨¢n del tama?o, el peso y la contundencia de un bate de b¨¦isbol.
En estas circunstancias s¨®lo queda una duda: ?ser¨¢n capaces Figo y compa?¨ªa de convertir la provocaci¨®n en un arma arrojadiza? Di St¨¦fano, el m¨¢s antiguo y limpio de los espejos del f¨²tbol, dir¨ªa simplemente que la duda ofende.
S¨®lo hay que levantar la cabeza y mirarse en ¨¦l.
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