Vitoria, pensada para vivir
Calidad urbana en una ciudad verde y peatonal
Paseando por ella, nadie dir¨ªa que Vitoria es una ciudad industrial. La mayor parte de los itinerarios urbanos pueden hacerse bajo el follaje de los ¨¢rboles, atravesando parques y recorriendo calles arboladas y paseos llenos de vegetaci¨®n; en la ciudad hay m¨¢s ¨¢rboles que personas.
Tambi¨¦n los alrededores forman un anillo verde de parques periurbanos (Armentia, Zabalgana, Salbur¨²a), verdaderas islas de bosque desde las que puede contemplarse, muy cercana, una Vitoria-Gasteiz aparentemente dormida.
Pero entreverados con esas zonas verdes periurbanas, rodeando la ciudad, hay tambi¨¦n un activo anillo de pol¨ªgonos industriales. Fue el desarrollo de ese cintur¨®n industrial lo que dio origen a la expansi¨®n de Vitoria en los a?os sesenta y setenta. En 1950 era una peque?a y so?olienta capital de provincias con poco m¨¢s de 50.000 habitantes; su mayor industria -aparte de la archiconocida f¨¢brica de naipes de Heraclio Fournier, cuyos productos todos hemos tenido alguna vez en las manos- era nada m¨¢s y nada menos que el Seminario Diocesano, aut¨¦ntica f¨¢brica de curas. En 1981 la poblaci¨®n casi se hab¨ªa multiplicado por cuatro, gracias al desarrollo de la industria. Hoy la ciudad tiene unos 220.000 habitantes.
Naturalmente, ese aumento de la poblaci¨®n no se debi¨® a una milagrosa explosi¨®n demogr¨¢fica; lo que motiv¨® entonces el desarrollo, la expansi¨®n y la prosperidad de Vitoria fue la inmigraci¨®n procedente de la Espa?a pobre: de los pueblos que iban qued¨¢ndose vac¨ªos en el norte de Castilla o en Le¨®n, de las aldeas de Galicia, del campo de Andaluc¨ªa. Al hilo de las sucesivas oleadas migratorias fueron construy¨¦ndose los nuevos barrios.
Vitoria acogi¨® a estos inmigrantes con naturalidad y les proporcion¨® una integraci¨®n bastante c¨®moda. Buena parte de las construcciones de ese ensanche ciudadano de los a?os sesenta, setenta y primeros de los ochenta son pisos de protecci¨®n oficial, pero paseando por estos barrios no se tiene la sensaci¨®n de adentrarse en una ciudad dormitorio: simplemente, el casco urbano ha crecido, con edificios dignos, de alturas moderadas; con iglesias, escuelas y mucho peque?o comercio; con plazuelas o jardincitos en los remansos que dejan unas calles llenas de vida; con grandes parques que quiebran aqu¨ª y all¨¢ la monoton¨ªa del asfalto. El crecimiento de la ciudad no se hizo de forma ca¨®tica ni improvisada, sino bajo los auspicios de un bien pensado plan urban¨ªstico. En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, adem¨¢s, se ha llevado a cabo un ambicioso plan de centros c¨ªvicos, que en cada barrio proporcionan instalaciones culturales y deportivas a los vecinos. La elecci¨®n de Vitoria-Gasteiz como capital administrativa y sede del Gobierno vasco y el desarrollo del campus de la Universidad del Pa¨ªs Vasco han venido tambi¨¦n a aumentar la vitalidad de la poblaci¨®n. Por todas esas cosas, Vitoria est¨¢ presente en muchos congresos de urbanismo como ejemplo de ciudad sostenible y es uno de los n¨²cleos urbanos con mayor calidad de vida de Espa?a.
Sin embargo, no es esa cara cotidiana de la ciudad la que suele ver el visitante ocasional. Probablemente, lo primero que contemple el turista ser¨¢ la plaza de la Virgen Blanca. A principios del siglo XIX era un amplio descampado extramuros, frente a las puertas de las calles de la Herrer¨ªa y la Zapater¨ªa que cerraban el recinto amurallado del casco viejo. Luego se convirti¨® en el centro del comercio de la ciudad: las tradicionales droguer¨ªas, ferreter¨ªas, relojer¨ªas o tiendas de tejidos atra¨ªan clientes de todo el entorno rural de la Llanada de ?lava e incluso de la cercana localidad burgalesa de Miranda de Ebro. Hoy la mayor parte de los nombres, las fachadas y hasta los viejos r¨®tulos de las tiendas se conservan, pero sus interiores se han convertido en comercios m¨¢s modernos, y, sobre todo, en cafeter¨ªas y bares que exhiben en su barra un buen surtido de pinchos. Desde esa plaza lo m¨¢s probable es que el viajero decida dar un paseo por la calle de Dato y aleda?os, que constituye el ensanche urbano trazado en el siglo XIX y hoy es la zona peatonal m¨¢s comercial de la ciudad. O puede que opte por atravesar la hermosa plaza de Espa?a, obra neocl¨¢sica del arquitecto Olagu¨ªbel, donde todav¨ªa hasta las primeras d¨¦cadas del siglo XX ten¨ªa lugar el mercado al aire libre. Desde all¨ª subir¨¢ por los Arquillos a la iglesia de San Miguel, pasar¨¢ ante la hornacina con la imagen de la Virgen Blanca (una delicada escultura g¨®tica protegida desde hace a?os por un cristal blindado a prueba de v¨¢ndalos) y se adentrar¨¢ en el casco viejo.
El casco viejo vitoriano es uno de los conjuntos urban¨ªsticos de Espa?a que mejor conserva el trazado medieval. Se levanta sobre la colina donde se fund¨® la antigua aldea de Gasteiz, refundada como Nova Victoria por el rey Sancho el Sabio de Navarra all¨¢ por el siglo XII. En torno al Campillo, donde se eleva la catedral vieja -edificio g¨®tico, hoy en un interesante proceso de restauraci¨®n y excavaci¨®n arqueol¨®gica- se ordenan en anillos conc¨¦ntricos descendentes las calles de nombres gremiales (Cuchiller¨ªa, Zapater¨ªa, Pintorer¨ªa, Herrer¨ªa, Correr¨ªa), formando algo as¨ª como una almendra de v¨ªas peatonales de ambiente variopinto: seg¨²n la zona, el d¨ªa y la hora puede encontrar el viajero un conjunto de callecitas recoletas y silenciosas en las que todo el mundo parece dormir, una hilera de tiendas de brocantes y anticuarios o, muy cerca, los ruidosos y bullangueros baretos de la m¨¢s radical movida abertzale. Bares de pinchos o de vino de Rioja a palo seco y hasta de algunas sustancias estimulantes menos ortodoxas, chiringuitos cutres junto a viejos palacios g¨®ticos o renacentistas cuidadosamente restaurados.
Modestas casas
El casco viejo es el que m¨¢s atrae e interesa al visitante, pero el menos apreciado por los vitorianos para vivir -aunque est¨¦ cuidado con mimo en su mayor parte-; por eso sigue siendo un barrio con bolsas de pobreza y en el que se asienta la mayor¨ªa de los inmigrantes extranjeros, ya que sus modestas casas les resultan las ¨²nicas medianamente asequibles en una ciudad de precios inmobiliarios inveros¨ªmiles, en continua escalada.
Todav¨ªa podr¨¢ el visitante seguir callejeando o podr¨¢ optar por dar un paseo por el parque de la Florida (el pulm¨®n de la ciudad decimon¨®nica), con su coqueto templete de la m¨²sica y su corro de reyes godos de caliza blanca, sobrantes -como sus hermanos del parque del Retiro madrile?o- de la fachada del Palacio Real de Madrid. Si es andar¨ªn, el visitante deber¨¢ tomar el paseo de la Senda (una de las m¨¢s bellas perspectivas que pueda uno imaginarse) y, bajo su b¨®veda de ramas de ¨¢rboles centenarios, llegar hasta el cercano pueblo de Armentia (situado a unos tres kil¨®metros) para, tras echar una ojeada a la bas¨ªlica rom¨¢nica, reponer fuerzas en alguna de las sidrer¨ªas de la zona. Por el camino habr¨¢ ido dejando a derecha e izquierda edificios singulares o, como se dice ahora, emblem¨¢ticos: la sede del Parlamento vasco, en el edificio dieciochesco del antiguo Instituto de Ense?anza Media; el palacio de Ajuria-Enea, residencia del lehendakari; las caprichosas casas se?oriales construidas por la burgues¨ªa vitoriana de principios del siglo XX, o el campo de f¨²tbol de Mendizorroza, el templo de un exultante Deportivo Alav¨¦s, el 'bravo equipo albiazul' al que sus seguidores animan con un himno castizo: '?nimo, pues, valiente Deportivo; ¨¢nimo, pues'.
S¨®lo una advertencia: todo esto es mejor hacerlo andando. La mayor parte del centro urbano est¨¢ peatonalizado, y eso, unido al plano circular de la ciudad, convierten la pretensi¨®n de desplazarse en coche en una aut¨¦ntica desesperaci¨®n: uno puede estar una hora dando vueltas en c¨ªrculo sin lograr penetrar adecuadamente en el meollo de la ciudad, concebida para peatones. Lo mejor es aparcar el veh¨ªculo cuanto antes y emprender la aventura a pie.
GU?A PR?CTICA
- Hotel Almoneda (945 15 40 84). Florida, 7. Confortable y bien situado. Habitaci¨®n doble, desde 52 euros. - Hotel Ciudad de Vitoria (945 14 10 00). Ram¨®n y Cajal, 5. La doble, desde 63,07 euros (tarifa de fin de semana). - Hotel General ?lava (945 21 50 00). Avenida de Gasteiz, 79. La doble (en fin de semana), 73,90 euros.
- Zabala (945 23 00 09). Mateo Benigno Moraza, 9. Precio medio, entre 20 y 25 euros. - Arkupe (945 23 00 80). Mateo Benigno Moraza, 13. Unos 30 euros.
- Oficina de Turismo de Vitoria (945 16 15 98 y www.vitoria-gasteiz.org).
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