Sabinares, aldeas perdidas y torres mud¨¦jares en el Alto Palancia, la desconocida monta?a de Castell¨®n
Esta comarca esconde parajes que resumen las esencias del paisaje mediterr¨¢neo, arroyos que juguetean entre pe?ascos y el rico patrimonio hist¨®rico de Segorbe, J¨¦rica o Bej¨ªs
La cabecera del r¨ªo Palancia, un valle escondido entre las ¨²ltimas estribaciones del sistema Ib¨¦rico y la costa mediterr¨¢nea, es hoy una comarca tranquila y apacible, de paisajes serranos y peque?as aldeas diseminadas a orillas de ramblas y arroyos, con un rico patrimonio hist¨®rico ¡ªvisible en las huellas romanas, ¨¢rabes y mud¨¦jares¡ª y art¨ªstico, que, sin embargo, ocup¨® un lugar estrat¨¦gico en las comunicaciones entre Valencia y el reino de Arag¨®n.
La ruta por la comarca del Alto Palancia empieza en Segorbe, su capital y principal centro de servicios. Fue sede episcopal desde ¨¦poca visigoda. Por eso tiene una hermosa catedral, un edificio g¨®tico levantado en el siglo XIII sobre el que se han hecho numerosas ampliaciones y reformas. Quedan tambi¨¦n restos de su recinto amurallado: las torres de la C¨¢rcel y del Botxi (verdugo), dos poderosos torreones de piedra caliza que antes marcaban el fin del per¨ªmetro urbano y que hoy han sido devorados por la ampliaci¨®n de la ciudad.
Por todos lados surgen palacetes, casas se?oriales y edificios nobles. En un antiguo hospital del siglo XVIII est¨¢ uno de mis lugares favoritos para comer y dormir en la ciudad: el hotel Mart¨ªn el Humano, un cuatro estrellas con un excelente restaurante en el claustro gestionado por el chef Javier Sim¨®n donde probar una olla segorbina y otras delicias de la cocina del Alto Palancia, un cruce entre la valenciana y la aragonesa.
Desde la catedral se accede al casco medieval de Segorbe, estrecho y laber¨ªntico, que nos llevar¨¢ al arco de la Ver¨®nica, uno de los antiguos portones de la muralla, y a la plaza del Agua Limpia, un agradable espacio semipeatonal donde destaca el antiguo palacio ducal de los se?ores de Segorbe, hoy convertido en casa consistorial, donde se conserva en el sal¨®n de Plenos uno de los mejores artesonados mud¨¦jares de la provincia.
Pero donde el mud¨¦jar, el estilo arquitect¨®nico fruto de la convivencia de corrientes art¨ªsticas cristianas y musulmanas en la Espa?a medieval, del que Men¨¦ndez Pelayo dijo que era ¡°el ¨²nico tipo de construcci¨®n peculiarmente espa?ol del que podemos envanecernos¡±, se manifiesta en toda su grandiosidad es en la siguiente parada: J¨¦rica. Sobre los tejados de J¨¦rica, un municipio de apenas 1.700 habitantes, sobresale la espigada torre de la Alcudia (o de las Campanas), la ¨²nica puramente mud¨¦jar de la Comunidad Valenciana. Parece como si toda la masa compacta de adobe y cal del pueblo sirviera de arbotante para sostener este sorprendente campanario de tres cuerpos octogonales, cada uno de per¨ªmetro distinto, rematado con una filigrana de mamposter¨ªa y azulejos vidriados. Lo del sobrenombre no tiene misterio: se levant¨® para albergar las campanas; la m¨¢s antigua de las cinco que hay ahora data de 1790.
Pero el alto Palancia es, sobre todo, un destino de naturaleza. Dejando J¨¦rica en direcci¨®n a Teresa y un par de kil¨®metros despu¨¦s de pasar Viver, una pista lleva hasta el paraje de El Sargal, una zona natural muy recomendable para pasar un d¨ªa de asueto a orillas del Palancia, que suele discurrir por aqu¨ª con buen caudal. Hay pozas donde ba?arse, zona de mesas y bancos para comer, arboledas bajo las que pasear, restos de un poblado ¨ªbero y un conjunto de grutas excavadas en toba caliza en las que han aparecido herramientas del Paleol¨ªtico Superior.
Teresa es un peque?o y tranquilo pueblo agr¨ªcola. A partir de aqu¨ª, el valle del Alto Palancia se hace cada vez m¨¢s estrecho y solitario. El r¨ªo juguetea entre pe?ascos mientras en sus riberas crece un bosque de ¨¢lamos, sauces y chopos.
Bej¨ªs es el pueblo m¨¢s alto de la ruta y a partir del cual el Palancia empieza a llevar un caudal apreciable. Aunque en realidad el r¨ªo nace un poco m¨¢s arriba, tras la Pe?a Escabia y cerca de la pedan¨ªa de El Toro. Hay una excursi¨®n senderista muy bonita con salida de fuente de Los Cloticos y regreso por el barranco Resinero hasta la aldea de El Molinar, uno de los rincones m¨¢s pintorescos de toda la monta?a castellonesa. Las casas de piedra de la aldea, el puente sobre el r¨ªo Palancia y el entorno tan salvaje, con los roquedos de la sierra de El Toro al fondo, forman un rinc¨®n de lo m¨¢s pintoresco. Cuando hay caudal, se forman unas pozas de ba?o muy agradables. Por desgracia, toda esta zona fue afectada por un tremendo incendio en agosto de 2022, que se inici¨® en Bej¨ªs y afect¨® a 20.000 hect¨¢reas, consumiendo buena parte de la cubierta vegetal de pinos, carrascas y sabinas. La aldea de El Molinar no se vio afectada, pero s¨ª, y mucho, el barranco Resinero y otros rincones emblem¨¢ticos de la sierra.
De la historia e importancia de Bej¨ªs dan fe las ruinas de lo que un d¨ªa fue un poderoso castillo de la Orden de Calatrava, en lo alto del cerro en torno al cual se arracima la villa, como una bufanda de ladrillo. Sus calles estrechas y empinadas obligan a dejar el coche en la plaza de abajo e iniciar un recorrido a pie por rincones silenciosos y encantadores que culminan al pie de la fortaleza. Desde arriba se disfruta de la mejor vista panor¨¢mica del Alto Palancia.
Aguas abajo, tambi¨¦n son interesantes otros espacios naturales, como los Cinglos de Rinc¨®n, en Azu¨¦bar, una larga repisa de roca escarpada con impresionantes vistas. Y el lago de la Dehesa, en Soneja, la ¨²nica laguna endorreica de monta?a en territorio valenciano.
Por cierto, si te gusta el cicloturismo, la v¨ªa verde Ojos Negros, la m¨¢s larga de Espa?a, que va de las minas hom¨®nimas, en Teruel, hasta Sagunto, atraviesa toda la comarca. En total son unos 67 kil¨®metros de carril bici que pasan por Barracas, Segorbe y J¨¦rica; una manera diferente de recorrer el Alto Palancia. Ese Castell¨®n de interior que nada tiene que ver con el bullicio y la construcci¨®n masiva de las poblaciones de la costa.
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