Jean Delumeau desentra?a las claves del 'miedo en Occidente'

'Tras el 11 de septiembre, me han llamado de distintos pa¨ªses y se buscan en mi libro, que es un volumen de historia y s¨®lo eso, las claves para comprender la actualidad. Y lo cierto es que mis an¨¢lisis aportan una cierta luz a lo que estamos viviendo', comenta el historiador franc¨¦s Jean Delumeau (Nantes, 1923) sobre El miedo en Occidente, publicado en 1978 y que Taurus acaba de reeditar, como lo han hecho otras editoriales en otros pa¨ªses.

En su libro, Delumeau hace por primera vez un inventario del papel jugado por el miedo en nuestra historia entre el siglo XIV y el siglo XVIII. 'Hasta que no publiqu¨¦ mi libro, en 1978, no exist¨ªa un texto que contemplase el fen¨®meno en su conjunto. S¨ª hab¨ªa buenos estudios parciales, de periodos concretos -como la peste o 1789-, pero no un recorrido panor¨¢mico que intentase inventariar los distintos miedos y analizase su influencia', dice Delumeau que, pr¨®ximo a cumplir los 80 a?os, sigue muy activo, viajando y participando en debates o dando conferencias.

'El temor al otro, ya sea jud¨ªo, musulm¨¢n, demonio o mujer, ha tomado nuevas formas'

El historiador franc¨¦s distingue entre miedos naturales y miedos culturales. 'Los primeros, los miedos al mar, a las cat¨¢strofes naturales, a las epidemias, han disminuido, pero los segundos, el temor al otro, ya sea jud¨ªo, musulm¨¢n, demonio o mujer, sigue ah¨ª y ha tomado nuevas formas. Hasta el siglo XVIII, el principal miedo de la poblaci¨®n occidental era de orden natural, se centraba en las cat¨¢strofes como inundaciones, hambrunas o epidemias, que causaban una gran mortandad, pero en el siglo XX la principal amenaza son las guerras. Cuanto mayor ha sido el progreso t¨¦cnico de la humanidad, mayor ha sido su capacidad para matar. Los atentados contra las Torres Gemelas han mostrado c¨®mo, a partir de la acci¨®n de unos pocos hombres armados de manera rudimentaria, es posible hacer sufrir a miles de civiles los peligros de la guerra en plena paz'.

Aunque el sida ha reemplazado a la peste -'la comparaci¨®n s¨®lo es relativa, pues el primero es transmisible mientras que la segunda era contagiosa'- o aunque la emisi¨®n de gases pone en peligro el planeta -'ahora son nuestras t¨¦cnicas las que ponen en marcha la amenaza de una gran cat¨¢strofe'-, aunque el miedo a la noche pervive -'el porcentaje de agresiones nocturnas es muy importante, la buena iluminaci¨®n de una calle aleja a los delincuentes'-, los llamados miedos naturales parecen haber perdido parte de su virulencia. No puede decirse lo mismo ahora de los miedos culturales que corren el peligro de ser reavivados 'por discursos como el del presidente Bush, que emplea el t¨¦rmino cruzada o habla del eje del mal, un tipo de expresiones que corresponde a una l¨®gica de enfrentamiento maniqueo, de ciudadela sitiada, o por las continuas referencias de ciertos ide¨®logos al choque de civilizaciones que s¨®lo puede tener como consecuencia el aumento del miedo o el odio al otro. Los EE UU tienen ya una experiencia de ad¨®nde lleva este tipo de paranoia: la caza de brujas del senador McCarthy. Entonces ve¨ªan comunistas en todas partes, los convirtieron en chivo expiatorio para poner en pie una inquisici¨®n en el interior de sus fronteras y supieron hacerlo con el respaldo de la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica. En estos momentos, el poder a¨²n no ha dado un paso decisivo en direcci¨®n de instaurar la sospecha paranoica como sistema'.

Delumeau no cree que los atentados de Bin Laden hayan hecho recrudecer la obsesi¨®n por las cuestiones de seguridad. 'Hubieran estado en el centro de la campa?a presidencial francesa de todos modos porque en las barriadas hay cada d¨ªa m¨¢s incidentes de incivilidad. Y en agosto pasado, cuando estuve en Bogot¨¢ y Medell¨ªn, el tema recurrente entre todos los colombianos, era la inseguridad'.

Delumeau se niega a demonizar a los EE UU en el recrudecimiento del temor al distinto, al otro. 'Los fundamentalistas isl¨¢micos est¨¢n en el origen de lo que vivimos. Los pa¨ªses musulmanes salen de una descolonizaci¨®n y han fracasado en su conjunto en el ingreso a la modernidad, algo que no puede decirse de la India o de China, por ejemplo. Y el mundo musulm¨¢n se refugia en la mitificaci¨®n de un pasado glorioso y quiere que Occidente sea el chivo expiatorio de sus fiascos. Ellos, como los EE UU, tambi¨¦n alimentan el esp¨ªritu de ciudadela sitiada. La piedra de toque para esos mundos es solucionar la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo'.

La actualidad pol¨ªtica le apasiona. Para ¨¦l, EE UU 'no puede seguir respaldando de manera acr¨ªtica al Israel de Sharon'. Admite que el retorno de los emigrados palestinos y la cuesti¨®n demogr¨¢fica explican parte de los miedos israel¨ªes. 'Israel ha de renunciar a las colonias y Palestina al mito del retorno de los emigrantes. Y eso es dif¨ªcil ante un pa¨ªs como Israel, que ha hecho de la idea del retorno una clave de su legitimidad'.