El billete de cinco 'talegos'
141 a?os despu¨¦s de los reales de vell¨®n y 108 de los escudos de la revoluci¨®n septembrina, se emit¨ªa el primer billete de la transici¨®n
A partir de ma?ana, EL PA?S ofrece cinco nuevos f¨¢csimiles de billetes hist¨®ricos, entre ellos el primero emitido en el reinado de Juan Carlos I. Fue de 5.000 pesetas, lleva fecha de 6 de febrero de 1976 y coincide con la transici¨®n hacia la democracia. Era la primera vez que comenzaba a circular un billete tan grande.La inflaci¨®n acumulada, especialmente acusada en los cinco a?os anteriores, hab¨ªa obligado a aumentar el valor nominal del billete m¨¢s alto, hasta entonces de mil. En esos tiempos, 5.000 pesetas era una cantidad apreciable. Un buen sueldo sub¨ªa hasta 40.000 o 50.000 cuando cinco a?os antes esos salarios equival¨ªan a 15.000 o 20.000. Un peri¨®dico costaba 10 pesetas, un caf¨¦, 15; un piso de tres habitaciones en la calle Hermosilla de Madrid sub¨ªa a 4,5 millones, ver pel¨ªculas en las salas grandes que no hab¨ªan dado paso a las minicines, oscilaba entre 10 y 20 duros; el d¨®lar se cotizaba a 67 pesetas.
Una referencia comparativa para los a?os de los billetes de la semana pr¨®xima puede ser la adquisici¨®n de un coche utilitario. En 1976, un Seat 127 costaba 160.000 pesetas (160 talegos de Carlos III en el argot popular), un Dos Caballos, 120.000. En 1935 (a?o del billete de 500 pesetas que se entrega el mi¨¦rcoles), un Fiat Balilla en Italia ten¨ªa el precio de 10.800 pesetas m¨¢s importaci¨®n e impuestos, seg¨²n modelos, y un Topolino 8.900.
Este criterio de los coches, claro, no se puede retrotraer a la Espa?a de los 4.000 reales de vell¨®n de 1835, moneda de cobre que hist¨®ricamente se fue comiendo a la de plata y que se llamaba as¨ª por el cordero que ten¨ªa grabado, representando al m¨ªstico Agnus Dei. Por esta raz¨®n, en M¨¦xico todav¨ªa se sigue llamando lana al dinero.
En el primer liberalismo de la d¨¦cada de los treinta del siglo XIX, se pod¨ªa comer por seis u ocho reales con huevos fritos y otros platos, para dar de postre pasas y almendras m¨¢s un bollito de tahona. Por 12 reales se daba de comer una amplia gama de platos en las reci¨¦n aparecidas fondas (no se hab¨ªa importado a¨²n la palabra restaurante) con influencia francesa en la cocina, italiana en los modales y en el precio fijo, as¨ª como una lista escrita de platos (hasta entonces los recitaba el mozo), tres aspectos de modernidad que nunca se hab¨ªan cultivado en los mesones, hoster¨ªas y bodegones castizos.
Otro de los facs¨ªmiles que se entrega es el de 400 escudos de 1868. El 13 de septiembre de ese a?o dio paso a una ¨¦poca de constantes cambios de r¨¦gimen y de gobiernos, que conforman el ambiente en el que se mueven y viven intensamente los personajes de la novela galdosiana Fortunata y Jacinta, una de las cumbres de la novela espa?ola. Para saber lo que era un escudo, en un pasaje de la narraci¨®n de referencia uno de los personajes jugaba medio escudo, equivalente a medio duro, o sea, diez reales o 2.50 pesetas en la nueva unidad que todav¨ªa no se hab¨ªa popularizado. A la familia protagonista, los comerciantes Santa Cruz, les toc¨® la loter¨ªa de Navidad en 1873. Jugaban un billete completo (200 reales) por el que obtuvieron 250.000.
Los acomodados Santa Cruz, que se hab¨ªan retirado del comercio, disfrutaban de una renta anual de 25.000 pesos o duros que les produc¨ªan las casas, acciones y la participaci¨®n en su antiguo almac¨¦n.
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