La suerte de poder aprender

Un taller de empleo en el que participan 16 personas (15 mujeres y un hombre), est¨¢ cambiando costumbres y h¨¢bitos en la barriada, socialmente deprimida, de Torreblanca (Sevilla). Todas las participantes aseguran que les ha tocado la loter¨ªa.

Cuando el pasado septiembre empezaron las clases, la mayor¨ªa apenas sab¨ªa leer y escribir, carec¨ªan de empleo, ten¨ªan una vida totalmente desestructurada y sus maridos -las que los tienen, porque muchas son madres solteras o est¨¢n separadas- no entend¨ªan ni consent¨ªan que ellas se fueran a clase y, menos a¨²n, que les dejasen al cargo de los ni?os o encargados de recoger las cosas de casa.

Hoy, seis meses despu¨¦s, m¨¢s de una de estas mujeres cuenta como el marido colabora en las tareas dom¨¦sticas o c¨®mo despu¨¦s de haber aprendido 'a hacer n¨²meros' han ido solas al banco y han conseguido cambiar las condiciones de la hipoteca.

Paqui, 33 a?os, madre soltera de dos hijas, acaba de comprarse un piso por dos millones y medio. Por primera vez en su vida va a ser una mujer independiente. Paga 21.000 pesetas al mes de hipoteca pero no teme al futuro. 'Mi vida ha cambiado en un 100%'. ?En qu¨¦? 'En todo. Ahora s¨¦ qu¨¦ es tener autoestima y comprendo lo mal que me trataban antes, cuando iba a limpiar a las casas'. Paqui cuida a personas mayores durante las pr¨¢cticas que al igual que sus compa?eras tiene que hacer, pues ¨¦stas forman parte del curso. Tambi¨¦n como ellas, Paqui tiene asegurado un empleo cuando concluyan los estudios en junio. Paqui ha cambiado tanto que es capaz de hablar con soltura, re¨ªrse, y no tener miedo al rid¨ªculo.

Igual le sucede a Esperanza. Su historia, 'sin entrar en detalles', dice, tiene su enjundia. A los 16 a?os tuvo su primer hijo; despu¨¦s tendr¨ªa cuatro m¨¢s. A los 32 fue abuela. Hoy, con 34, Esperanza espera dos nuevos nietos. Tambi¨¦n para ella el taller ha venido a salvarle 'la vida'. Las 126.000 pesetas que cobra cada una de estas personas al mes (el curso est¨¢ patrocinado por el Inem) la est¨¢n ayudando 'a tapar agujeros'.

Hay otras historias. Casi todas dram¨¢ticas, con mucho dolor; algunas de ellas, tr¨¢gicas. 'Dolores, que tiene 34 a?os, lleg¨® el primer d¨ªa de clase con el negro del luto y se va ir a con el blanco del trabajo y la ilusi¨®n', dice en voz alta, se?al¨¢ndola, una compa?era.

Ahora todas son amigas. Se ven fuera del aula y en torno a un caf¨¦ comentan los cambios experimentados en sus vidas. En el barrio las envidian; y ellas, que aseguran haber luchado con u?as y dientes para empezar de nuevo a vivir, no est¨¢n dispuestas a dejar que su esfuerzo se pierda.

Todas coinciden que lo m¨¢s dif¨ªcil para ellas ha sido ponerse a estudiar. 'Pero le han cogido gusto; tanto, que algunas est¨¢n ahorrando dinero para pagarle m¨¢s adelante a sus hijos los estudios', comenta Fernando Gavilanes, monitor responsable del taller.