Pol¨ªticas de la vida diaria
En los ¨²ltimos meses ha irrumpido con fuerza en el debate p¨²blico lo que llamar¨ªa las 'pol¨ªticas de la vida diaria', una serie importante de cuestiones que, desde la educaci¨®n hasta la familia, el envejecimiento o el multiculturalismo, hablan de las condiciones de vida diaria de los ciudadanos. Creo que esta nueva generaci¨®n de asuntos abre un horizonte nuevo y refrescante para la pol¨ªtica, pues permite pensar propuestas in¨¦ditas de mejora de la organizaci¨®n colectiva de la sociedad espa?ola.
Tomemos como ejemplo el debate que ha tenido lugar en los ¨²ltimos meses sobre el botell¨®n. La verdad es que simpatizo en alguna medida con los j¨®venes: no tienen dinero, quieren hablar y huyen naturalmente de las discos en las que una copa les cuesta demasiado y adem¨¢s est¨¢n sumergidos en una m¨²sica a todo volumen con la que s¨®lo se puede hablar por se?as. Y, sin embargo, es cierto que la extensi¨®n del botell¨®n ha causado problemas de ruido excesivo para los vecinos que quieren dormir, de suciedad en los lugares de reuni¨®n. Y es m¨¢s cierto a¨²n que, a la luz de las estad¨ªsticas, los j¨®venes espa?oles beben mucho, demasiado. Quiz¨¢ no existan soluciones a corto plazo m¨¢s all¨¢ de las prohibiciones. Pero las prohibiciones son medidas de emergencia que, si no se complementan con otras soluciones, tendr¨¢n una eficacia m¨¢s que dudosa.
?Cu¨¢les son esas soluciones a medio y largo plazo? Creo que todo tiene que partir de una autocr¨ªtica radical acerca de c¨®mo est¨¢ organizada la sociedad espa?ola. Y esa autocr¨ªtica se debe hacer a partir del reconocimiento de dos tesis fuertes: la generaci¨®n de los j¨®venes que rondan los veinte a?os ni ha tenido educaci¨®n familiar en Espa?a ni ha tenido educaci¨®n en valores c¨ªvicos.
No ha tenido educaci¨®n familiar porque el contacto entre padres e hijos se ha perdido. Las clases emergentes espa?olas, las nuevas clases medias en nuestro pa¨ªs, se componen de padres y madres que trabajan de sol a sol y dejan a sus hijos a su libre albedr¨ªo. Cuando esos padres y madres llegan a casa, rendidos, entre las ocho y las diez de la noche, no tienen ganas ni energ¨ªa para conectar con unos hijos que van creciendo como extra?os.
Opino que el fracaso de la familia espa?ola actual es en muy buena medida producto de una organizaci¨®n del trabajo que impide la vida familiar. Es mi convicci¨®n que, en Espa?a, una de las grandes revoluciones culturales pendientes es que madres y padres puedan llegar a su casa a las cinco o seis de la tarde como ocurre en el resto de Europa (incluso entre nuestros vecinos m¨¢s pr¨®ximos como Francia, Italia o Portugal). Algo muy serio y muy negativo pasa con la rigidez de horarios en nuestro pa¨ªs, un pa¨ªs en el que el trabajo a tiempo parcial no consigue despegar y en el que, sobre todo, una rid¨ªcula jornada partida alarga los horarios de trabajo hasta las siete o las ocho de la tarde. ?No ser¨ªa hora, pues, de iniciar un movimiento con el doble objetivo de la flexibilizaci¨®n de las horas de trabajo en nuestro pa¨ªs, y la supresi¨®n de la jornada partida? Lo que s¨ª est¨¢ claro a partir de estas consideraciones, es que las pol¨ªticas puestas en marcha por los gobiernos conservadores en Espa?a para compatibilizar la vida familiar y laboral est¨¢n muy lejos de resolver los problemas reales que tiene hoy la familia espa?ola.
Si el contacto entre generaciones se ha perdido en el ¨¢mbito familiar, bueno ser¨ªa organizar ese reencuentro y propiciarlo desde la esfera p¨²blica. En esta direcci¨®n, me atrever¨ªa a sugerir una soluci¨®n que va un poco m¨¢s all¨¢ de los programas abierto hasta el amanecer. Como tales programas han demostrado, no es descabellado ofrecer a los j¨®venes la posibilidad de autogestionar actividades deportivas, l¨²dicas y festivas en sus propios centros de ense?anza (u otros centros municipales) los fines de semana: la autogesti¨®n de sus propias actividades es una de las claves para integrar c¨ªvicamente a la juventud espa?ola actual. Sin embargo, esa autogesti¨®n, y es aqu¨ª donde esta propuesta va un poco m¨¢s all¨¢, deber¨ªa estar sometida a un cierto tipo de control comunitario. No se trata de que vigilantes jurados digan a los j¨®venes lo que puedan o no hacer. Se tratar¨ªa m¨¢s bien de que las AMPA (esas asociaciones de madres y padres que el Gobierno conservador quiere debilitar), monitorizaran el desarrollo de las actividades y, en colectivo, junto a los propios j¨®venes, las discutieran y las fueran encauzando. Para ello necesitamos que padres y madres, como ciudadanos activos, puedan colaborar activamente en la vida de su comunidad local.
Los j¨®venes tampoco han recibido una educaci¨®n en valores c¨ªvicos. Yo creo que la ense?anza transversal de valores (hipot¨¦ticamente los valores se ense?an a trav¨¦s de todas las asignaturas, de un modo impl¨ªcito) que los socialistas pusimos en marcha con la LOGSE no ha funcionado. El error estuvo en la timidez socialista por no imponer una excesiva carga ideol¨®gica a la educaci¨®n primaria y secundaria.
Este tema conecta a su vez con el naciente debate sobre si la ense?anza religiosa en las escuelas debe continuar monopolizada por la Iglesia cat¨®lica o debe abrirse a la ense?anza del islam. Desde mi punto de vista, este debate est¨¢ muy mal enfocado. Porque, si se abre al islam, ?por qu¨¦ no abrir tambi¨¦n la ense?anza religiosa en la escuela a otras denominaciones religiosas como los Testigos de Jehov¨¢, la Iglesia Evang¨¦lica o el juda¨ªsmo? Y ?por qu¨¦ no abrirla tambi¨¦n a la Iglesia anglicana o luterana? Al fin y al cabo, con la integraci¨®n europea y la globalizaci¨®n, m¨¢s y m¨¢s denominaciones religiosas estar¨¢n presentes en nuestro pa¨ªs y, con toda legitimidad, reclamar¨¢n el derecho.
La ¨²nica manera de respetar el mandato constitucional a que el Estado apoye la educaci¨®n religiosa es posibilitando (es decir, sufragando p¨²blicamente y de acuerdo a la importancia real de cada Iglesia) que las denominaciones religiosas realicen su adoctrinamiento en sus centros de culto, fuera de la escuela y fuera del horario escolar. Y en su lugar, para corregir el tremendo error de una educaci¨®n primaria y secundaria que no educa en valores, deber¨ªamos iniciar un movimiento por una asignatura de educaci¨®n c¨ªvica (como tienen los j¨®venes en pa¨ªses de cultura democr¨¢tica) que los ni?os y j¨®venes pudieran aprender en escuelas e institutos, a?o tras a?o, desde la ense?anza primaria hasta el final del bachillerato. Claro que esta soluci¨®n exige reformar el Concordato con la Iglesia cat¨®lica. Pero ?no es hora ya de revisar los acuerdos del pasado, sobre todo cuando comprobamos que tales acuerdos no han imbuido a nuestros j¨®venes de valores c¨ªvicos y que esto se ha convertido en un problema social importante?
Es posible que a muchos lectores esta reflexi¨®n les parezca heterodoxa, puesto que apunta problemas y soluciones en las que se mezclan aspectos pol¨ªticos y culturales y exigen medidas pol¨ªticas no convencionales. Pero tal es el signo de los tiempos: nos encontramos ante problemas sociales in¨¦ditos, que asoman a trav¨¦s de la vida diaria. Bueno ser¨¢ pasar de la vida pol¨ªtica a la pol¨ªtica de la vida, diaria y cotidiana, y atreverse a pensar soluciones tambi¨¦n in¨¦ditas.
Manuel Escudero es vicedecano de Investigaci¨®n y profesor de Macroeconom¨ªa del Instituto de Empresa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.