El periplo asombroso de un poeta
En apenas diez a?os de escritura, Miguel Hern¨¢ndez tuvo que neutralizar sus deficiencias formativas y su retraso est¨¦tico respecto a las corrientes de la ¨¦poca. Considerado s¨®lo como escritor, de ¨¦l podr¨ªa decirse no tanto que muri¨® pronto como que naci¨® tarde: Perito en lunas (1933), su primer libro publicado, ten¨ªa todo el aspecto de estar art¨ªsticamente a la pen¨²ltima; sin embargo, a su muerte en 1942, con s¨®lo 31 a?os, hab¨ªa completado un trayecto que varios poetas del 27 tardaron un par de d¨¦cadas en recorrer. Asombra que tres de esos a?os los viviera en medio de los tr¨¢gicos azacaneos de la guerra, y otros tres recorriendo un viacrucis de 13 estaciones carcelarias. La pena de muerte a que fue sentenciado se le conmut¨® por la inmediatamente inferior (Franco no quer¨ªa otro esc¨¢ndalo como el de Lorca): as¨ª que el condenado a muerte se convirti¨® en un condenado a morirse. Y eso fue lo que hizo, mientras escrib¨ªa a hurtadillas sus lacerantes poemas terminales.
MIGUEL HERN?NDEZ. PASIONES, C?RCEL Y MUERTE DE UN POETA
Jos¨¦ Luis Ferris Temas de Hoy. Barcelona, 2002 530 p¨¢ginas m¨¢s 16 de fotograf¨ªas. 21,25 euros
En pocos poetas se abrazan tan estrechamente vida y creaci¨®n literaria. De ah¨ª la importancia de la biograf¨ªa escrita por Jos¨¦ Luis Ferris, que ha llenado un hueco ocupado hasta aqu¨ª por la ignorancia o, quiz¨¢ peor, por la mitificaci¨®n del 'poeta cabrero', un clis¨¦ m¨¢s r¨²stico que buc¨®lico permitido, si no cultivado, por el propio escritor. Esta mitificaci¨®n -o sea, esta mistificaci¨®n- era acaso inevitable, pero no debe suplantar el territorio de unos versos progresivamente despojados de la ret¨®rica que le reproch¨® el desabrido Cernuda.
Analiza Ferris la formaci¨®n del poeta y su relaci¨®n con el atormentado Pepito Mar¨ªn (Ram¨®n Sij¨¦), muerto a los 22 a?os, cuando ya se hab¨ªa producido su divorcio ideol¨®gico con Hern¨¢ndez. N¨²cleo duro del volumen es la vida amorosa del poeta. En ella brillan, junto al de Josefina Manresa, nombres como el de Maruja Mallo, a quien Ferris considera principal destinataria de El rayo que no cesa. Seg¨²n destaca el bi¨®grafo, Miguel Hern¨¢ndez apenas vivi¨® algunas semanas discontinuas con Josefina, de cuya frecuente incomprensi¨®n se duele. Sus cartas combinan las declaraciones sentimentales a la mujer -como amante y pronto como madre- con sus quejas, veladas o expl¨ªcitas, por la cerraz¨®n tradicionalista y el derrotismo de aqu¨¦lla. Es recurrente en el libro la reflexi¨®n sobre las relaciones del poeta con los del 27, Lorca en especial, a quien un Hern¨¢ndez sabedor de su val¨ªa le hostiga con su persistente solicitud de atenci¨®n, favor o recomendaciones. Se resalta tambi¨¦n su activa participaci¨®n en la guerra, as¨ª como su atribulado periplo carcelario.
He aqu¨ª, en fin, una biograf¨ªa solvente, documentada, bien escrita. Esta vez nos acogeremos al t¨®pico: el libro se lee como una novela; s¨®lo que, lamentablemente, lo que aqu¨ª se nos relata no es una novela.
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