El factor humano
Vuelve el Deportivo de A Coru?a con su media sonrisa de ganador moral mientras el Real Madrid y el Barcelona se reponen del dolor de cervicales que suele quedar bajo el peso de la gloria.
En los balnearios del Bar?a, el estragado Luis Enrique bebe litros y litros de agua para refrescar las fibras musculares y recuperar los gramos perdidos. En los cen¨¢culos del Madrid, el esforzado Santiago Solari administra la bolsa de hielo con una mezcla de sensualidad y codicia, como si fuese una bolsa de monedas, y repasa los mejores minutos del partido ante el Bayern de M¨²nich. Como buen gaucho, disfruta del sonido de la memoria sin levantar la voz, porque buey solo bien se lame y porque, en el corral de la fama, quien se hincha como un pavo nunca pasa de Navidad.
Hace algunos a?os, cierto futbolista fino y sabio sol¨ªa hacer un diagn¨®stico en v¨ªsperas de las grandes eliminatorias: '?sta tenemos que ganarla con el equipo. S¨®lo a veces, en situaciones de extrema urgencia, levantaba la vista, apretaba los pu?os, hac¨ªa un gesto de complicidad y dec¨ªa en voz baja 'Esta otra tenemos que ganarla los jugadores'.
Con ello quer¨ªa decir ese jugador que para ganar determinados partidos basta con un estricto cumplimiento de las obligaciones; con aplicarse en los ensayos, con recurrir a los automatismos adquiridos durante la temporada, con mantener la disciplina t¨¢ctica, con aplicar las reglas del manual y, en resumen, con cumplir los horarios del juego.
En su segunda sentencia iba mucho m¨¢s all¨¢: quer¨ªa decir que a veces el mero cumplimiento laboral no es suficiente para superar al contrario, sobre todo cuando el contrario llega con la cara de Effenberg y el casco de acero calado hasta las cejas. En ese caso es indispensable que los jugadores miren su propio carn¨¦ de identidad y se pregunten realmente si lo que quieren es pasar de largo o pasar a la historia.
En esta ocasi¨®n, los nuevos espartanos del Panathinaikos de Atenas y los viejos mercenarios del Bayern de M¨²nich hab¨ªan hecho la mitad del trabajo.
En el partido de ida, los griegos lograron envolver al Barcelona en una mara?a verde y, a ¨²ltima hora, consiguieron uno de esos goles cuyo tama?o crece con el paso de los d¨ªas.
Bajo las monta?as de plexigl¨¢s del estadio Ol¨ªmpico, Oliver Kahn volvi¨® a tirar de la manada como de costumbre: se conchab¨® con Elber y Kouffour, areng¨® a las masas con su habitual discurso de gru?idos, se acerc¨® a Effenberg y, hombro con hombro, convirti¨® finalmente una derrota humillante en una victoria heroica.
Pero no fue suficiente. En Barcelona y en Madrid, los chicos de Carles Rexach y Vicente del Bosque se dijeron que el orden de los factores s¨ª altera el producto. Se acordaron de sus propios nombres y, qu¨¦ maravilla, antepusieron al factor profesional el factor humano.
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