Luces y sombras de una ciudad reinventada
Ciudadanos de Marbella eval¨²an 11 a?os de gobierno del Grupo Independiente Liberal
La noche del 26 de mayo de 1991 todos en Marbella ten¨ªan la sensaci¨®n de que se avecinaba una etapa de cambios. La mayor¨ªa que acababa de aupar con sus votos a la alcald¨ªa al constructor soriano y presidente del Atl¨¦tico de Madrid, Jes¨²s Gil y Gil, deseaba que aquella versi¨®n castiza del rey Midas lograra devolver a su ciudad el esplendor perdido por la desidia de los pol¨ªticos al uso, a quienes a¨²n no ha perdonado. Los otros candidatos masticaron la derrota entre advertencias apocal¨ªpticas que nadie escuch¨®. Las voces de los perdedores quedaron sepultadas por la promesa de que el pueblo hab¨ªa encontrado 'el ¨²nico interlocutor v¨¢lido para desarrollar ese gran proyecto de relanzar Marbella'.
'Gil nunca ha ocultado que se propon¨ªa someter el medio ambiente al crecimiento'
Once a?os despu¨¦s, tras tres legislaturas con mayor¨ªa absoluta, Marbella est¨¢ permanentemente en boca de todos, pero los m¨¦todos empleados por el alcalde en su sue?o transformador empiezan a ser tan cuestionados como algunas de las consecuencias de la metamorfosis. El Tribunal Supremo acaba de marcar el el fin de otra etapa con la inhabilitaci¨®n de Gil. Su peculiar forma de mezclar intereses p¨²blicos y privados le augura un largo peregrinaje judicial. Su proyecto urban¨ªstico es considerado inaceptable por la Junta de Andaluc¨ªa, que mantiene adem¨¢s 85 expedientes abiertos contra actuaciones urban¨ªsticas en el municipio.
Seguidores y antagonistas de Gil son un¨¢nimes a la hora de reconocer que Marbella ha cambiado. En lo que no coinciden todos es en la valoraci¨®n del cambio. Algunos, como el ecologista Javier de Luis, lo consideran catastr¨®fico. 'En estos a?os, Marbella ha perdido su patrimonio p¨²blico en favor de los intereses privados. S¨®lo en el casco urbano se han perdido 40 zonas verdes porque se ha construido en ellas o porque se han recalificado. Tambi¨¦n se han perdido 130 zonas de protecci¨®n del arbolado, aparte de las agresiones que ya se han registrado en las zonas de sierra y de costa', explica.
De Luis lamenta tambi¨¦n el tiempo que se ha tardado en reaccionar contra eso. 'Gil nunca ha ocultado que su prop¨®sito era someter el medio ambiente al crecimiento urban¨ªstico. Su documento para la revisi¨®n del PGOU de 1993 ya lo demostr¨®, y sin embargo entonces s¨®lo se presentaron tres alegaciones en contra; la del PSOE, la de las Asociaciones de Vecinos y la nuestra'.
No todos comparten la visi¨®n de De Luis. Salvador Lobato, jefe de cocina y presidente de la asociaci¨®n que aglutina a este gremio en la ciudad, Ajecomar, elogia la gesti¨®n de Gil, con la que, confiesa, era esc¨¦ptico al principio. 'Le reprochan haber acabado con las zonas verdes, pero ahora yo veo muchos jardines y muy bien cuidados', asevera.
La plantaci¨®n de peque?os vergeles en las principales avenidas fue una de las primeras acciones del alcalde, igual que la construcci¨®n de grandes arcos a modo de fronteras del t¨¦rmino municipal y la decoraci¨®n con pintura azul de la mediana de la carretera. Imagen y seguridad fueron los pilares de la transformaci¨®n. La Polic¨ªa Local maneja hoy un presupuesto superior a los 11 millones de euros s¨®lo para pagar las n¨®minas de sus 447 agentes.
Pero tambi¨¦n hay quien asegura que la Polic¨ªa Local da m¨¢s imagen que servicio presta, al menos en los barrios. Ana Mas, tesorera de la Asociaci¨®n de Vecinos de Las Albarizas, se queja de la falta de seguridad. 'En nuestro barrio se producen robos dos veces en semana, y hace ocho meses que no se ve una pareja de polic¨ªas por la calle. Los barrios est¨¢n abandonados. En Marbella se vende el escaparate, pero no se cuida la trastienda', protesta. En el casco antiguo de la ciudad, la ¨²nica zona que a¨²n conserva la fisonom¨ªa del pueblo que fue Marbella, el descontento se centra en los terribles problemas de tr¨¢fico. La falta de aparcamiento y los dos grandes centros comerciales impulsados por Gil, uno de ellos en un terreno recalificado ad hoc, han propiciado el declive del peque?o comercio, hasta hace poco una se?a de identidad de Marbella. 'En 1999 desaparecieron 650 negocios', ilustra Antonio N¨²?ez, presidente de la Asociaci¨®n de la Peque?a y Mediana Empresa de Marbella (APYMEM).
N¨²?ez, como casi todos, entiende que la ciudad se ha transformado en estos a?os. Y aboga por la reflexi¨®n. 'Tenemos que pensar en un cambio de rumbo radical, explotar nuestro car¨¢cter mediterr¨¢neo con un modelo de desarrollo sostenible', afirma. Pero el primer reto de Marbella es recuperar la capacidad de di¨¢logo, que no es empresa f¨¢cil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.