Hist¨®rica protesta
No se lo van a creer, pero estos ojitos lo han visto: una protesta generalizada del p¨²blico de la Maestranza consigui¨® que el presidente, en una decisi¨®n tan incoherente como hist¨®rica, devolviera al sexto toro por chico, impresentable e impropio de esta plaza. Verlo para creerlo, pero as¨ª ha sido. ?Es que la gente ya se ha cansado de que le tomen el pelo? ?No ser¨¢, m¨¢s bien, que han llegado los forasteros, que no est¨¢n dispuestos a aguantar lo que aguanta esta Sevilla, que confunde la clase con el conformismo m¨¢s desesperante?
Esto fue lo que pas¨®: nada m¨¢s salir el sexto por la puerta de chiqueros comenzaron las primeras protestas. No era para menos. Era un becerro que no hubiera pasado el reconocimiento en una sin caballos: sin trap¨ªo ni cara. Muchos espectadores expresaron su desconcierto: 'Pero si no se ha ca¨ªdo'. Como est¨¢n tan acostumbrados a ver toros esmirriados...
Garcigrande / Finito, Tom¨¢s, De Mora
Cuatro toros de Garcigrande -cuatro fueron rechazados en el reconocimiento-, mal presentados, mansos y descastados; el sexto fue devuelto por impresentable. Tercero y quinto, de Hermanos Sampedro, justos y sosos; el sobrero, de Domingo Hern¨¢ndez, mal presentado y descastado. Finito de C¨®rdoba: tres pinchazos, casi entera y dos descabellos (silencio); cuatro pinchazos y un descabello (silencio). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada (gran ovaci¨®n); dos pinchazos y estocada (silencio). Eugenio de Mora: estocada (ovaci¨®n); casi entera y dos descabellos (silencio). Plaza de la Maestranza. 13 de abril. 10? corrida de abono. Lleno de 'no hay billetes'.
De Mora lo pasa de capote sin convicci¨®n. Salen los piqueros y la protesta se generaliza. Le dan fuerte como si el animal tuviera la culpa. El novillo no se cae. ?Vaya, hombre! Muchos espectadores dirigen improperios contra el presidente. ?ste, impert¨¦rrito y ausente, mira al infinito. A su derecha, el asesor veterinario no sabe d¨®nde meterse. Aparece el pa?uelo blanco y la plaza entera protesta airada. Aparece una almohadilla, otra y otra, hasta decenas que pueblan el ruedo y ponen en peligro la integridad de las cuadrillas. El presidente, se supone que para evitar un desorden p¨²blico y males mayores, decide devolverlo a los corrales.
Tarde hist¨®rica, s¨ª se?or. Este espect¨¢culo no hab¨ªa ocurrido nunca en esta plaza.
La verdad es que toretes del estilo del devuelto se han lidiado por docenas en Sevilla y nunca ha pasado nada. La presi¨®n de los taurinos es cada vez m¨¢s fuerte y la autoridad de los equipos presidenciales, m¨¢s d¨¦bil.
?Qui¨¦n mandaba en el cartel de ayer? Jos¨¦ Tom¨¢s, quien, al parecer, impuso la ganader¨ªa de Garcigrande, que visto lo visto, no ten¨ªa toros suficientes para Sevilla. ?Por qu¨¦ la empresa Pag¨¦s acepta contratar a una ganader¨ªa en estas condiciones?
No hay que ser un lince para atisbar que la presi¨®n de los toreros consigui¨® que se aprobara ese toro sexto. Pero lo aprob¨® el presidente, la misma persona que despu¨¦s lo devuelve por la presi¨®n del p¨²blico. ?Se entiende algo? S¨ª, todo; se entiende que mandan los toreros, que se burlan impunemente de la empresa, de la autoridad y, lo que es peor, del p¨²blico. ?Ser¨¢ cesado el presidente? ?Usted qu¨¦ cree? Pues, eso, que no.
La corrida fue una enciclopedia de mansedumbre y soser¨ªa. Y todo fue muy aburrido. Lo ¨²nico destacable lo hizo Tom¨¢s, que tore¨® muy bien a la ver¨®nica, por chicuelinas y con el capote a la espalda. Inici¨® la faena a su primero cit¨¢ndolo desde los medios, el toro lo atropell¨® en su carrera, lo lanz¨® por los aires y lo recogi¨® ya en el suelo, sin que, afortunadamente, resultara lesionado. Fue una voltereta espeluznante que acab¨® con cualquier posibilidad de lucimiento. El toro se raj¨®, como le ocurri¨® al quinto, con el que estuvo breve.
Finito no tuvo suerte, que es lo que se suele decir para justificar a los toreros. Lo cierto es que se mostr¨® torpe, sin recursos, precavido, incapacitado para adoptar, al menos, otra actitud ante la soser¨ªa de sus oponentes.
Y Eugenio de Mora demostr¨® voluntad, pero no dio una a derechas. Le toco el ¨²nico que embisti¨®, el tercero, y lo tore¨® con prisas, sin convicci¨®n ni orden en un trasteo vulgar. En el sobrero, soso tambi¨¦n, la gente no estaba para gaitas.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.