El Atl¨¦tico empata de pie

Bendita irresponsabilidad la del Atl¨¦tico. La que dirigi¨® sus movimientos en la ¨²ltima media hora ante el Xerez. La que alegr¨® otra ma?ana insoportable, por formal, en el Calder¨®n. La que gui¨® a los rojiblancos, cegados por su af¨¢n de victoria, en unos treinta minutos finales locos, desordenados, entretenidos, grandes. Arriesgados tambi¨¦n, porque el l¨ªder se jug¨® la derrota en unas cuantas contras que regal¨® en su combate a pecho descubierto. E improductivos a la postre, porque los locales no sacaron un m¨ªsero gol de sus irresistibles ganas de ganar. Pero estupendos finalmente. Se dej¨® llevar el Atl¨¦tico y, en el viaje, recuper¨® un trozo de la grandeza que hab¨ªa perdido en las semanas precedentes y a la que por su historia -pese a los desmentidos que cuelgan del diccionario de los pragm¨¢ticos, ese lo importante es subir tan vigente en estos d¨ªas- est¨¢ obligado.

El toque de corneta lo dio Diego Alonso, insuperable en los asuntos del coraz¨®n, cuando de lo que se trata es de dejarse de sutilezas y arrojarse de cabeza al vac¨ªo en apuestas del todo por el todo. Y fue ah¨ª donde decepcion¨® Dani, entreg¨¢ndole renovados argumentos al t¨¦cnico en un debate, el que le pone bajo sospecha, que el portugu¨¦s ya parec¨ªa tener ganado. Vino bien Dani para envenenar roscas desde las esquinas, pero irrit¨® el papel de espectador que asumi¨® en los puntos calientes de la batalla. Andaba exhausto, pero estaba la cita para dejarse la vida en el intento. Los dem¨¢s lo hicieron.

Y lo hicieron a partir de una jugada rara que acab¨® en vano en la red: Ram¨®n sac¨® de puerta y el bal¨®n, tras golpear en la espalda de Diego Alonso, se volvi¨® a la porter¨ªa. El uruguayo busc¨® incomodar el saque y obstaculiz¨® el recorrido del portero en la frontera de lo permitido. El gol fue anulado, pero, sumado a una carrera posterior llena de fe del propio Diego Alonso, levant¨® al Atl¨¦tico, que, por entonces, cumplida la hora de juego, hab¨ªa entrado en su peor fase.

Sucedi¨® despu¨¦s que el Atl¨¦tico, tras el numerito del Frente de vaciar las gradas, se tir¨® con todo contra la porter¨ªa del Xerez. Y sucedi¨® que, especialmente a bal¨®n parado, en saques de esquina que ense?aron el tal¨®n de aquiles andaluz, se llen¨® de ocasiones. No se vio gol alguno porque Ram¨®n, un h¨¦roe -un m¨¢rtir, m¨¢s bien, dado el fusilamiento al que le expusieron sus compa?eros desde el c¨®rner-, lo par¨® todo. Remates a bocajarro, goles seguros, que el cancerbero intercept¨® con valent¨ªa y elasticidad.

En esa fase en la que el Atl¨¦tico tir¨® a la basura el libro t¨¢ctico, las precauciones y hasta el juicio, el Xerez tambi¨¦n se vio con el partido al alcance. Contragolpes francos, siempre en superioridad, de los que el Atl¨¦tico se libr¨® por las bravas. Buen equipo el Xerez, por derecho la revelaci¨®n de la temporada. Asume sus propias limitaciones, conoce las virtudes del rival y del c¨®ctel sale un equipo hecho, inesperadamente rebosante de oficio, que se cierra con mucho orden por atr¨¢s, fija impecablemente las marcas y se suelta con criterio en ataque. Juega y no deja jugar.

Un rival inc¨®modo para el Atl¨¦tico, sobre todo en el primer tramo, el que el l¨ªder jug¨® estrictamente desde la correcci¨®n y el orden. Con dominio en la primera media hora y cediendo cent¨ªmetro a cent¨ªmetro el control en la segunda. Aburridas ambas franjas, sin punta, sin chispa, depresivas. Antag¨®nicas en suma a esa media hora final en la que el Atl¨¦tico se tir¨® por la ventana en busca de la victoria. Pudo ganar. Pudo perder. Y empat¨®, pero de pie.