Con el veto de Sharon
Con obvias dificultades y suma paciencia, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, est¨¢ tratando de colocar, una a una, las piezas, si no de la paz, al menos de un cese de las hostilidades en Israel y Palestina. Ha completado ya dos entrevistas con el primer ministro israel¨ª, Ariel Sharon, y una con el presidente palestino, Yasir Arafat. Y hoy deber¨¢ verse con los artesanos del Gabinete del rais.
En su primera entrevista, el viernes, con Sharon, Powell se encontr¨® con una tersa negativa a retirar sus tropas de la Palestina aut¨®noma y nulo inter¨¦s en que el secretario viera a Arafat. Powell obtuvo, entonces, del l¨ªder palestino la publicaci¨®n de un documento en ¨¢rabe donde condenaba inequ¨ªvocamente el terrorismo suicida, como condici¨®n previa para la reuni¨®n. Por muy fundada que est¨¦ la reivindicaci¨®n palestina de una retirada total israel¨ª de los territorios ocupados y el reconocimiento de un Estado para su pueblo, ninguna sensibilidad democr¨¢tica querr¨ªa negociar sin aclarar antes qui¨¦n es qui¨¦n, como es tambi¨¦n leg¨ªtimo que Arafat haya incluido en su definici¨®n de terror el comportamiento del Ej¨¦rcito israel¨ª en la devastaci¨®n que ha causado en la Palestina aut¨®noma.
La entrevista celebrada en la sede del Gobierno de Ramala, donde Arafat sigue cercado por los blindados de Sharon, no parece que haya ido mal, a juzgar por el reconocimiento del secretario de que su interlocutor 'est¨¢ comprometido con el alto el fuego', a lo que hay que sumar la declaraci¨®n de ayer en la Casa Blanca dando 'una oportunidad a Arafat'. El problema inmediato es que el presidente palestino, habiendo renunciado a exigir la detenci¨®n absoluta de los asentamientos, como hab¨ªa venido haciendo hasta ahora, pide, cuando menos, que el Ej¨¦rcito se retire primero para estar en condiciones de pedir un alto el fuego a sus milicias. Y, ya como desider¨¢tum, que una fuerza internacional garantice ese cese de hostilidades. Hoy habr¨¢n de seguir los contactos, porque ser¨¢n ministros de la ANP los que busquen la f¨®rmula -alg¨²n tipo de simultaneidad- para salir del atasco.
Pero los problemas raramente van a acabar ah¨ª porque, tras ver a Arafat, Powell ten¨ªa que convencer anoche a Sharon de que diera un respiro a su adversario, de que le permitiera tratar de hacer callar al terror, lo que parece incompatible con su condici¨®n de prisionero. Y Sharon, que parece tener virtual derecho de veto sobre lo que proponga la parte palestina, quiere el fin de la Intifada completamente gratis.
Muy modestamente se insin¨²an, sin embargo, algunos apuntes de apaciguamiento. Israel se est¨¢ retirando de 40 localidades cisjordanas, la presencia masiva de sus tropas se mantiene en dos de las seis ciudades inicialmente invadidas, y s¨®lo sigue cerrando a toda visita del exterior -Cruz Roja incluida- la iglesia de Bel¨¦n, en la que se guarecen 200 palestinos; Yen¨ªn, donde se disputa si el n¨²mero de palestinos muertos por la fuerza atacante es de docenas o de centenares, y la propia residencia de Arafat en Ramala. Una retirada escalonada ser¨ªa, quiz¨¢, compatible con un alto el fuego tambi¨¦n por sectores, pero que deber¨ªa incluir inexcusablemente desde el principio la liberaci¨®n del presidente palestino.
Estados Unidos, que tiene una responsabilidad inmensa de actuar como honrado mediador, deber¨ªa ejercer toda la presi¨®n necesaria para que hubiera retirada y alto el fuego. Pedir m¨¢s de momento ser¨ªa un ejercicio de ilusionismo, y Colin Powell lo sabe.
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