Santo Grial

En los ¨²ltimos meses han dado reiteradas noticias de la devoci¨®n al Santo C¨¢liz sobre las que no me extender¨ªa de no ser por dos razones que tienen mayor calado de lo que pudiera parecer. Por una parte, el recordar que la pieza en cuesti¨®n no es compatible hist¨®ricamente con la que pudo estar presente en la ?ltima Cena, seg¨²n qued¨® bien probado hace m¨¢s de 50 a?os. No es un apunte marginal al tema sino una informaci¨®n necesaria para situar la historia y las devociones en sus justos t¨¦rminos, y para hacer ambas compatibles con el rigor que es deseable para todo lo que constituye el patrimonio hist¨®rico y cultural.

Por otra parte, el que EL PA?S contribuya a la notoriedad de un asunto tan unido a las actitudes m¨¢s conservadoras e intransigentes de la sociedad valenciana, sin la menor sombra cr¨ªtica, se percibe como un reflejo de la situaci¨®n actual, en la que no s¨®lo se han perdido las voces capaces de clamar ante el retroceso de una cultura libre, cient¨ªfica y competente, sino que tambi¨¦n se ha perdido el rastro de los intelectuales que tendr¨ªan que evitar, en determinados medios, estos aparentes -que no inocentes- deslices.

Si a ello se a?ade que la Di¨®cesis ha perdido los papeles a favor de la prepotente cultura oficial, las ¨®rdenes de caballer¨ªa podr¨¢n seguir campando a sus anchas por una ciudad en la que, mal que les pese, hay gente que desea o¨ªr, hablar y pensar en otras cosas.