Somosierra
El pasado mes de marzo, varios medios de comunicaci¨®n se hac¨ªan eco de la incoaci¨®n del expediente para la declaraci¨®n de Bien de Inter¨¦s Cultural y 'Sitio Hist¨®rico' del campo de batalla de Somosierra por parte de la Comunidad Aut¨®noma de Madrid. En dicha zona tuvo lugar, el 30 de noviembre de 1808, una desesperada defensa por parte de unas improvisadas tropas espa?olas para intentar cerrar el paso al ej¨¦rcito franc¨¦s que, al mando de Napole¨®n, avanzaba hacia la capital. La acci¨®n heroica de un escuadr¨®n de la caballer¨ªa polaca al servicio de Francia decidi¨® la batalla.
Los lugares que consiguen esta declaraci¨®n se benefician de ingresos derivados del turismo cultural, en auge en nuestro pa¨ªs, para lo que ¨¦sta ha de acompa?arse de alguna inversi¨®n (se?alizaci¨®n, centro de interpretaci¨®n o museo, etc¨¦tera) y alguna instalaci¨®n hostelera, si es que no existe, adem¨¢s de incluirse en los circuitos o rutas tur¨ªsticas existentes en la regi¨®n.
Creo que esto est¨¢ previsto en el caso de Somosierra, por lo que resulta parad¨®jico que sea el propio alcalde y algunos vecinos los que se opongan a la citada declaraci¨®n. Sorprende y apena que sus razones est¨¦n fundamentadas en la p¨¦rdida de beneficios inmobiliarios.
La batalla de Somosierra es recordada en toda la abundant¨ªsima historiograf¨ªa de las guerras napole¨®nicas no por su importancia estrat¨¦gica, aunque la tuvo, sino por su significaci¨®n: el hero¨ªsmo de los jinetes de Kocietulski constituye un hito nacional para el pueblo polaco (es frecuente encontrar a reci¨¦n casados de la colonia polaca en Madrid depositando flores junto a la ermita siguiendo la costumbre eslava). Fue adem¨¢s el ¨²nico combate dirigido personalmente por Napole¨®n en Espa?a, al que se intentaron enfrentar un pu?ado de militares y voluntarios espa?oles sabiendo que su sacrificio ser¨ªa en vano. Por ello, un grupo de locos nos empe?amos en intentar proteger 2.000 metros cuadrados de las garras de las excavadoras, secundados por embajadas y otras instituciones.
Protecci¨®n que gozan hoy decenas de campos de batalla en Europa (pocos en Espa?a) como lugares de reflexi¨®n y reencuentro con las ra¨ªces comunes de nuestras naciones, hoy felizmente unidas.
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