Ritmo preocupante

Los casos de violencia dom¨¦stica se suceden a un ritmo preocupante, sin que la mayor sensibilizaci¨®n social y las medidas adoptadas por las administraciones p¨²blicas se muestren capaces de frenarlo. Dentro de esta violencia, la que ejerce el hombre se lleva la palma, como lo demuestra que en una semana esa tr¨¢gica estad¨ªstica -45 v¨ªctimas mortales en 2001- se haya engrosado con seis nuevas muertes de mujeres a manos de su c¨®nyuge o ex c¨®nyuge en diversos lugares. A ello hay que a?adir la impresionante cifra de denuncias por malos tratos y amenazas, que no deja de aumentar cada a?o: 24.158 en 2001.

Esta acumulaci¨®n de v¨ªctimas mortales ha vuelto a poner sobre el tapete la conveniencia de promulgar una ley integral contra la violencia dom¨¦stica. Una ley de este tipo, interdisciplinaria, abordar¨ªa mejor el problema y podr¨ªa ser m¨¢s eficaz. Pero los planes aprobados por el Gobierno desde 1998 contienen medidas -preventivas, asistenciales, punitivas y educativas- que, de cumplirse, bastar¨ªan para proteger a las v¨ªctimas y disuadir a los agresores. La reciente muerte de una mujer en Villava (Navarra) ha puesto de manifiesto una vez m¨¢s la nula o escasa eficacia de esas medidas si s¨®lo se adoptan en el papel. Sobre el autor del homicidio, el ex marido, pesaba una orden judicial de alejamiento que nadie hizo cumplir.

La violencia dom¨¦stica tiene componentes de tipo cultural -el machismo, entre otros- que s¨®lo la educaci¨®n y el rechazo social pueden eliminar a medio o largo plazo. Es importante, por ello, que el vigente plan del Gobierno incluya un cap¨ªtulo educativo. Pero, mientras tanto, las medidas preventivas y punitivas deben cumplirse a rajatabla.