Salvajes y sentimentales
Desde su coraz¨®n tan blanco, Javier Mar¨ªas explicaba hace a?os la raigambre de su madridismo como una forma de cultura y tambi¨¦n de sentimiento. Cada vez que en los peri¨®dicos se ha querido encontrar el lado contrario de esa posici¨®n, los buscadores de opini¨®n se han fijado en Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n para establecer la oposici¨®n azulgrana a aquella manera de ver la vida desde el rect¨¢ngulo verde: Bernab¨¦u y Camp Nou como dos modos de estar en el mundo. Para colmo de coincidencias, Mar¨ªas tiene una novela que ha servido de emblema a muchos titulares de su cuerda futbol¨ªstica, Coraz¨®n tan blanco, y V¨¢zquez Montalb¨¢n no es s¨®lo el creador de aquella famosa frase 'contra Franco viv¨ªamos mejor', sino que es el que le dio escudo al Bar?a con su expresi¨®n de que ese equipo es mucho m¨¢s -ay, no siempre- que un club.
A lo largo de los a?os, ambos escritores han sido, en Madrid y Barcelona, las puntas de lanza de una afici¨®n futbol¨ªstica que, al menos desde la transici¨®n, dej¨® de ser vergonzante para intelectuales y artistas, y que tuvo en el Madrid y en el Bar?a, acertada o equivocadamente, la simbolog¨ªa de dos modos de estar en el mundo. Por supuesto que hubo en zonas perif¨¦ricas del campo de juego nacional grandes tratadistas de sus propios colores, como Fernando L¨¢zaro y su pasi¨®n por el Zaragoza, como Juan Cueto en Gij¨®n, como Manuel Rivas en A Coru?a, como Llamazares con la Cultural Leonesa, como Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu en el centro esquivo del Atl¨¦tico de Madrid, donde tuvo como compa?ero de pasi¨®n a Juan Garc¨ªa Hortelano, o como Manuel Vicent, a quien se debe la gloriosa narraci¨®n de una masturbaci¨®n acompasada con la emoci¨®n ¨ªntima que produc¨ªa en la adolescencia de uno de sus personajes un gol espectacular del Valencia. En la periferia americana hemos tenido tambi¨¦n grandes tratadistas, como Juan Villoro, que es del Bar?a, o como Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique, que son aficionados muy peculiares, pues son autocr¨ªticos. A Bryce se le debe la espl¨¦ndida narraci¨®n de lo que le pas¨® una vez a su selecci¨®n peruana: el locutor que retransmit¨ªa su partido frente a Brasil la jaleaba de tal modo que describi¨® as¨ª un ataque propio: 'Avanza Per¨², avanza Per¨²... ?Gol de Brasil!'...
En aquellos tiempos del cambio de r¨¦gimen result¨® obvio que uno de los elementos que hicieron posible la reconciliaci¨®n nacional fue que el f¨²tbol dejara de ser de una clase para ser de todos. En esa resurrecci¨®n del f¨²tbol como materia de conversaci¨®n entre culturas hubo un personaje legendario, Gonzalo Su¨¢rez, que convirti¨® a su personaje Mart¨ªn Girard, con el que firmaba sus cr¨®nicas y reportajes futbol¨ªsticos como avispado ojeador de un deporte que entonces era como m¨¢s secreto y mucho m¨¢s m¨ªtico: eran los a?os sesenta y nosotros ten¨ªamos que deducir los goles gracias a Mat¨ªas Prats o a Enrique Mari?as. Eran momentos secretos del f¨²tbol, y Su¨¢rez -ese Su¨¢rez, y tambi¨¦n Luis Su¨¢rez- estaba en solitario. Luego vino la transici¨®n, y tambi¨¦n vino la televisi¨®n digital, y el f¨²tbol entr¨® como un ca?¨®n en todas partes. Ahora ya no tiene tanto m¨¦rito ser aficionado y decirlo.
Lo mismo, por cierto, pas¨® con los toros, y en este caso gracias al impulso, sobre todo, del gran Joaqu¨ªn Vidal que acaba de dejarnos; Joaqu¨ªn, como hicieron Juli¨¢n Garc¨ªa Candau y Alfredo Rela?o, y ahora Segurola, en el ¨¢mbito del f¨²tbol, convoc¨® a grandes escritores espa?oles, desde Juan Benet a Juan Garc¨ªa Hortelano, Francisco Brines o ?ngel Gonz¨¢lez y Caballero Bonald. Y, aunque Mar¨ªas y V¨¢zquez Montalb¨¢n siguen siendo las referencias literarias del partido que viene -?o no he dicho a¨²n que estamos ante un Bar?a-Madrid como en los viejos tiempos?-, es cierto que ahora tenemos lectores, e incluso escritores, en el campo de juego. Jorge Valdano, y por supuesto Vicente Verd¨², le trajeron al f¨²tbol escritura y dicci¨®n, Guardiola hizo legendario que los futbolistas leen -como Butrague?o, Figo y Luis Enrique- y Pardeza escribe filosof¨ªa. Alg¨²n d¨ªa se tienen que juntar en un estadio a celebrar que el f¨²tbol ya no es s¨®lo de los ac¨¦rrimos. Bar?a-Madrid, menudo dilema para el D¨ªa del Libro.
Babelia
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