Bordados y encajes con ma?a de escultor: vestir a la virgen como conquista LGTBIQ+
El debate suscitado por la forma de vestir a una dolorosa en el Museo del Prado pone el foco en los vestidores, un codiciado oficio andaluz aunque desconocido en el resto de Espa?a
La camarader¨ªa popular, los anhelos de grandeza, la vanidad de la cara tapada, la competici¨®n constante en forma de rutilantes mantos bordados. El periodista Manuel Chaves Nogales escribi¨® en 1935 la que quiz¨¢s sea la m¨¢s completa descripci¨®n de la Semana Santa sevillana y andaluza. En aquel retrato certero y atemporal le dedic¨® unas l¨ªneas a un personaje que ya entonces era esencial: ¡°En algunas cofrad¨ªas, las funciones de camarista las desempe?a un hombre de gustos afeminados, capaz de pasarse las horas muertas adornando y componiendo a su virgen con un esmero y un primor que no sabr¨ªa tener ning¨²n modisto con su m¨¢s genial creaci¨®n¡±.
La prueba de que el relato de Chaves sigue siendo tan actual como pertinente surgi¨® en un debate especializado en redes sociales en torno a la participaci¨®n de la Virgen de la Soledad del Real Sitio de San Ildefonso (Segovia) en la exposici¨®n temporal Darse la mano del Museo del Prado. Vestidores y expertos en la materia ¡ªla mayor¨ªa, andaluces¡ª afearon a la instituci¨®n que la imagen de Luis Salvador Carmona no estaba vestida de forma correcta al luto de los Austrias. El Prado respondi¨® con un v¨ªdeo y un texto en el que aclaraba que el atav¨ªo era obra de las camaristas de la cofrad¨ªa y que, aunque los ropajes se hubieran podido colocar de otro modo, era algo que ¡°no entra entre los objetivos de la exposici¨®n¡±.
Un arte ef¨ªmero como el del vestidor, primero refugio y hoy conquista LGTBIQ+ en cofrad¨ªas e iglesias, es un oficio tan valorizado e importante en Andaluc¨ªa como desconocido en esos mismos foros de Despe?aperros para arriba. Con el a?adido de que tambi¨¦n parece ignoto en los c¨ªrculos art¨ªsticos especializados. ¡°En la parroquia de un pueblito, vale, pero esto no puede ser en El Prado. Se ha perdido la oportunidad de que la imagen se presentase bien y con eso se reconoc¨ªa la labor del vestidor. Les prepararon una exposici¨®n a los marcos de los cuadros, pues la vestimenta es el s¨ªmil¡±, explica indignado ?skar Fanjul, vestidor asturiano que abri¨® el debate en X con el museo bajo la etiqueta #SoledadGate.
La instituci¨®n, a preguntas de EL PA?S, prefiere no entrar en debates y solo aclara que la exposici¨®n ¡°no est¨¢ dedicada a im¨¢genes de vestir¡± y que la obra se expone ¡°con dignidad¡±. No lo ve tampoco as¨ª Jorge Pulgar, especialista en vestimentas de v¨ªrgenes, que comenta en redes sociales como si se tratase del concurso Rupaul Drag Race: ¡°Las im¨¢genes de vestir son como esculturas incompletas, para que tengan proporcionalidad deben estar bien vestidas y no puedes hacerlo de cualquier manera. Es una forma de terminarla¡±. El historiador sevillano Jes¨²s Romanov confirma su visi¨®n: ¡°Un buen vestidor ensalza una talla mediocre y un mal vestidor desgracia una buena talla¡±.
Os tomo la palabra @museodelprado. Hagamos realidad esta invitaci¨®n a la Expo y preparemos una buena visita y contenido para divulgar las tallas de vestir y los vestidores! Aprovechemos el #SoledadGate para llevar la Expo a m¨¢s gente! Quedo a vuestra disposici¨®n ? https://t.co/ae8mtseeX1 pic.twitter.com/h29QaWZHz3
— Oskar Fanjul (@OskarFanjul) November 21, 2024
Las im¨¢genes de candelero o de vestir se popularizaron en el mundo cat¨®lico entre los siglos XVI y XVII muy ligadas al auge que la religiosidad popular tom¨® tras el impulso que la Iglesia Cat¨®lica le confiri¨® durante la Contrarreforma. Y ah¨ª esos cristos, v¨ªrgenes y santos que luc¨ªan ropajes reales y cambiantes hicieron simbiosis plena con la teatralidad barroca. Los mejores escultores del momento, como Luisa Rold¨¢n La Roldana, Juan Mart¨ªnez Monta?¨¦s o Luis Salvador Carmona se afanaron en esa tarea, pese a que las im¨¢genes vestideras no se hayan librado del estigma de ser consideradas obras menores por tener terminados solo la cabeza, manos o pies, como se queja Pulgar.
La moda escogida para las dolorosas da pistas de la conexi¨®n que deb¨ªa provocar en el espectador del momento: el luto contempor¨¢neo de la corte de los Austrias. Toca monjil blanca hasta los pies, pu?os negros y manto negro para asimilar a la virgen con la realeza. Justo la impronta que El Prado ha intentado recrear con m¨¢s o menos fortuna con la Soledad de Carmona, inspir¨¢ndose en obras pict¨®ricas con las que comparte sala. ¡°En el Barroco estaban hasta en el ¨²ltimo detalle. Estaba hecho para una sociedad en la que no quedaba nada sujeto a gustos personales, ten¨ªa directrices claras. Por eso, las dolorosas en el Barroco todas se vest¨ªan igual¡±, explica el historiador sevillano Jes¨²s Romanov y coautor de la obra El arte de vestir a la Virgen.
¡°La Soledad [de Luis Salvador Carmona] era un icono para el resto, como hoy lo es la Macarena [de Sevilla]¡±, explica Romanov. Entre el luto contenido de una y el fulgor actual de la otra existe un universo de cambios hist¨®ricos y sociales, modas prestadas de ac¨¢ y de all¨¢ revolucionaron las vestimentas, muchas veces ligadas al colectivo LGTBIQ+. El bordador Juan Manuel Rodr¨ªguez Ojeda (1853-1930), ¡°homosexual declarado y que viv¨ªa al borde del esc¨¢ndalo¡± de la ¨¦poca, como recuerda Pulgar, es un ejemplo de ello. Sus dise?os de bordados y tocados sueltos hicieron furor en la Sevilla de principios de siglo, impulsado por la reproducci¨®n fotogr¨¢fica en forma de estampas.
Pero Ojeda ¡ªy otros destacados nombres como Fernando Morillo, vestidor de la Esperanza de Triana¡ª ya se encontraron una Semana Santa sevillana en proceso de cambio, empujada por la concepci¨®n tur¨ªstica de la fiesta nacida en el siglo XIX y los pr¨¦stamos de color de sayas y mantos que las dolorosas comenzaron a tomar de las v¨ªrgenes de Gloria ¡ªque representan iconograf¨ªas no pasionistas de la virgen¡ª, como recuerda Romanov. ¡°Ah¨ª las hermandades empezaron a imaginar y a so?ar. En otros sitios se mantiene el aspecto austero, pero aqu¨ª es como una fiesta, una explosi¨®n de olor y color¡±, apunta el vestidor gaditano Iv¨¢n Arag¨®n Merlo.
La revoluci¨®n de Ojeda cal¨® tanto que el siglo XX fue el de la expansi¨®n del brillo, la opulencia y el encaje por toda Andaluc¨ªa, m¨¢s all¨¢ de las barreras de Sevilla. Pulgar y Romanov refieren con soltura mantos recogidos, encajes con forma de tarta y polleros (estructuras de alambre sobre la que descansan los mantos) que var¨ªan con las d¨¦cadas, casi a la par de las modas de pasarelas y royals. ¡°Las anchuras de la Macarena de los a?os ochenta son las mangas de Lady Diana de su traje de novia¡±, ejemplifica Romanov. La d¨¦cada de los noventa fue para el revival del pasado, una tendencia que tambi¨¦n exploran los vestidores del presente con vol¨²menes escult¨®ricos e inspiraciones en cuadros y grabados antiguos. ¡°Cada sociedad construye su propio arte ef¨ªmero. El ¨¦xito de la Semana Santa es lo actual que es, est¨¢ en constante cambio y cada sociedad se identifica con una forma de vestir a la virgen¡±, a?ade el historiador.
La tarea del vestidor LGTBIQ+ enraizaba tanto que las cofrad¨ªas andaluzas demostraban que lo suyo era ser m¨¢s del pueblo que de las autoridades eclesi¨¢sticas que condenaban con dureza la homosexualidad. Los historiadores, vestidores y expertos consultados difieren si ese papel se debi¨® a la ¡°sensibilidad e inclinaci¨®n art¨ªstica¡± del colectivo, como refiere Merlo, o a que era un espacio lo suficientemente predominante, pero, a la vez poco visible, en el que se creaba un lugar seguro para el colectivo. Lo que s¨ª que coinciden todas las fuentes consultadas es que esos papeles de vestidores, bordadores y floristas se convirtieron en un espacio de validaci¨®n y normalizaci¨®n social de la comunidad queer en las hermandades en un tiempo hostil a esa realidad.
¡°Es un refugio hist¨®rico porque en una iglesia vistiendo estabas rodeado de se?oras, no hab¨ªa comentarios y estabas tranquilo. Era un lugar seguro para desarrollar el mundo de las telas, de la confecci¨®n sin que te dijesen nada malo¡±, apunta Fanjul, que viste una dolorosa en Arenys de Mar (Barcelona). Hoy, pese a los sobresaltos ¡ªdiversos obispados siguen vetando a personas LGTBIQ+ para desempe?ar tareas como hermanos mayores, miembros de juntas de gobierno o pregoneros¡ª, el contexto es otro y muchos de los vestidores gays presumen orgullosos de su realidad y exigen nuevas conquistas en forma de visibilidad dentro de las cofrad¨ªas y la Iglesia. ¡°Nunca he tenido problemas, ni pienso esconderme¡±, explica Merlo combativo.
Los vestidores ostentan hoy un poder y presi¨®n en la mayor¨ªa de las cofrad¨ªas andaluzas dif¨ªcil de imaginar fuera de sus l¨ªmites. ¡°Andaluc¨ªa juega en otra liga, fuera intentamos hacer lo que podemos por explicar a las hermandades que ¡®el siempre se ha hecho as¨ª¡¯ no es cierto y que las im¨¢genes necesitan su sello, su impronta y que se haga bien¡±, reflexiona Fanjul. Tal es la fama en Andaluc¨ªa que cada cambio de la Macarena hoy enciende acalorados debates en redes sociales y hay juntas de gobierno que en sus programas llevan incorporar a tal o cual vestidor.
Esa alta demanda ha elevado a los altares a nombres propios como el sevillano Leandro Gonz¨¢lez, el jiennense Antonio Villar o el cordob¨¦s ?lvaro Abril, en un oficio que vive sus picos en los cambios de color de los tiempos lit¨²rgicos, las festividades y, sobre todo, las salidas procesionales que les hace viajar en una ruta del alfiler por toda Espa?a, de cambio en cambio. Y esa dedicaci¨®n se paga. ¡°Si el vestidor es hermano, no cobra, pero en otras ocasiones s¨ª. Si yo tuviese que vivir de eso, no podr¨ªa. Pero otros tiene muchas y, a m¨¢s im¨¢genes, m¨¢s prestigio y dinero. Si tienes 20 o 30 puede que se pueda vivir de ello. Hay vestidores que visten a tres por d¨ªa¡±, explica el vestidor sevillano Juan Rodr¨ªguez.
Iv¨¢n no est¨¢ tampoco en ese grupo, ni lo pretende. Se conforma con una ruta del alfiler entre C¨¢diz, Barbate y Granada, donde viste a tres dolorosas. En su ciudad presume de su mayor logro. Desde 2015 se encarg¨® de la vestimenta del conjunto escult¨®rico de las Siete Palabras, im¨¢genes contempor¨¢neas neorrealistas que no encontraban su sello. A fuerza de ropajes plegados con vol¨²menes pict¨®ricos de aires italianos, consigui¨® una estampa identificable y distinta que hoy la gente asocia a ese misterio. ¡°Mi meta es crear un icono, como pas¨® con la Macarena. Ese es el sue?o de un vestidor. Es el bien m¨¢s preciado que tiene la hermandad. Me siento privilegiado de vestir a quien alguien reza¡±, tercia Merlo orgulloso.
Babelia
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