?Progolpistas?
Los acontecimientos vividos en Venezuela a lo largo del fin de semana pasado han puesto sobre la mesa del Defensor m¨¢s de setenta cartas; casi dos docenas eran opiniones o reflexiones sobre lo acontecido que nada tienen que ver con su funci¨®n.
Quedan 53 que abordan el tratamiento dado por el peri¨®dico a los sucesos de golpe y contragolpe que zarandearon al presidente Hugo Ch¨¢vez durante 48 horas.
Siete de esas cartas son advertencias al peri¨®dico sobre el car¨¢cter dictatorial de Ch¨¢vez.Nueve mensajes critican, con bastante dureza, la tribuna de opini¨®n publicada con la firma de Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, que atacaba el golpe y defend¨ªa la figura de Ch¨¢vez.
El resto, es decir, 36, son de cr¨ªtica al peri¨®dico por sus informaciones y, sobre todo, por su posici¨®n editorial en aquellas jornadas. Muchas rezuman, muy leg¨ªtimamente, una clara carga ideol¨®gica y acusan al peri¨®dico de progolpista.
Doce de estas cartas tienen id¨¦ntico texto y distinta firma, con lo que se hace patente que alguien puso en marcha un dispositivo de protesta que ha logrado un cierto seguimiento.
Conviene tambi¨¦n aclarar que muchos de los 70 escritos proceden de Latinoam¨¦rica y que s¨®lo uno ha llegado por correo ordinario, desde Canarias; hubo tres llamadas telef¨®nicas y el resto es correo electr¨®nico: una muestra elocuente del soporte elegido por los lectores para manifestar su opini¨®n.
El conjunto de las quejas, que no es posible desgranar aqu¨ª con pormenor, se resume en dos direcciones: la l¨ªnea editorial del peri¨®dico no se ha mostrado firme ante un acontecimiento de car¨¢cter golpista, y la informaci¨®n ha tenido excesos injustificables contra la figura de Ch¨¢vez, adem¨¢s de contradicciones, o falta de rigor sobre los sucesos m¨¢s graves, concretamente sobre los responsables de los muertos que provoc¨® la revuelta.
El reloj en contra
Hay que poner por delante un dato, sin ning¨²n ¨¢nimo justificador, sino estrictamente explicativo: cuando en Venezuela son las seis de la tarde, en nuestra pen¨ªnsula son las doce de la noche. Los peri¨®dicos tienen unas horas de cierre casi inexorables, con muy escasos m¨¢rgenes de maniobra.
Esas seis horas son una eternidad, a efectos informativos, en contra del peri¨®dico, en medio de una situaci¨®n en la que los acontecimientos se suceden vertiginosos, las fuentes son dif¨ªciles o imposibles de encontrar y los que hablan, en muchas ocasiones, tergiversan, exageran o mienten.
Un golpe de Estado provoca, por definici¨®n, caos, incertidumbre, desinformaci¨®n y posiciones exaltadas radicalmente.
Justamente por eso, los resortes profesionales de cautela y rigor, ante acontecimientos que fluyen muy turbios, debieron activarse tanto, o m¨¢s, que el entusiasmo informativo.
Dicho esto, es necesario acoger las protestas de los lectores y ofrecerles una explicaci¨®n.
El s¨¢bado d¨ªa 13 el peri¨®dico abri¨® la primera p¨¢gina en casi todas sus ediciones con este titular: Los militares de Venezuela entregan el poder al l¨ªder de los empresarios. Quedaba claro -tambi¨¦n en el texto- que se trataba de un golpe militar.
Pero, pasadas unas horas, Pedro Carmona, que era el empresario en cuesti¨®n, se traslad¨® desde Fuerte Tiuna, donde en ese momento estaba detenido Ch¨¢vez, hasta el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas, y a las doce de la noche de aqu¨ª jur¨® el cargo como presidente y anunci¨® una retah¨ªla de medidas.
El peri¨®dico decidi¨® entonces cambiar su primera p¨¢gina y titul¨®: Carmona asume la presidencia de Venezuela y promete elecciones en un a?o, con lo que se borr¨® cualquier referencia al golpe militar. Pareciera que Carmona se hubiese hecho con la presidencia por hechizo. El af¨¢n de la ¨²ltima hora hizo que se esfumase del titular el car¨¢cter golpista de los acontecimientos.
Ese mismo s¨¢bado, en la informaci¨®n desde Caracas, firmada por Ludmila Vinogradoff, hubo, con toda seguridad, excesos que no parecen justificables por la libertad de maniobra que ofrece la cr¨®nica o el reportaje; por ejemplo: 'Fue necesario sacrificar varias vidas para que dejara el cargo, del cual sale con las manos manchadas de sangre. Ya no puede lucir una imagen glor¨ªfica de m¨¢rtir o v¨ªctima de la oposici¨®n, sino de 'asesino', como se lo echaron en cara sus compa?eros de armas'.
En ese p¨¢rrafo, y en otros, falt¨® distanciamiento y desapasionamiento, dos exigencias profesionales que debieron aplicarse al editar el texto.
Respecto de los muertos en el inicio del golpe, todas las fuentes disponibles en aquellas horas los atribu¨ªan a los partidarios de Ch¨¢vez. Tard¨® en saberse que hubo fuego cruzado y sigue sin estar clara la autor¨ªa de todos los disparos.
Golpe de Estado
La mayor¨ªa de las cr¨ªticas se dirigen a la l¨ªnea editorial del peri¨®dico. Aqu¨ª ocurri¨® al rev¨¦s que con la informaci¨®n: la primera edici¨®n del domingo d¨ªa 14 inclu¨ªa un p¨¢rrafo que ha herido a muchos de los que protestan: 'Est¨¢ de m¨¢s lamentar que el ex teniente coronel haya sido obligado a abandonar el poder'.
La direcci¨®n del peri¨®dico ha asegurado al Defensor que quiso decirse justamente lo contrario a lo que muchos leyeron; es decir, quiso escribirse que 'no hace falta', que 'sobra' la condena, por obvia, pero lo cierto es que una redacci¨®n muy desafortunada -corregida en sucesivas ediciones- da pie para que el Defensor acoja la protesta de los lectores, entre otros, y por todos, de Ram¨®n Trujillo, que, desde Santa Cruz de Tenerife, ha enviado una carta cuajada de reproches.
El primer editorial sobre los acontecimientos, publicado el s¨¢bado d¨ªa 13, comenzaba as¨ª: 'S¨®lo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Ch¨¢vez del poder en Venezuela'.
No parece posible dudar de que el peri¨®dico dej¨® claro, desde el primer minuto, que est¨¢bamos ante una asonada militar, y as¨ª lo transmiti¨® a sus lectores.
El Defensor no es qui¨¦n para analizar las opiniones del peri¨®dico. Es obvio que el juicio pol¨ªtico que le merece el personaje es muy severo. Quiz¨¢ por eso los editoriales del fin de semana estuvieron -leg¨ªtimamente, por supuesto- tan cargados de reproches a la trayectoria pol¨ªtica de Ch¨¢vez que oscurecen la condena del golpe y dan pie a la protesta. Es posible que la espera, cuando los acontecimientos est¨¢n en marcha, sea m¨¢s oportuna que el af¨¢n de pronunciarse de inmediato, sin un retrato claro de la situaci¨®n.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 913 377 836.
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