Ballesteros, eterno

El golf es el deporte de la perseverancia. Y del genio, podr¨ªa a?adirse. El deporte de Severiano Ballesteros.

Hace diez d¨ªas tan s¨®lo, pocos segundos despu¨¦s de que el golfista c¨¢ntabro fallara, un a?o m¨¢s, el corte en el Masters de Augusta, ante su aire de decepci¨®n por el hecho, un periodista ingenuo le pregunt¨®: ?Pero de verdad pensaba que podr¨ªa pasarlo? Ballesteros, que no ha perdido nada de su legendaria dureza de mirada, nada de su car¨¢cter sangu¨ªneo, de su exaltaci¨®n, mir¨® fijamente al tipo que hab¨ªa tirado de estad¨ªsticas para ubicar a Ballesteros, el mago, en su escenario m¨ªtico, en Augusta, le volvi¨® a mirar y le espet¨®: '?Pero c¨®mo te atreves a preguntarme eso? Pues claro que pensaba pasar el corte. Soy Ballesteros'.

Ballesteros, ese Ballesteros, segu¨ªa en Augusta el d¨ªa siguiente, el domingo final. Se sent¨ªa encerrado, estaba impaciente. 'Tengo que irme a Dubl¨ªn, tengo el Seve Trophy', dec¨ªa; 'tengo, sobre todo, una cita con Colin Montgomerie'.

Lleg¨® Ballesteros a Wiclow, cerca de Dubl¨ªn, al campo de Druids Glen, y el viernes se puso en marcha el Seve Trophy, un desaf¨ªo de la Europa continental, el territorio que recibi¨® el golf de segunda mano, a la Europa insular, al Reino Unido e Irlanda, a los inventores del golf. Hace dos a?os, en la primera edici¨®n del torneo, creado por su propia empresa a mayor gloria propia, en honor del jugador europeo que primero (1980) gan¨® en Augusta, al jugador continental que logr¨® que la Copa Ryder se ampliara y que Estados Unidos aprendiera a perder..., el equipo continental, contra toda esperanza, gan¨®. Y Ballesteros, ya hundido en la profunda crisis de la que no logra salir, ayud¨® a la victoria derrotando a Montgomerie, al escoc¨¦s imbatible.

El desaf¨ªo que termin¨® ayer lo ganaron, como era l¨®gico, las islas (14,5-11,5) a un continente debilitado por las ausencias del alem¨¢n Langer, el sueco Parnevik y Sergio Garc¨ªa. Pero lo importante no era eso. Lo importante, como pod¨ªa verse contando la cantidad de p¨²blico que segu¨ªa los diferentes partidos del domingo, era lo que hac¨ªa Ballesteros en su partido, en el duelo, con Montgomerie.

La expectaci¨®n era enorme porque los partidos del fin de semana hab¨ªan ido recreando el aura m¨¢gico del c¨¢ntabro. La Europa continental comenz¨® la ¨²ltima jornada sin posibilidades (10-6 en contra), pero la prensa del d¨ªa apenas se deten¨ªa en eso. Casi todas las piezas estaban dedicadas a Ballesteros y, de paso, a Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal. La pareja espa?ola, la de m¨¢s ¨¦xito en la historia de la Copa Ryder -de 15 partidos jugados, ha ganado 11 y perdido s¨®lo dos-, hab¨ªa derrotado a la irlandesa, a Harrington-McGinley, imbatidos hasta entonces. Pero no fue s¨®lo el resultado. Fue la forma lo que alegr¨® las imaginaciones. Fue un putt de ocho metros en el hoyo 13, que le permiti¨® igualar en ¨¦l tras haber tenido que dropar (cambiar la pelota de sitio) con penalizaci¨®n, pero fue, tambi¨¦n y por encima de todo, el chip (la bola se eleva, bota y luego rueda) del 17.

Puede que Ballesteros sea err¨¢tico, que no coja una calle con el driver, que con los hierros largos no aterrice en ning¨²n green... Puede que su espalda, dolorida, no le permita un swing seguro. Pero Ballesteros sigue siendo Ballesteros. Cuando hay que ganar, se gana. Y con un wedge y desde un b¨²nker sigue siendo temible. Emboc¨® as¨ª en el 17. El continente gan¨® el punto y Olaz¨¢bal s¨®lo pudo hacer una cosa: ponerse de rodillas sobre el h¨²medo y fr¨ªo green y adorar al Ballesteros eterno.

'Seve hizo sencillamente lo que tantas veces hizo en el pasado', dijo el vasco; 'as¨ª que no me qued¨® m¨¢s remedio que arrodillarme y aplaudir. ?se es Seve'. Y a?adi¨® un Ballesteros feliz: 'Hoy habr¨ªamos ganado a cualquiera, hasta a Woods. Creo que ha sido el mejor partido que hemos jugado juntos. Fue incre¨ªble'.

Al lado de eso, as¨ª, lo de ayer fue sencillo. Ballesteros fue Ballesteros, cogi¨® s¨®lo una calle, termin¨® en 78 golpes (seis sobre el par del campo), pero gan¨® a Montgomerie. De eso se trataba.