?Sordera de encargo?
La autora critica la pol¨¦mica por el empe?o de una pareja de mujeres sordas en tener por inseminaci¨®n artificial un hijo con esa minusval¨ªa.
Bajo el t¨ªtulo Sordera de encargo, EL PA?S editorializaba sobre el caso de una pareja de mujeres sordas que han decidido tener hijos, para lo cual han elegido un donante tambi¨¦n sordo. En nuestra opini¨®n, la forma de plantear el asunto nos introduce en una l¨®gica que puede llevarnos a conclusiones lesivas para las personas sordas.
Dos cuestiones se han entremezclado: una, que una pareja de lesbianas decida tener hijos; otra, que una mujer sorda elija para sus hijos un progenitor tambi¨¦n sordo. Sobre la primera no vamos a entrar aqu¨ª, dado que no es el objetivo de la Confederaci¨®n Nacional de Sordos de Espa?a (CNSE), aunque ¨¦sta es respetuosa con la diversidad de personas sordas que en ella se integran, entre las que hay lesbianas o gays, e incluye en su organigrama una comisi¨®n de pol¨ªticas sectoriales que tiene en cuenta la atenci¨®n a las necesidades de estos colectivos.
La sordera es una caracter¨ªstica biol¨®gica que ha dado lugar a una cultura que enriquece
El fondo del asunto, y lo que ha levantado la pol¨¦mica, parece ser el hecho de que una mujer sorda ha elegido como progenitor para su hijo a un donante sordo. Pensamos que cuando una mujer decide tener un hijo, y para el caso da igual que sea por inseminaci¨®n natural o asistida, tiene derecho a elegir al progenitor, sea marido, compa?ero o donante. Las mujeres de la noticia que nos ocupa se han limitado a elegir a un compa?ero sordo de la Universidad de Gallaudet, en Washington, una universidad cuya lengua es de signos y centro de una activa poblaci¨®n sorda. No ha habido ninguna manipulaci¨®n gen¨¦tica, simplemente han utilizado un c¨¢lculo de probabilidades en tanto que si la madre tiene una sordera gen¨¦tica y el padre tambi¨¦n, es probable -no seguro- que nazcan hijos sordos. En el caso de que la madre de la que hablamos hubiera sido heterosexual, las probabilidades de que hubiera encontrado pareja entre un compa?ero sordo habr¨ªan sido muy elevadas. Nosotros nos preguntamos: ?una persona que puede transmitir una sordera a sus hijos tiene derecho a tener hijos o no? Nuestra respuesta es que s¨ª; lejos quedan, afortunadamente, los tiempos en que se pretendi¨® prohibir por ley que las personas sordas se casaran. La sordera no es una enfermedad, y los posibles hijos-as sordos van a tener una familia que los desea y una comunidad que les va a acoger y les va a proporcionar una muy buena calidad de vida, concepto que no es absoluto y objetivo, sino relativo y cultural.
De hecho, la mayor¨ªa de las personas sordas, por cuestiones socioling¨¹¨ªsticas -utilizan la misma lengua, la lengua de signos, se relacionan intensamente a trav¨¦s de las actividades culturales, l¨²dicas y reivindicativas que organizan las asociaciones y comparten valores y modos de vida, todo lo cual favorece que se creen v¨ªnculos afectivos- se casan entre s¨ª, con lo que las posibilidades de tener hijos-as sordos, en los casos de sorderas gen¨¦ticas, aumentan. Las personas sordas lo saben, y para ellas no es ning¨²n problema que los hijos sean sordos o sean oyentes. En las asociaciones que conforman la CNSE participan familias con varias generaciones de sordos/as, situaci¨®n que percibimos como algo absolutamente natural, y las desventajas que en nuestra sociedad todav¨ªa encontramos las personas sordas se ven minimizadas por el conocimiento de la situaci¨®n que los padres tienen. A los hijos de estas familias los hemos visto much¨ªsimas veces decir: 'Tengo mucha suerte, porque mis padres son sordos', as¨ª que no creemos que los hijos de las dos mujeres estadounidenses sean una excepci¨®n; por el contrario, estamos seguros de que tienen muchas posibilidades de crecer en un entorno satisfactorio y feliz. ?Que se ver¨¢n limitados por una discapacidad? Nos sorprende el argumento cuando a nadie se le ocurre criticar que las familias sin recursos econ¨®micos tengan hijos que se ver¨¢n limitados por la pobreza; o que las minor¨ªas ¨¦tnicas tengan hijos que se ver¨¢n limitados por los prejuicios sociales. Por otro lado, pensamos que el concepto de discapacidad es relativo, puesto que el ser humano es en s¨ª limitado y la consideraci¨®n de discapacidad depende de la norma que utilicemos para medir. En la l¨ªnea de la Declaraci¨®n de Madrid del Congreso Europeo sobre Discapacidad, celebrado recientemente, creemos que es la sociedad la que genera las limitaciones y desventajas y propugnamos 'abandonar la concepci¨®n de un enfoque sobre los d¨¦ficit individuales y tomar conciencia de la eliminaci¨®n de barreras, la creaci¨®n de normas sociales, pol¨ªticas, cultura y un ambiente accesible'.
Dice el editorial que comentamos que programar un hijo sordo entra de lleno en lo aberrante. Creemos que en este caso no ha habido tal programaci¨®n, estrictamente hablando. Sharon y Candace han elegido un padre, como hacen todas las mujeres que quieren ser madres, sin utilizar manipulaci¨®n gen¨¦tica alguna. ?Qu¨¦ es lo aberrante, que por un c¨¢lculo de probabilidades resulte sordo? Entonces, ?lo aberrante es que ellas, y nosotros, pensemos que ser sordo es algo positivo, al menos tan positivo como puede serlo ser negro o blanco, mujer u hombre, heterosexual u homosexual? Porque, efectivamente, eso es lo que pensamos. Ellas est¨¢n ofreciendo a sus hijos lo mejor que tienen: una comunidad viva y rica que ha dado una respuesta cultural a una situaci¨®n biol¨®gica creando una lengua, unos valores, un entramado internacional de entidades que trabajan para cambiar la situaci¨®n social de las personas sordas en una sociedad que margina, discrimina y niega derechos en la pr¨¢ctica, y una identidad de cuya filosof¨ªa solidaria y tolerante puede aprender mucho la sociedad en general.
EL PA?S compara la sordera con el sida. El sida es una enfermedad que mata; la sordera es una caracter¨ªstica biol¨®gica que ha dado lugar a una cultura que enriquece y da vida. Hacer tal comparaci¨®n significa no entender la percepci¨®n que de la sordera tenemos las propias personas sordas y abonar el terreno a filosof¨ªas en las que no cabe una sociedad para a todos/as, una sociedad abierta a la diversidad humana biol¨®gica y cultural. Y decimos esto no desde 'confusas consideraciones sobre una supuesta identidad de los sordos y el derecho a vivirla con orgullo', sino desde una reflexi¨®n y an¨¢lisis nada confusos sobre nuestra historia colectiva y nuestra comunidad; desde una identidad forjada como colectivo que ha tenido que reivindicar, desde la m¨¢s absoluta carencia de derechos reales (y en algunas ¨¦pocas incluso legales), su estatus como personas con los mismos derechos que el resto de la ciudadan¨ªa, y desde el orgullo de lo que hemos construido, una comunidad abierta, solidaria, tolerante y que trabaja incesantemente para superar las barreras que una sociedad normalizadora e insensible a las diferencias pone a las personas sordas.
Quisi¨¦ramos que las voces que se han alzado para denunciar que una mujer sorda tenga hijos con un hombre sordo se hubieran levantado para defender el derecho de las personas sordas a su propia lengua, que deber¨ªa concretarse ya en el reconocimiento legal de la Lengua de Signos Espa?ola y de las otras Lenguas de Signos del Estado Espa?ol; para reclamar la eliminaci¨®n de todos los obst¨¢culos que impiden el acceso real de las personas sordas a la informaci¨®n, a los diferentes niveles de la ense?anza, al empleo en todos los niveles de cualificaci¨®n... Quisi¨¦ramos que quienes han estado moralizando sobre este asunto hubieran escuchado primero la opini¨®n de las mismas personas sordas, teniendo en cuenta las respuestas que nosotros/as estamos dando desde nuestros propios valores y nuestra propia experiencia y respetando la opci¨®n de tantas familias sordas que consideran estar ofreciendo una vida deseable a sus hijos e hijas. Que es lo que piensan tambi¨¦n estas dos mujeres de Washington, ciudad donde el pr¨®ximo mes de junio se reunir¨¢n en el Deaf Way miles de personas sordas de todo el mundo, entre ellas familias enteras, para reflexionar sobre nuestra comunidad y para celebrar, s¨ª, la diversidad, el orgullo y la alegr¨ªa de vivir.
Felisa Pino es coordinadora de la Comisi¨®n de Cultura, Informaci¨®n y Difusi¨®n de la CNSE (Confederaci¨®n Nacional de Sordos de Espa?a).
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