Una vida llena de paradojas
La vida de ?lvaro Mutis est¨¢ llena de paradojas. Aprendi¨® a leer y a escribir primero en franc¨¦s que en castellano, debido a que desde los dos a?os (y hasta los nueve) vivi¨® en Bruselas, donde su padre se desempe?aba como representante diplom¨¢tico de Colombia. No deja de ser parad¨®jico, por lo tanto, que, no obstante su tard¨ªo conocimiento del castellano, ese ni?o afrancesado llegar¨ªa con el tiempo a ser merecedor de los m¨¢s importantes premios literarios de este idioma: nada menos que el Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras, el Reina Sof¨ªa de Poes¨ªa y el Premio Cervantes, que se le concedi¨® este a?o.
Pero no es ¨¦sa la ¨²nica paradoja en la vida de Mutis, pues resulta curioso tambi¨¦n que habiendo sido Europa el primer paisaje de su ni?ez, sea una finca cafetera, incrustada en la cordillera colombiana -donde pas¨® parte de su infancia-, el lugar primordial de sus querencias, donde quedaron ancladas las a?oranzas que han nutrido su trabajo de escritor. Pues, como lo ha dicho m¨¢s de una vez, ¨¦l escribe para perpetuar en la memoria los momentos felices que vivi¨® en ese rinc¨®n de tierra caliente.
Parad¨®jico podr¨ªa considerarse tambi¨¦n el hecho de que este novelista tard¨ªo consagrara la mayor parte de su vida a ser un fiel servidor de la poes¨ªa -t¨ªtulo que ¨¦l prefiere al de poeta- y s¨®lo al cruzar el mediod¨ªa de su existencia decidiera compartir su quehacer po¨¦tico con el relato, como un afanoso volver a empezar, de cumplir con una asignatura pendiente, la cual ha producido ya ocho novelas, escritas a partir de los sesenta a?os de edad, siguiendo la traves¨ªa de Maqroll, el Gaviero, alter ego literario que articula casi toda la obra de Mutis desde los primeros poemas, y que m¨¢s que una met¨¢fora es una paradoja de s¨ª mismo, pues todo escritor suele, por lo general, reinventarse en los personajes de sus novelas, a trav¨¦s de los cuales encarna esa segunda vida que le ha quedado debiendo la primera, esa vida ideal que no est¨¢ regida por el destino, sino que ha sido dise?ada por ¨¦l. Y as¨ª como Cervantes se reinventa en un caballero andante para escapar del presidio, y pasear su locura por los campos de La Mancha, del mismo modo Mutis se transfigura en ese viejo gaviero, que es el reverso de su personalidad, cuyo incesante peregrinaje le ayuda a romper las amarras que lo atan a un destino que transcurre a contrav¨ªa de sus sue?os y que lo confina durante buena parte de su vida a trabajos forzados (en la publicidad, en las relaciones p¨²blicas, en la televisi¨®n)... y que, al igual que a Cervantes, parad¨®jicamente lo confina tambi¨¦n a pasar un tiempo en la c¨¢rcel. De ah¨ª el gaviero: 'el hombre que est¨¢ all¨¢ arriba en la gavia, desempe?ando el trabajo m¨¢s bello que puede haber en el barco y que ve m¨¢s lejos y ve por los dem¨¢s'. O sea, el poeta.
Maqroll, como hemos dicho, inicia su andadura en los primeros poemas de Mutis, de los a?os cuarenta y cincuenta. Surge, como ¨¦l mismo lo ha explicado, de la necesidad de ganar credibilidad, pues las tribulaciones que lo acosan a los 30 a?os, producto de sus prematuras y abundantes lecturas, requer¨ªan de una voz y de un protagonista en consonancia con ellas, tanto en edad como en vivencias.
?Se parecen f¨ªsicamente Maqroll y su creador? Mutis nunca ha hecho el retrato de Maqroll... En La nieve del Almirante hay una breve descripci¨®n, quiz¨¢s la ¨²nica de toda la obra, que se refiere a su barba hirsuta y entrecana que le cubre buena parte del rostro; y dice que es un hombre de pocas palabras y que sonr¨ªe a menudo, pero s¨®lo para s¨ª mismo; y que tiene un aire salvaje, concentrado y ausente. Exactamente todo lo contrario de ese Mutis extrovertido, simp¨¢tico, gran conversador, con esa voz de trueno con la que saluda a sus amigos desde la otra acera de la calle y que suele ahogar con desmelenadas carcajadas.
?De d¨®nde es Maqroll? Tampoco lo dice, aun cuando en una p¨¢gina deja entrever -sin querer decirlo- que pod¨ªa ser de origen flamenco. Lo ¨²nico que el escritor nos deja saber sobre su heter¨®nimo es que no hay nada en ¨¦l que no sea suyo. Y hoy Maqroll es mucho m¨¢s Mutis y Mutis es mucho m¨¢s Maqroll, pues medio siglo despu¨¦s esa su otra voz y esa su otra vida se han fusionado en una sola voz, en una sola vida, en una sola obra literaria. Y en un mismo Gaviero m¨¢s alerta que nunca, oteando el horizonte desde su puesto de centinela, no s¨®lo para desentra?ar las posibles asechanzas que le reserva el tiempo a lo que a¨²n queda de la traves¨ªa, sino tambi¨¦n para contemplar la sonriente lejan¨ªa del camino recorrido. A trav¨¦s del gaviero, Mutis contin¨²a reflexionando sobre la vida, que ni a ¨¦l ni a Maqroll les debe nada...Y en voz alta, al borde de cumplir ochenta a?os, no cesa tampoco de reflexionar sobre la muerte: 'La verdadera muerte -me coment¨® la otra tarde- no es la que se presenta como una enfermedad. ?se es el fin. La muerte que uno lleva adentro, con la que ha vivido desde que nace, se manifiesta a estas alturas en forma sigilosa, a base de alejar recuerdos e ilusiones, a base de irnos aislando del presente y acerc¨¢ndonos al pasado... a base de que muchas de las cosas que nos han interesado tomen otra distancia. Es, adem¨¢s, un regreso muy intenso a la ni?ez y a la juventud'.
Jos¨¦ Font Castro es escritor y periodista colombiano.
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