Un lazo rojo en el espacio
El segundo turista espacial, el millonario surafricano Mark Shuttleworth, despega hoy llevando el s¨ªmbolo contra el sida
Mark Shuttleworth, surafricano, 28 a?os y millonario como para pagar 22,5 millones de euros por una plaza en la c¨¢psula rusa Soyuz, comienza hoy su m¨¢s ansiada aventura: ir al espacio. El lanzamiento desde Baikonur (en Kazajst¨¢n) est¨¢ previsto para las 8.26, hora peninsular. Los tres astronautas (Suttleworth, el italiano de la Agencia Europea del Espacio, Roberto Vittori, y el ruso Yuri Gidzenko) llegar¨¢n el s¨¢bado a la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS) en una misi¨®n de 10 d¨ªas bautizada Marco Polo.
Ayer Shuttleworth, con la expresi¨®n de un chaval maravillado, sonre¨ªa y parec¨ªa mucho m¨¢s tranquilo que sus dos colegas. Los astronautas dejaron sus uniformes militares (el ruso y el italiano), y Mark Shuttleworth su traje de color marr¨®n oscuro, vistieron los monos azules y se sometieron a las preguntas de los periodistas, pero en todo momento tras un cristal que les proteg¨ªa en la cuarentena obligatoria para todos los astronautas.
'Como no soy un especialista, observo las reacciones de mis dos colegas y veo que est¨¢n tranquilos', dijo Shuttleworth. ?l debe convertirse hoy en el segundo turista espacial de la historia, tras el estadounidense Dennis Tito el a?o pasado.
El surafricano, sin embargo, rechaza la definici¨®n de turista e insiste en que va a realizar alg¨²n experimento cient¨ªfico durante el vuelo, aunque no ha dado muchos detalles y, desde luego, no consta en el programa de la ISS. Ayer, Shuttleworth dijo que eran ensayos de cristalizaci¨®n de prote¨ªnas relacionados con el VIH. 'Espero que sirvan para ayudar a curar el sida', coment¨®. Es obvio que est¨¢ sensibilizado sobre el problema: lleva el lazo rojo en el mono y tambi¨¦n lo ha hecho pintar en el fuselaje de la nave.
Gidzenko, de 40 a?os, ha ido ya a la ISS una vez y participado en varios viajes espaciales; Vittori, de 37 a?os, con mucha experiencia como piloto militar, es novato en ¨®rbita. Shuttleworth ha pagado una d¨¦cima parte de su fortuna (tiene una empresa de software para Internet). Su plaza ha sido gestionada por la empresa estadounidense de turismo espacial Space Adventures. 'En esta fase de la ISS, en plena construcci¨®n, un visitante no supone un riesgo, pero s¨ª molesta un poco, no est¨¢ plenamente entrenado y distrae del trabajo', comentaba ayer en Baikonur Umberto Guidoni, astronauta italiano de la ESA que ha estado dos veces en el espacio.
'Siempre he so?ado con ir al espacio', dijo Shuttleworth. Su preparaci¨®n, aunque mucho menos intensa que la de Gidzenko y Vittori, ha durado ocho meses en la Ciudad de las Estrellas (cerca de Mosc¨²). Dos c¨¢maras le han seguido 24 horas diarias. Ayer, con su cara juvenil, parec¨ªa m¨¢s natural que sus dos colegas. 'Es simp¨¢tico, una persona muy abierta y entusiasta', comentaba Valeria Nardi, esposa de Vittori.
Pese al deterioro de Baikonur por los recortes radicales del programa espacial ruso -incluida la cancelaci¨®n hace 10 a?os del m¨¢s ambicioso programa, el transbordador Buran y el gigantesco cohete Energ¨ªa-, la eficacia de los lanzamientos es innegable. Centenares de cohetes han salido de aqu¨ª desde hace m¨¢s de cuarenta a?os. Se han ido creando muchas tradiciones. Ayer, por ejemplo, los tres astronautas vieron la pel¨ªcula El sol blanco del desierto, una antigua comedia sovi¨¦tica que contemplan todos los cosmonautas antes de partir.
Otra tradici¨®n es que los astronautas lleven recuerdos personales. Shuttleworth explic¨®: 'Yo llevar¨¦ mi colecci¨®n de relojes y fotos que me han dado mis amigos'. Vittori dijo que ir¨ªa con una figurita de cer¨¢mica que su esposa le regal¨® en la academia militar, unos dibujos de sus hijos y unos aviones de papel que ¨¦stos le han pedido que haga volar en la ISS, en condiciones de microgravedad. 'La tradici¨®n m¨¢s importante es tener ¨¦xito en el lanzamiento', puntualiz¨® con una sonrisa Shuttleworth.
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