El ¨²ltimo de los Azcoitia
DENTRO DE TODAS las grandes novelas que aparecieron en Hispanoam¨¦rica en los f¨¦rtiles a?os del llamado boom latinoamericano, hay una particularmente asombrosa que ha pasado casi de puntillas entre las otras grandes (Rayuela, Conversaci¨®n en La Catedral, Cambio de piel, Cien a?os de soledad), tan discretamente entre ¨¦stas como su autor entre las luminarias (Julio Cort¨¢zar, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Garc¨ªa M¨¢rquez) que les dieron vida. Me refiero, claro est¨¢, a El obsceno p¨¢jaro de la noche, del chileno Jos¨¦ Donoso, proustiano soberbio que supo entregarnos en aquel novel¨®n una historia tan seductora como abismal.
Me tropec¨¦ con El obsceno p¨¢jaro de la noche a mediados de los a?os ochenta y, como si fuera un sabor atrapado en el paladar de la memoria, recuerdo el hallazgo que supuso entre mis lecturas de aquel entonces encontrarme esta novela tan compleja no s¨®lo respecto al universo en descomposici¨®n que en ella se plantea, sino tambi¨¦n a la exigencia formal de las m¨¢s de quinientas p¨¢ginas en las que Jos¨¦ Donoso trabaj¨® infatigablemente cuando viv¨ªa en Pollensa y que hab¨ªa empezado en Chile entre 1962 y 1963. Por ah¨ª he le¨ªdo que hubo cerca de sesenta borradores de la novela y no me extra?ar¨ªa que esta vez la leyenda, o lo que hay de equ¨ªvoco en ella, sea en este caso un reflejo exacto de la realidad.
Es cierto que la grande y hermosa literatura de aquellos a?os dio p¨¢ginas deslumbrantes, plenas de complejidad y audacia en las que cada uno de los escritores del boom -mejor: del cogollito del boom, Donoso dixit- apost¨® por la creaci¨®n de universos narrativos que ten¨ªan, pese a su diversidad formal y tem¨¢tica, un elemento en com¨²n: frondosas y arborescentes historias donde nuestra concepci¨®n convencional del tiempo se disolv¨ªa para cerrarse en c¨ªrculos infinitos (el final de Rayuela, imposible de agotarse) o era devorado por el fuego del tiempo (Cien a?os de soledad) o se fracturaba en mil pedazos (Conversaci¨®n en La Catedral); pero en El obsceno p¨¢jaro de la noche, el tiempo adem¨¢s estallaba, literalmente, al ingresar en esos territorios de pesadilla donde Jer¨®nimo de Azcoitia, el mudito, Boy y los dem¨¢s personajes de la novela parec¨ªan condenados a confundirse en las catacumbas de la realidad, saliendo apenas a flote en una historia donde no hay un l¨ªmite cierto entre el mundo tangible y el imaginado, entre el mundo di¨¢fano y el s¨®rdido.
Cronista de lo deforme y lo grotesco, feroz custodio de esa tradici¨®n inaugurada por Dostoievski, Donoso apunt¨® desde el principio de su literatura una marcada predilecci¨®n por los universos antag¨®nicos, seducido por lo amputado, lo deforme y toda la vileza que germina en esas relaciones aparentemente verticales que se dan entre la burgues¨ªa y la servidumbre, y que en el fondo esconden un juego de correspondencia enfermizamente necesario. Ya estaba todo aquello anunciado en Coronaci¨®n, aquella primera novela que el establishment cultural chileno apenas entendi¨®, como se desprende de las interesantes reflexiones que hallamos en Historia personal del Boom, del propio Donoso.
Sin embargo es en El obsceno p¨¢jaro de la noche -que originalmente se iba a llamar El ¨²ltimo de los Azcoitia- donde el escritor chileno nos ofrece su fruto mejor y m¨¢s delirante, oblig¨¢ndonos a ir detr¨¢s de sus personajes por un mundo precario, a veces circular, a menudo equ¨ªvoco, siempre magistralmente planteado y que parece ceder a cada paso de la misma manera en que las pesadillas nos arrojan una y otra vez sobre nuestros miedos m¨¢s profundos. Acostumbrados a la bienaventuranza de la linealidad, no resulta f¨¢cil entrar en esta novela. Pero m¨¢s dif¨ªcil a¨²n es salir de ella.
Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Per¨², 1964) es autor de Los a?os in¨²tiles (Alfaguara).
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