?D¨®nde est¨¢n las bibliotecas p¨²blicas?
Las tribulaciones de Antoni Puigverd en su infructuosa b¨²squeda por Barcelona de un lugar donde 'consagrarse a unos papeles y libros' (EL PA?S, 14 de abril) pueden servir para llevar a cabo una reflexi¨®n sobre la funci¨®n de la biblioteca p¨²blica, en un momento en que ese es un tema de actualidad y provoca numerosas declaraciones. Recordemos el itinerario de Puigverd por diferentes bibliotecas: en una (Biblioteca Universitaria) 'ya no hay mesas ni sillas'; en otra (Biblioteca de Catalunya), no lo aceptan con sus papeles porque es una biblioteca para investigadores; una tercera (al parecer, la Biblioteca de Sant Pau) est¨¢ cerrada; en una cuarta (Ateneo), como es privada, no puede entrar. No consideraremos los criterios de las bibliotecas privadas, y dejamos de lado el error que sufre Puigverd en la primera etapa de su periplo, puesto que s¨ª hay sillas y mesas en la Biblioteca Universitaria (aunque no se vean desde la puerta): lo cierto es que su frustraci¨®n refleja un problema real. Ahora bien, este problema no es la falta de sitios de lectura debida 'al modelo n¨®rdico de bibliotecas (...) que expulsa a los usuarios de estos recintos'; el problema es que ¨¦l busca algo donde no lo puede encontrar, lo cual es una cuesti¨®n menor, y, algo mucho m¨¢s grave, que lo que ¨¦l tendr¨ªa que encontrar no existe.
No es del todo exacto que haya 'avalanchas de j¨®venes que no tienen donde estudiar', como dice Puigverd
Efectivamente: el sistema bibliotecario de un pa¨ªs lo configuran distintos tipos de bibliotecas, con diversas funciones para diferentes necesidades. Existen, por ejemplo, las bibliotecas de los centros de ense?anza, desde la primaria hasta la Universidad, que facilitan apoyo al aprendizaje y plazas de estudio. En Espa?a, las bibliotecas universitarias han dado un salto cualitativo importante y cumplen con decencia esta funci¨®n: hay espacios de estudio abiertos los 365 d¨ªas del a?o, a menudo con m¨¢s de 12 horas de servicio ininterrumpido; en cambio, las bibliotecas de los centros de primaria y secundaria dejan mucho que desear y est¨¢n lejos de los m¨ªnimos recomendados. No es, pues, del todo exacto que, como dice Puigverd, haya 'avalanchas de j¨®venes que no tienen donde estudiar': los universitarios, al menos, est¨¢n servidos. Pero el problema es real para los dem¨¢s j¨®venes, que son la mayor¨ªa. Hay otras bibliotecas, como la de Catalunya, cuya funci¨®n es conservar el patrimonio y que, como dice bien Puigverd, 'deben dar preferencia a los investigadores'. Quiz¨¢ las mesas est¨¦n vac¨ªas, pero esto, que deber¨ªa preocuparnos, no ata?e a nuestra reflexi¨®n.
Y hay un tercer tipo que es lo que nuestro atribulado escritor necesita: un lugar con una mesa y una silla, silencioso y confortable, con acceso a una amplia informaci¨®n y con un detalle a?adido no menor: que sea gratuito. Esto se llama biblioteca p¨²blica, donde lo de p¨²blico se refiere tanto a que es de libre acceso como a que atiende a todo tipo de ciudadanos: los que quieren hojear la prensa, consultar una receta de cocina, pedir una novela rosa, escuchar un disco... Pero, sobre todo, lo que hace es atender a las 'necesidades sociales' que reclama Puigverd: ofrece puntos de autoformaci¨®n, proporciona libros en las lenguas de los colectivos inmigrantes o permite conectarse gratuitamente a Internet.
Y, claro est¨¢, dispone de un sitio para los que quieren estudiar, entre los cuales est¨¢ Puigverd. Ahora bien, si Puigverd no lo encuentra, no es por culpa de un modelo n¨®rdico mal aplicado, sino porque en Barcelona todav¨ªa no hay suficientes bibliotecas p¨²blicas. Ciertamente, Puigverd da con una, la Biblioteca de Sant Pau, pero habr¨ªa sido demasiada casualidad que fuera la que abre los martes por la ma?ana; no podemos pretender que todas est¨¦n abiertas durante todas las horas.
Rectifico: una s¨ª deber¨ªa estar abierta ma?ana y tarde ininterrumpidamente. ?Adivinan cu¨¢l es? La Biblioteca Provincial de Barcelona que, como muchos han advertido ¨²ltimamente, no existe. Y al paso que va, ni el se?or Puigverd ni yo, que compart¨ªamos bancos en la universidad, la veremos. Pero ustedes comprender¨¢n que dejemos lo del Born para otro d¨ªa. Eso s¨ª: cuando se abra, que sea como la de Estocolmo, que es, cr¨¦anme, ¨²til para todos los p¨²blicos.
Teresa Ma?¨¤ Terr¨¦. Facultad de Biblioteconom¨ªa y Documentaci¨®n, de la Universidad de Barcelona.
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