A vueltas con la socialdemocracia
Pareci¨® que se trataba de un abandono coyuntural por parte de las clases medias de ese pacto social que era y es, el Estado del Bienestar, cuya factura les resultaba cara en t¨¦rminos fiscales. Se complic¨® al comprobar que el cambio social hac¨ªa crecer capas intermedias y empleados de servicios muy permeables a ideolog¨ªas de clase media, en tanto desaparec¨ªan, disminu¨ªan o se segmentaban clases sociales hist¨®ricamente vinculadas a la izquierda. Desde esa perspectiva, la socialdemocracia europea se lanz¨® a la captura del voto centrista con terceras v¨ªas que trataban de encubrir su deriva. Qued¨®, eso s¨ª, Jospin. Sus pol¨ªticas de empleo, sanidad, educaci¨®n o tercera edad nos hac¨ªan reencontrar el lenguaje socialista y adem¨¢s, iban acompa?adas de cierto ¨¦xito en su gesti¨®n. En ese contexto, la d¨¦b?cle electoral y la inevitable pregunta: ?Que faire?
Aunque el componente espec¨ªfico franc¨¦s matiza la cuesti¨®n, no est¨¢ claro que lo prioritario para la socialdemocracia sea c¨®mo afrontar problemas nuevos v¨ªa mercadotecnia electoral. En una sociedad que demanda mensajes simplificados, no es f¨¢cil para la izquierda tratar problemas complejos como la rebaja de impuestos, la inseguridad ciudadana o la integraci¨®n de los inmigrantes. Se quiera o no, son temas que en la agenda de la derecha han encontrado respuestas de m¨¢s f¨¢cil arraigo popular. En ese camino al centro, pueden perderse -de hecho se pierden- colectivos importantes. Es un interrogante que cabe hacerse. ?son suficientes los mecanismos representativos actuales? Porque una de las lecturas que se desprenden del caso franc¨¦s -insisto, peculiar pero con perfiles que se apuntan en otras partes- es que parte del electorado ha votado contra el sistema, es decir que no se sienten representados por unos gobiernos cuya capacidad frente al hecho mundializador, es limitada.
Porque sigue siendo v¨¢lido el n¨²cleo del mensaje socialista: correcci¨®n del mercado, redistribuci¨®n de la renta y legitimaci¨®n democr¨¢tica. Pero quiz¨¢s ya no s¨®lo en el ¨¢mbito del Estado-Naci¨®n. Quiz¨¢s est¨¦ haciendo falta una visi¨®n alternativa de alcance universal que vaya m¨¢s all¨¢ de la defensa de intereses corporativos o de identidades autoafirmativas. Una visi¨®n, para empezar, que logre atraer a quienes se ubican extramuros del sistema democr¨¢tico y se dejan hoy seducir por propuestas tan inaceptables como las que hemos visto en Francia y no s¨®lo en Le Pen.
Joaqu¨ªn Azagra es profesor de Historia Econ¨®mica de la Universidad de Valencia.
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