Aulas
Entre protestas y encuestas, el ministerio de Do?a Calidad simula ocuparse de la educaci¨®n sin eliminar los barracones. Se mantienen en privado vivas pol¨¦micas sobre el asunto, pero ninguno de mis ¨²ltimos interlocutores, profesionales sensatos y algo m¨¢s j¨®venes, tiene hijos, lo que significa que participan por lo o¨ªdo en la difusi¨®n de la colecci¨®n de lugares comunes con los que se abona el desprestigio de la escuela p¨²blica. Cierto que ense?antes voluntariosos se muestran pesimistas ante c¨®mo est¨¢n las cosas, fundamentalmente por la falta de medios. ?Pero qu¨¦ es lo que ocurre en las aulas, esas que nos est¨¢n siendo presentadas como el reino de los profesores pasotas y los alumnos zoquetes, casi un territorio sin ley?
Quienes todav¨ªa hacemos deberes, y nos examinamos, y nos sometemos a evaluaciones, y visitamos la tutor¨ªa, pero tambi¨¦n recordamos las maravillas del sistema educativo durante la dictadura, aquel florido pensil, no necesitamos de mucho teorizar para llegar a unas cuantas conclusiones generales. Una: que no se da m¨¢s violencia en las aulas o los patios que en el maravilloso mundo que les rodea. Dos: que gamberros siempre hubo, y que es falso que ahora no se abran expedientes, que no se suspenda. Otro t¨®pico insiste en el bajo nivel, y pone como ejemplo las faltas de ortograf¨ªa, esas que ning¨²n plan de estudios anterior logr¨® erradicar y que adornan con tanto primor escritos oficiales y explicaciones de fallas muy galardonadas (?tendr¨¢n algo que ver el desprecio oficial a la Universidad, a la Feria del Libro, las excrecencias televisivas privadas y p¨²blicas?).
No es verdad que hoy no se estudien los verbos irregulares, ni las cordilleras, ni las ecuaciones. En conocimientos, y sobre todo en la interpretaci¨®n de la realidad, algo se ha ganado: adem¨¢s de los nombres de los r¨ªos de Espa?a, a nuestros hijos se les explica por qu¨¦ est¨¢n envenenados y qu¨¦ hacer para evitarlo. Y junto a las capitales de ?frica van sabiendo de hambrunas y sida, de inmigraci¨®n y colonialismo. Ahora que caigo: ser¨¢ que no conviene que estas preocupaciones entren en las aulas.
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