Fe de errores
El Libro de estilo de EL PA?S recoge entre sus principios, y en el apartado dedicado a la responsabilidad profesional, que 'el peri¨®dico ha de ser el primero en subsanar los errores cometidos en sus p¨¢ginas, y hacerlo lo m¨¢s r¨¢pidamente y sin tapujos'.
El mensaje es claro y rotundo. El problema surge, precisamente, a la hora de aplicarlo 'sin tapujos'.
Con mucha frecuencia, al final de las Cartas al Director -una de las secciones m¨¢s le¨ªdas del peri¨®dico- se publica, recuadrada, una Fe de errores en la que se rectifican equivocaciones cometidas por el peri¨®dico, normalmente el d¨ªa anterior.
Parece indudable que los que podr¨ªan llamarse errores materiales -al margen de las erratas que tambi¨¦n provocan fallos de fechas, o cantidades- tienen cabida en ese apartado y bastan para aclarar las inexactitudes.
Si se hace una relaci¨®n de pel¨ªculas de John Ford, por poner un ejemplo, y se incluye entre ellas La quimera del oro, parece razonable que al d¨ªa siguiente se aclare, como Fe de errores, que Ford no dirigi¨® esa pel¨ªcula y que su paternidad corresponde a Charles Chaplin.
La dificultad surge cuando se trata de una noticia equivocada, falsa en definitiva, aunque se haya dado con escaso relieve tipogr¨¢fico.
El pasado jueves se public¨®, en un recuadro a tres columnas, la destituci¨®n del director general de Pesca de la Uni¨®n Europea. Las cuatro ¨²ltimas l¨ªneas de la noticia a?ad¨ªan que 'entre las destituciones anunciadas ayer est¨¢ tambi¨¦n la del director general de la competencia, Philip Lowe'.
Lo curioso es que Lowe no hab¨ªa sido destituido, sino justamente lo contrario, nombrado para ese cargo en Bruselas.
Al d¨ªa siguiente, viernes, el peri¨®dico public¨® una Fe de errores aclarando el nombramiento de Lowe como nuevo director general. ?Basta con eso?
Si el dato de la falsa destituci¨®n hubiese sido lo principal de la noticia y se hubiese titulado con ello, parece obvio que estar¨ªamos ante una correcci¨®n manifiestamente desproporcionada.
Aqu¨ª se trataba de una peque?a informaci¨®n, una especie de segunda noticia, dentro de la noticia principal, de s¨®lo cuatro l¨ªneas.
La duda es saber cu¨¢ntas personas de las que leyeron una informaci¨®n de inter¨¦s para nuestro pa¨ªs -la destituci¨®n del director general de Pesca de la UE- que inclu¨ªa equivocadamente el relevo del director general de la competencia, leyeron al d¨ªa siguiente la Fe de errores que recog¨ªa su nombramiento para el cargo.
Ese 'sin tapujos' que exige el Libro de estilo lleva a pensar que hubiese sido m¨¢s claro publicar una peque?a noticia con un titular que anunciase el nombramiento de Philip Lowe y un p¨¢rrafo advirtiendo a los lectores del error anterior.
La mera Fe de errores, para supuestos de este tipo, tiene un cierto tufillo a disimulo, a rodeo para encubrir la pifia, y no abarca, plenamente, las consecuencias que se hayan podido derivar de la equivocaci¨®n original. Los lectores tienen derecho a pensar que el peri¨®dico trata de disimular el fallo, escondi¨¦ndolo con cierto pudor.
Ante supuestos de informaci¨®n err¨®nea no parece suficiente, ni razonable, obligar al lector a que consulte cada d¨ªa la posible inclusi¨®n de una Fe de errores en el peri¨®dico para descubrir que el d¨ªa anterior ha le¨ªdo una falsa noticia.
El dato equivocado: nombres, fechas, cantidades, localizaciones geogr¨¢ficas y cualquier otro de este tipo tiene encaje suficiente en ese aviso que el peri¨®dico incluye, con m¨¢s frecuencia de la que ser¨ªa deseable y que los lectores habituales conocen sobradamente.
Cuando el error trasciende el mero dato y afecta a la informaci¨®n, lo correcto es subsanarlo con otra, acorde con su entidad y proporcional a la extensi¨®n de aquella en la que se cometi¨® el yerro.
Provincias del sur
En el suplemento dominical EP[S] del pasado d¨ªa 21 se incluy¨® un reportaje sobre el rey de Marruecos -Vida de rey- al que se dedic¨® la portada del semanario.
Varios lectores se han dirigido al Defensor con dos reproches: creen que se ofrec¨ªa una imagen edulcorada del monarca y critican que se hablase, simplemente, de visita a 'los confines del sur de Marruecos' o que hizo una gira que 'le llev¨® a una veintena de ciudades del centro y del sur de Marruecos'.
Respecto de la primera cuesti¨®n, estamos ante un problema de percepci¨®n que cada lector administra seg¨²n su criterio, si bien es cierto que el gran despliegue fotogr¨¢fico del reportaje ofrec¨ªa, entre otras, una imagen de casi dos p¨¢ginas en la que pod¨ªa verse a un oficial del Ej¨¦rcito marroqu¨ª inclin¨¢ndose, cercano a la genuflexi¨®n, besando la mano del monarca. El universo informativo que ofrece esa fotograf¨ªa necesita de pocos comentarios.
Respecto a lo segundo, conviene explicar que se trataba de un reportaje escrito y firmado por una periodista francesa que el suplemento adquiri¨® y public¨® ¨ªntegramente.
Parece claro que las referencias a los 'confines del sur' y a las ciudades del 'sur de Marruecos', suponen, aunque no sea de manera expresa, la asunci¨®n de la postura de Marruecos respecto del S¨¢hara Occidental.
Esas tesis no las ha asumido este peri¨®dico en su l¨ªnea editorial y, por ello, hubiese sido oportuno introducir una breve referencia expresa, de modo que los lectores hubieran podido saber que se estaba hablando de un viaje que inclu¨ªa la zona del S¨¢hara Occidental, sobre cuya soberan¨ªa existe un viejo enfrentamiento de posiciones que, justamente estos d¨ªas, vuelve a cobrar actualidad.
El suplemento EP[S] incluir¨¢ en su pr¨®ximo n¨²mero la carta de un lector en la que se recoge su opini¨®n y su queja.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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