Un personaje clave en la transici¨®n rusa
Con la muerte del general Alexandr L¨¦bed, de 52 a?os, ha desaparecido un hombre que jug¨® un papel clave en varias ocasiones durante la primera d¨¦cada de la Rusia pos-sovi¨¦tica, pero que no encontr¨® su lugar como pol¨ªtico de talla estatal en la Rusia de hoy.
En plena decadencia del r¨¦gimen que presidi¨® Bor¨ªs Yeltsin, este general, con el rostro deformado por el boxeo, lleg¨® a ser un personaje deseado y temido, en el que muchos ve¨ªan la salvaci¨®n de Rusia. Unos, como variante local de De Gaulle, y otros, de Pinochet.
A primera vista, los pol¨ªticos de hoy en Rusia parecen haber adquirido un mayor nivel de sofisticaci¨®n que los miembros de la jerarqu¨ªa del poder en la ¨¦poca de Yeltsin. A los 'pol¨ªticos pintorescos' asociados con Yeltsin les han sucedido los 'pol¨ªticos discretos' de Vlad¨ªmir Putin, personas sin estridencias al 'estilo sobrio de San Petersburgo'.
Pero L¨¦bed era algo m¨¢s que un personaje pintoresco, con un lenguaje directo y brutal y un agudo sentido del humor. Aquel lector empedernido, que de joven fue rechazado tres veces en una academia de aviaci¨®n, emprend¨ªa aventuras, pero no era un aventurero.
A la hora de la verdad, el general, curtido en Afganist¨¢n, demostr¨® que le importaba m¨¢s la paz que la guerra. En las tres grandes ocasiones en las que pod¨ªa haber derramado sangre, L¨¦bed opt¨® por evitarla. La primera, durante el golpe de Estado de agosto de 1991; la segunda, en el conflicto secesionista en la regi¨®n del Trandsni¨¦ster, y la tercera, en la guerra de Chechenia, a la que puso fin en agosto de 1996.
Entonces L¨¦bed asumi¨® responsabilidades de las que se escabull¨ªa Yeltsin y dio a los chechenos una oportunidad de ganarse la independencia.
Hasta su muerte ha afrontado las consecuencias: los oficiales rusos lo tildan de traidor, pero olvidan que el Ej¨¦rcito de su pa¨ªs en 1996 era una instituci¨®n desmoralizada y sin liderazgo.
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