La frivolit¨¦ de la gauche
Monsieur Tintin:
Cuando la izquierda asciende a la frivolidad acaba haci¨¦ndole el trabajo a los nacionalismos y a los fascismos. No s¨®lo debi¨® hacer un buen d¨ªa, la aburguesada izquierda institucional prefiri¨® la playa o el monte, la radical otra forma de diversi¨®n que es dispersar el voto. Y es que ser de izquierdas es muy responsable, cuando se ha padecido la frivolidad se tiene que acabar votando al mal menor, que es, contemplado en ¨²ltima instancia, como una bendici¨®n, o permitir el paso al fascismo. No hay como la izquierda para dejar sin referente a su electorado, pero no me voy a aprovechar, porque si hablara sobre Euskadi...
La izquierda, cuando se pone fr¨ªvola es la que trae a la derecha. Despu¨¦s de los a?os cuarenta del pasado siglo los fascismos en Europa no surgen por sus propios m¨¦ritos sino por falta de sensibilidad de la izquierda, incluso por reconversi¨®n de la izquierda como en la extinta Yugoslavia. Se puede ser comunista en un barrio residencial de clase media pero no tanto en los barrios de viviendas sociales o de infraviviendas alquiladas en el centro de la ciudad ante una inmigraci¨®n descontrolada, aunque sea cierto que son los bajos salarios o los trabajos en negro promovidos por patronales criminales los que causan el problema. Se puede ser comunista o socialista en ese barrio residencial lejos de la inseguridad y del miedo. Se puede ser comunista, trotskista y socialista en ese barrio residencial y ser capaz de sobrepasar con el garantismo legal a la misma ley.
Cuando la izquierda asciende a la frivolidad acaba haci¨¦ndole el trabajo a los fascismos
La izquierda que regatea como puede en el mundo de la globalizaci¨®n puede ser generosa hasta la estupidez pol¨ªtica con temas tan serios como el de la inmigraci¨®n y el multiculturalismo provocando que sus feudos hist¨®ricos, los del proletariado, reaccionen hacia el fascismo puro y duro, se enganchen al chovinismo, acuse de vendidos a la derecha a etn¨®grafos como Mikel Azurmendi, que, por cierto, sabe bastante de la sociedad francesa. Esa izquierda de la dispersi¨®n, la playa o el monte, o, lo que es peor, la de quedarse en casa, frivoliza sobre el Estado o la ley hasta que el fascismo reaparece con un discurso que la sobrepasa, oportunistamente, hasta alcanzar el poder e imponer el autoritarismo. Y un instante antes del resultado electoral no ten¨ªa ni idea de lo que se estaba fraguando. El autoritarismo y la reacci¨®n es una amenaza diaria, a la vista, aunque los esquemas endog¨¢micos, los prejuicios hist¨®ricos, los intereses, no los dejen ver. Luego vienen los lamentos, las quejas de los que no votaron por castigar a Jospin, los que cre¨ªan que todo iba a ser igual, y no va a ser igual. Ahora, ?hale!, no queda m¨¢s remedio que refrendar a Chirac como si fuese el De Gaulle libertador de la posguerra.
?Se¨ªsmo en Francia?, seguro que no, los temblores se ve¨ªan venir poco a poco y el aut¨¦ntico enemigo de la izquierda es la propia izquierda con su incapacidad de adaptaci¨®n. No hay como la izquierda para convertir en baluarte de la Rep¨²blica a un candidato de derechas, aunque no sea el suyo, aunque tengan los izquierdistas que taparse la nariz, pero ¨¦l representa, le han hecho representar, la Rep¨²blica y el legado hist¨®rico de Francia. Y no hay como un firme candidato de derecha frente al fascismo para unir a la izquierda dispersa y cainita.
Monsieur Tintin: Lloro por la Rep¨²blica, lloro porque no queda m¨¢s remedio que votar a Chirac, porque nos hemos convertido en unos fr¨ªvolos y ahora no nos queda nada, m¨¢s que eso. Nos hemos dado el lujo de sobrepasar con el garantismo legal a la propia ley. Con buenos sentimientos cristianos hemos asumido ante el televisor la inmigraci¨®n descontrolada como la limosna del peque?o burgu¨¦s al mendigo de la puerta de la iglesia, cuando es m¨¢s complejo y serio. Nuestro prejuicio contra el Estado no ha dado importancia a la inseguridad. Y lo peor no es tener que votar a Chirac, lo peor es que hemos permitido que pase a disponer de una segunda vuelta, de igual a igual, a un candidato de la Francia negra, que como la Espa?a tambi¨¦n existe.
Adem¨¢s, coincide con los resultado electorales del SPD en la Sajonia-Anhalt, con la situaci¨®n pol¨ªtica de Italia, con la de Portugal... Vayamos, como dir¨ªa en la Nueva Gaceta Renana, al muladar de la historia. Al menos durante un tiempo. Porque en Francia ha sido la izquierda la que le ha abierto la puerta a la derecha y al fascismo, aunque est¨¦ presta a cerrarla al fascismo bajo un l¨ªder de la derecha que lo ensalza a lo m¨¢s alto. Normalmente, hasta la fecha, la que abr¨ªa esa puerta al fascismo era la derecha.
Esta vez no he hablado de Euskadi. ?O tal vez s¨ª?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.