'Los exiliados tuvieron que hacer un duro viaje interior'
Ra¨²l Busteros (M¨¦xico DF, 1953) conoce bien el exilio. Sus padres, militantes socialistas, lo sufrieron en propia carne cuando tuvieron que emigrar de la Espa?a franquista y vencida hacia M¨¦xico. 'Los exiliados hicieron un duro viaje interior, lleno de terrible nostalgia, recuerdos tormentosos y pudor', asegura este cineasta trot¨®n y entusiasta, de lengua viva y literaria, carcajadas sonoras y humor fino que hace estos d¨ªas el viaje de vuelta para presentar en diversos puntos de Espa?a -A Coru?a, Puente Genil (C¨®rdoba), Valencia, Segorbe (Castell¨®n) y Madrid- su documental Otaola o la Rep¨²blica del exilio.
Es una pieza que retrata la figura de un escritor espa?ol exiliado, Sim¨®n Otaola, admirador sin l¨ªmites de Ram¨®n G¨®mez de la Serna, famoso en M¨¦xico por su humor amargo y sus retratos de personajes extra?os en libros como El cortejo o Unos hombres. 'Otaola rompi¨® con la discreci¨®n de los exiliados y el mundo interior de ¨¦stos encuentra su puerta literaria en ¨¦l, que contaba lo que todos se callaban', afirma Busteros.
Cree que en el caso del exilio en M¨¦xico, concretamente, hay una relaci¨®n m¨¢s tortuosa: 'Pesa la sensaci¨®n de gratitud con esa mezcla del complejo de conquistador. En M¨¦xico llegaron de una guerra y se metieron en otra', cuenta. Y la gratitud se centra mucho en una persona. 'Todo el exilio espa?ol ha agradecido siempre al presidente C¨¢rdenas su gesto de acogida sin condiciones', afirma.
El director del documental se define m¨¢s como comunicador que como autor cinematogr¨¢fico. De hecho, ha explorado todo, ha escrito ensayos, publica una serie de art¨ªculos en la prensa mexicana sobre sus experiencias con camareros que ha titulado Mi vida con los meseros, 'esos personajes que son amigos, madres, compa?eros', asegura. Ahora tiene en preparaci¨®n otro sobre la vida moderna que se titular¨¢ Los ocupados.
Tambi¨¦n ha escarmentado con la publicidad. 'Lo hice dos a?os y me resultaron interminables. Lo dej¨¦ porque me di cuenta de que malgastaba mi talento', asegura. Pero tambi¨¦n aprendi¨® entre las tripas de las modelos y los esl¨®ganes la que se ven¨ªa encima: 'Este mundo de ahora, liberal, salvaje, globalizado', dice con la lengua suelta intercalando alg¨²n juramento, y con el entrecejo despreciativo.
Como cineasta ha creado adem¨¢s Redondo, un filme que tambi¨¦n describ¨ªa la vida de un escritor. 'Fue un gran esc¨¢ndalo en M¨¦xico porque este hombre imaginaba la vida dentro de un convento con todo tipo de vicios', dice, 'pero me perdonaron un poco la vida cuando consegu¨ª algunos premios internacionales'. En los dos filmes est¨¢ presente la huella de sus dos influencias m¨¢s determinantes: Bu?uel y Fellini. Al primero tuvo oportunidad de conocerlo personalmente, pero no quiso. 'No quer¨ªa que me consideraran una de las viudas de Bu?uel', asegura. Se refiere a aquellos que alardeaban de rodear al genio y darle consejos a la primera de cambio.
Si no ha hecho m¨¢s cine puede que sea porque le es duro encontrar apoyos, ya que es directo en el trato y poco amigo de bailar ciertas aguas. Uno no tiene m¨¢s que comprobar su teor¨ªa del p¨²blico: 'Cuando el Gobierno mexicano nos re¨²ne a los profesionales para ver cu¨¢les son los males del cine en nuestro pa¨ªs, unos dicen que si la distribuci¨®n, otros que si la promoci¨®n, yo me planto y lo digo claro. La culpa es del p¨²blico, que no nos elige y ah¨ª est¨¢, no le den m¨¢s vueltas', cuenta.
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