La herida y la recuperaci¨®n
Tras el se¨ªsmo de la primera vuelta en las elecciones presidenciales, Francia est¨¢ pol¨ªtica y psicol¨®gicamente herida; Europa, tocada.
Nada permite, sin embargo, concluir que estamos condenados a tensiones que puedan rebasar la capacidad del sistema democr¨¢tico para encauzarlas y resolverlas; ni a escuchar de nuevo las llamadas liberticidas de las doctrinas de salvaci¨®n. No, no hemos retrocedido a los a?os treinta.
Ser¨ªa, no obstante, excesiva confianza no analizar s¨ªntomas y tendencias de algo que puede ser m¨¢s que un amago de 'asalto a la raz¨®n'. Es necesario separar el trigo de la paja.
Adelanto mi coincidencia con el analista brit¨¢nico Hugo Young, quien a los dos d¨ªas de subir Le Pen al podio, mantener Chirac su media sonrisa y salir Jospin hacia la soledad, escrib¨ªa en The Guardian que no se trataba, ?todav¨ªa?, de una profunda crisis de identidad ni de inconformidad insuperable con el sistema, ni siquiera de una crisis pol¨ªtica general, sino de manifestaci¨®n de profundas disfuncionalidades en la V Rep¨²blica que era preciso corregir. No se trataba tanto de una crisis pol¨ªtica, sino de los efectos nocivos de una carencia pertinaz en hacer verdadera pedagog¨ªa pol¨ªtica.
Se inscriben los resultados del 21 de abril en un inocultable giro de Europa hacia la derecha. El Gobierno ha pasado de los socialdem¨®cratas a los conservadores en Espa?a, Italia, Austria, Dinamarca y Portugal. Las elecciones en Holanda y en Noruega no aparecen con luz m¨¢s favorable.
Otro dato a consignar es el aumento de la abstenci¨®n en muchos sitios. En los comicios locales de ayer en Gran Breta?a se estimaba que habr¨ªa una participaci¨®n del 25% o 26%, lo cual podr¨ªa favorecer a los candidatos marginales, tal vez alguno del British National Party, racista, xen¨®fobo y heredero del fascismo ingl¨¦s; quiz¨¢s en las ciudades de conflicto, en Oldham, Burnly o Bradford.
La derecha en el poder se apoya en varios pa¨ªses en la extrema derecha: en Austria; en Portugal (Dur?o Barroso en Portas); en Italia (Berlusconi en Bossi m¨¢s que en Fini). La lista de Pim Fortuyn -un radical intelectualmente atractivo- es ya esencial en Rotterdam y lo puede ser a escala nacional. Y el Bloque Flamenco, en B¨¦lgica, es algo m¨¢s que pura agitaci¨®n y convocatoria a identidades.
Pero esta tendencia esparcida por Europa no basta para entender la especificidad del caso franc¨¦s. Se han adelantado interpretaciones que van de la visi¨®n general que caracteriza a Francia como una batalla perdida de antemano contra la globalizaci¨®n y la modernidad, a an¨¢lisis concretos de los efectos del sistema electoral y de la estructura de partidos.
Veamos la descalificaci¨®n general. Francia ser¨ªa como jumento que se debate contra las varas del carro de la globalizaci¨®n modernizante: excepci¨®n cultural, pr¨¢cticas cuasi artesanales, corporativismo, grandes escuelas, administraci¨®n: 'Monsieur le facteur, madame la concierge, muy ilustre se?or inspector de hacienda'... Es una visi¨®n predominantemente anglosajona y militantemente neoliberal. Mal alumno el franc¨¦s, sin aprender lo esencial y razonando y cortando los pelos en cuatro en el detalle.
La elaboraci¨®n de esa visi¨®n de Francia por los gabinetes ha alcanzado la categor¨ªa de estereotipo. La revista Time public¨® en el a?o 2000 un n¨²mero sobre Francia. Le concedi¨® al gallo la portada. Era algo as¨ª como sacralizarle como el pa¨ªs del a?o. Entonces corrigi¨® lo que con sal tan gorda se le¨ªa en el Wall Street Journal o incluso en el New York Times. Ni tan centralizada como antes, con un mayor equilibrio entre las regiones, con un avance notable en el sur; los enarcas y los surgidos de las grandes escuelas no ten¨ªan el monopolio del poder pol¨ªtico y de la Administraci¨®n.
Y muchos franceses trabajaban fuera del hex¨¢gono y, esencial, hablaban cada vez m¨¢s ingl¨¦s. Dos a?os despu¨¦s, con fecha del 22 de abril, pero en venta en los quioscos antes, Time vuelve a consagrar un n¨²mero a Francia. En la portada -con la ense?a simp¨¢tica y encantadora de Am¨¨lie, la actriz Audrey Tautou- se lee que Francia es diferente. Esta Gigi de una Colette sin mala uva y que fuese al supermercado es m¨¢s asimilable. Pero en el n¨²mero aparecen parecidas reservas e irritaciones por la vocaci¨®n de Francia de ser m¨¢s de lo que Time piensa que es. La tendencia a identificar sin matices al pelot¨®n de retardatarios aparece clara en el International Herald Tribune del 17 de abril alineado en el mismo grupo de retardatarios a Laguilier, Chev¨¨nement, Le Pen, y al candidato cazador-pescador, as¨ª como al verde Mam¨¨re, evitando introducir a la mulata guayanesa, quiz¨¢ por respeto al rechazo de colores de sus lectores. Hay que ser pol¨ªticamente correctos. Pero la globalizaci¨®n se introduce en Francia. La Brookings Institution encuentra la f¨®rmula: 'Mundializaci¨®n furtiva'.
Estos estereotipos dejan escapar mucho de lo esencial: los datos econ¨®micos favorables, la aceptaci¨®n de una gran mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa de la situaci¨®n y del sistema, el alt¨ªsimo ¨ªndice de desarrrollo humano (IDH), un sistema de seguridad social no ya tan ejemplar como hace a?os, pero que sigue atrayendo a los despavoridos clientes del National Health Service que tratan de encontrar una plaza en un hospital de Nancy o de Lille para una catarata o una pr¨®tesis.
Tambi¨¦n dejan escapar cambios de actitudes. Tengo sobre la mesa cuando escribo la encuesta de CECOP para Le Monde y el estudio de Covipor para Ciencias Pol¨ªticas. Datos complejos, de los que se?alo uno: el porcentaje de quienes aprobaban que se erigiesen mezquitas con fondos p¨²blicos ha pasado del 42% al 67% en 10 a?os. Sobre esta situaci¨®n, y con una gesti¨®n muy positiva del primer ministro en los ¨²ltimos cinco a?os, han operado datos completos de tipo jur¨ªdico pol¨ªtico. El profesor y diputado en el Parlamento Europeo Olivier Duhamel ha subrayado el galimat¨ªas de las dos vueltas en la elecci¨®n presidencial. La primera, con un sistema proporcional sin correcci¨®n (supraproporcionalidad), con los efectos consiguientes de favorecer la dispersi¨®n del voto, el n¨²mero de candidatos y de elegir como principal rival al m¨¢s pr¨®ximo ideol¨®gicamente, conforme a la nefasta teor¨ªa de los espacios pol¨ªticos naturales. Una segunda vuelta por el sistema mayoritario m¨¢s puro y dr¨¢stico, que cierra el paso al rechazable.
El sistema ha conducido al resultado que el lector conoce. La izquierda sin extrema izquierda (Jospin, Mam¨¨re, Hue, Taubira) alcanz¨® el 32,4% (en 1995, 35,2%), y la derecha sin extremos, el 33,41%. Pero Chirac saca a Jospin m¨¢s de cuatro puntos. A estos defectos corregibles por la ley, y aun por los
reglamentos, se a?aden cuatro preconceptos tomados como el Evangelio por el p¨¢rroco m¨¢s ortodoxo. En primer lugar, la teor¨ªa del espacio pol¨ªtico natural. A cada uno corresponder¨ªa uno. Debe, por tanto, combatir no a su contrario pol¨ªtico, sino al m¨¢s pr¨®ximo para que no le quite su silla reservada. Esta creencia hace dif¨ªcil las alianzas. Otro error que venimos padeciendo, a lo mejor -lo que es decisivo- es la falta de matizaci¨®n acerca del enunciado de que las elecciones se ganan en el centro. Esto puede ser cierto cuando las posiciones entre derecha e izquierda son claras y cuando se ha procedido por ambas partes a una verdadera pedagog¨ªa pol¨ªtica. Pero no cuando somos arrastrados por lo medi¨¢tico. En un momento de la campa?a, Le Pen dijo que bajo el temor por el tema de la seguridad se estaban 'lepenizando los esp¨ªritus'; Chirac apel¨® al miedo a los j¨®venes y a los suburbios; y Jospin matiz¨®, pero en mi opini¨®n no lo suficiente.
Otro de los errores que hay que corregir es la aplicaci¨®n maximalista de la teor¨ªa de los ciclos: no hay nada que hacer m¨¢s que esperar a que se agote el ciclo que ha encumbrado al que est¨¢ en el poder. Pero, como en los milagros, hay que ayudar un poco al santo. Por ¨²ltimo, la convicci¨®n de que la imagen vale m¨¢s que el discurso, y la actitud m¨¢s que la explicaci¨®n. Hay quien en el pa¨ªs vecino ha considerado que Bayrou gan¨® votos por darle una bofetada a un pilluelo que trataba de quitarle la cartera en Estrasburgo. Bayrou ha dicho cosas durante la campa?a, algunas que merecen atenci¨®n, pero, para algunos, parece que lo decisivo ha sido reaccionar frente a un pilluelo.
La izquierda, no solamente en Francia, se ha dejado arrastrar por estos estereotipos presentados como verdades absolutas, y no ha salpicado la realidad con su discurso, con su sal, y como ya se ha dicho: '...si la sal pierde su sabor, ?qui¨¦n se lo dar¨¢?'.
La batalla de contenci¨®n a Le Pen en la segunda vuelta est¨¢ iniciada y probablemente tendr¨¢ ¨¦xito. Pero una sociedad cuyos supuestos esenciales no est¨¢n en crisis necesita adaptar los supuestos y pr¨¢cticas de la V Rep¨²blica a un mundo nuevo, caracterizado por la interdependencia, por una lectura estrat¨¦gica distinta, pero que no tiene sentido sin introducir una estimaci¨®n de valores.
Fernando Mor¨¢n es escritor y embajador de Espa?a.
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