No ver
En Madrid est¨¢n construyendo un Palacio de Deportes desde cuyas gradas no se ve la pista. Quiz¨¢ como palacio de deportes sea una basura, pero como met¨¢fora no tiene precio, pues ahora tampoco vemos la realidad cuando nos asomamos a ella, aunque nunca ha habido tantos medios de comunicaci¨®n desde los que observarla. Por eso no nos dimos cuenta de lo de Le Pen, ni de lo de Berlusconi, ni de lo de Haider, por hablar del extranjero que es m¨¢s tranquilizador, hasta que los tuvimos encima. Enciendes la radio y hay media docena de soci¨®logos pregunt¨¢ndose qu¨¦ ha ocurrido en Argentina. Y eso que son personas de carrera, abonadas a la realidad como otras se abonan a la ¨®pera. ?Por qu¨¦ no hicieron sonar la alarma? Pues porque no se enteraron. Y no se enteraron porque desde las gradas informativas no se ve la realidad.
Por cierto, que una vez fui al teatro de la ?pera y me colocaron detr¨¢s de una columna completamente opaca. Protest¨¦ y me dijeron que hab¨ªa comprado una entrada muy barata, lo que era cierto, de modo que asum¨ª mi ceguera a cambio al menos de que los ricos disfrutaran del espect¨¢culo. Pero es que ahora ya no ven el escenario ni los ricos. ?C¨®mo es posible, si no, que banqueros de toda la vida, a quienes les sale el dinero por las orejas, se dedicaran a meter la mano en la caja? Pues porque les hab¨ªan puesto delante una columna, de modo que s¨®lo ve¨ªan lo que no ten¨ªan y se asustaron ante la perspectiva de una vejez repleta de necesidades. La arquitectura actual, tan aficionada a los edificios sin ventanas y a los palacios de deportes ciegos, explica mejor que mil ensayos por qu¨¦ s¨®lo vemos las bombas, incluidas las bombas demogr¨¢ficas, cuando estallan ante nuestras narices y nos vuelan los sesos.
As¨ª, culpamos a la inmigraci¨®n de nuestra inseguridad sin darnos cuenta de que, para inseguridad, la de los inmigrantes, que perecen en medio del oc¨¦ano o recorren Europa siguiendo el rastro de los cubos de la basura. Parece evidente que son ellos quienes deber¨ªan quejarse, pero desde las gradas morales desde las que los observamos se ven las cosas al rev¨¦s. Y eso cuando se ven, porque est¨¢n pensadas para no ver, como el Palacio de los Deportes de Madrid.
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