Pen¨²ltimo asalto
Mientras caen los minutos por el embudo del reloj de arena, los personajes de la Liga templan los nervios en el s¨®tano del estadio. Rafael Ben¨ªtez cambia las pilas de la calculadora, Denilson engrasa la bicicleta, Javier Clemente se fuma los estancos de dos en dos, V¨ªctor Fern¨¢ndez se encomienda a Clausewitz y busca la t¨¢ctica definitiva, Carles Rexach ha pasado de los ataques de miedo a los ataques de p¨¢nico, Vicente del Bosque pide un billete para Glasgow y otro para el psiqui¨¢trico, Djalminha golpea a Javier Irureta con el sonajero que lleva sobre los hombros y, en justa correspondencia, Irureta medita seriamente sobre todas las salidas posibles para su futuro profesional; duda entre exiliarse en la isla de Pascua, alistarse en una organizaci¨®n pacifista, contratar a un guardaespaldas, comprarse una chichonera, hacer un curso de karate o invertir la mitad del sueldo en aspirinas.
Contra lo que pudiera pensar cualquier testigo razonable, tal bochinche no es el argumento de una comedia de enredo ni el sonido de una casa de locos; son las ¨²ltimas convulsiones de un campeonato hipertenso en el que la gloria cambia de manos como una falsa moneda.
A estas horas, todos los aspirantes han sufrido desmayos, dudas y arrebatos, pero, sin margen para nuevos errores, no pueden hacer otra cosa que movilizar a sus figuras y pedirles un ¨²ltimo esfuerzo. Antes de partir hacia La Rosaleda, el Valencia invoca el esp¨ªritu combativo de Rub¨¦n Baraja y el genio penetrante de Pablo Aimar para conjurar el esp¨ªritu guerrero de Dar¨ªo Silva y el genio tropical de Dely Vald¨¦s.
El Madrid, en cambio, debe hacer urgentemente un ejercicio de buena memoria y otro de amnesia: ha de olvidar r¨¢pidamente el brillo de la Copa de Europa y recordar las diversas clases de barro con el que le han pintado la cara; barro de Anoeta, barro de El Sadar, esa pegajosa mezcla de sudor y lodo con la que se ha manchado la camiseta y la trayectoria.
Por detr¨¢s, el Deportivo de A Coru?a ha cambiado de estado de ¨¢nimo en apenas siete d¨ªas: ten¨ªa la arrogancia del candidato al t¨ªtulo y ahora tiene la angustia del perseguido, as¨ª que pone una vela a san Trist¨¢n y otra a san Judas Tadeo. Sigue su camino, vigilado de cerca por el Celta de Vigo, un equipo con aires de orfe¨®n cuyos mejores hombres, Mostovoi, Karpin, Wagner y compa?¨ªa, buscan sus reservas de aire con una mezcla de inquietud y confianza. Luego llega el Barcelona, procedente de la UVI y...
...Junto al vertedero de la tabla, los n¨¢ufragos giran en el mismo remolino que los aspirantes al campeonato.
En la inminencia del desenlace, todas las camisetas huelen a cloroformo.
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