Respeto
Alguien aconsej¨® bien a los sindicalistas de la Polic¨ªa Municipal. Alguien debi¨® de explicarles que lo que pensaban hacer en la boda de la hija del alcalde era una gamberrada impresentable. Hab¨ªa anunciado la UPM su intenci¨®n de presentarse a la salida de la iglesia para vociferar un poco y proferir insultos varios al regidor de la Villa. Es decir, para amargarle la boda. Y no fueron los ¨²nicos: otro tanto planearon los vecinos de Bat¨¢n que protestan contra la invasi¨®n de prostitutas en la Casa de Campo. ?stos incluso pensaban llevarse a Floro, ese personaje vestido de preservativo que se ha convertido en mascota de la causa. Por fortuna, nada de eso ocurri¨®. Por fortuna, no s¨®lo para el alcalde, sino para estos colectivos, que, de haber llevado a cabo su plan, hubieran quedado como unos aut¨¦nticos canallas ante la opini¨®n p¨²blica. El respeto es elemental y nadie tiene derecho a boicotear un acontecimiento familiar por muy cabal que sea la causa que defienda. Ni siquiera deb¨ªan haber sembrado la inquietud entre los suyos con algo as¨ª. Por fortuna, la cordura apareci¨® s¨®lo unas horas antes de la ceremonia, cuando los sindicalistas enviaron a la novia un ramo de flores y una felicitaci¨®n comunic¨¢ndole que no reventar¨ªan la boda.
El episodio me record¨® aquella orden de detenci¨®n que curs¨® en el a?o 93 el pol¨¦mico juez Moreiras contra el empresario Benedicto Alfaro. El magistrado no tuvo escr¨²pulo alguno ni encontr¨® mejor momento para enviarle los agentes judiciales que cuando estaba en la iglesia celebrando el enlace de su hijo. Creo que si el detenido hubiera sido Alfonso Capone, Eliott Ness al menos hubiera esperado a que acabara la ceremonia. Lo m¨¢s indignante es que a los tres d¨ªas Alfaro estaba ya en libertad. Por encima de todo hay que ser persona. Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Mazano ha demostrado un alto grado de inmunidad a las cr¨ªticas por su gesti¨®n, pero es extremadamente vulnerable a todo lo concerniente a su familia. Imagino por ello que habr¨¢ llevado mal ese amago de los sindicalistas con lo de su hija y que tampoco le gustar¨¢ ver el nombre de su hijo relacionado con una irregularidad urban¨ªstica.
El asunto es de lo m¨¢s corriente, se trata de la t¨ªpica ampliaci¨®n de terraza en un ¨¢tico sin licencia previa. Cualquiera que haya sobrevolado en helic¨®ptero la capital habr¨¢ visto miles de arreglos de ese tipo en las azoteas. Son chapuzas de las que generalmente nadie se preocupa y que en este caso ha denunciado el due?o de un restaurante porque antes le hab¨ªan denunciado a ¨¦l por la salida de humos, una especie de vendetta. Nada de esto tendr¨ªa tampoco mayor trascendencia si el ¨¢tico en cuesti¨®n no fuera propiedad del hijo del alcalde. En honor a su padre habr¨¢ que subrayar que la Gerencia Municipal de Urbanismo ha denegado la petici¨®n de licencia solicitada por Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano Mir¨®. Se trata no s¨®lo de ser honrado, sino adem¨¢s parecerlo, y el hijo del alcalde ha de respetar la ley como el primero.
En cambio, el arzobispo de Madrid no acepta tan f¨¢cilmente las decisiones que contravienen los intereses eclesi¨¢sticos. Rouco Varela mont¨® el domingo un aut¨¦ntico show ante los fieles de la iglesia de Nuestra Se?ora de Las Fuentes que se oponen al derribo de una parte del edificio dictaminado por el Tribunal Supremo. Escoltado por treinta sacerdotes, entr¨® monse?or en el abarrotado templo, que denomin¨® 'construcci¨®n de Dios'. En su homil¨ªa, calculadamente ambigua, se permiti¨® recordar que la Iglesia siempre acat¨® las decisiones de la autoridad leg¨ªtima, para a?adir despu¨¦s que las leyes humanas deber¨ªan atenerse a la justicia divina. Olvida el se?or arzobispo que no todos los ciudadanos creen que los arquitectos y aparejadores contratados por la Iglesia est¨¢n necesariamente inspirados por Dios y que tampoco lo que hacen obispos y sacerdotes responde siempre al mandato divino. Monse?or no deber¨ªa jugar con esos conceptos porque la historia nos ha dejado demasiadas muestras de las burradas que pueden hacerse en nombre de Dios. El asunto es puramente terrenal y han de ser los hombres con las leyes humanas los que busquen una soluci¨®n razonable sin que ning¨²n ministro de la Iglesia amenace con el infierno a quien les lleva la contraria. Hay que aprender a respetar.
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