M¨¢quinas que nos sacan de quicio
Los aparatos que antes obedec¨ªan nuestras ¨®rdenes cuando transmit¨ªamos pl¨¢sticamente nuestros deseos han desaparecido del mercado. Ahora no se aumenta o baja el volumen de una radio accionando hacia arriba o hacia abajo la aguja. Lo corriente es gobernarlo mediante pulsaciones digitales que valen ya para todo. Ahora no es sencillo conseguir que un televisor conectado a un VCR y a un DVD con acceso a docenas de canales se apague. Probablemente es preciso esperar que repase, por su cuenta, una serie de datos y nos obligue a escoger entre diferentes opciones.
Los aparatos actuales tienden a complicarse con el fin de aumentar sus servicios mientras los usuarios se ven frustrados ante la imposibilidad de disfrutarlos. El llamado iDrive del nuevo BMW 745 ofrece hasta 700 funciones diferentes. ?Existe alg¨²n cliente preparado para degustarlas todas? Claro que no. Los coches se lanzan equipados con un enorme surtido de opciones electr¨®nicas supuestamente dirigidas a mejorar la conducci¨®n y el confort, pero en ¨²ltimo extremo s¨®lo contribuyen a acentuar el estr¨¦s. Es lo mismo que sucede con las lavadoras de ¨²ltima generaci¨®n, cuyo sinf¨ªn de programas abruma m¨¢s que ayuda, y, siguiendo un criterio de autodefensa, el ama o el amo de casa suele seguir con las opciones t¨¦cnicas que ya conoce. La industria presume de sofisticaciones mientras el usuario anhela la sencillez. Antes se apagaba una luz seg¨²n se girara la llave a la derecha o a la izquierda, pero hoy, un mismo gesto puede encenderla y apagarla. ?No incrementa esto la confusi¨®n?
Antes se apagaba la luz seg¨²n se girara el interruptor a derecha o izquierda, pero hoy un mismo gesto puede encenderla y apagarla. ?No incrementa esto la confusi¨®n?
El 'tecnoestr¨¦s' est¨¢ causado por nuestra incapacidad para enfrentarnos a las m¨¢quinas de un modo psicol¨®gico saludable, y crece en el desarrollo de nuestra relaci¨®n con ellas
Naturalmente, las dificultades con las nuevas tecnolog¨ªas son mucho mayores, y mayores para los de mayor edad, pero el problema cruza de arriba abajo.
Simplificar los artefactos
En pa¨ªses como EE UU han comenzado a aparecer compa?¨ªas especializadas en simplificar la manera de usar los artefactos como si se tratara de talleres artesanos que modificaran los coches o como talleres de consulting en los que se traduce el lenguaje de la invenci¨®n. La firma Cooper, en Palo Alto (California), no se empe?a m¨¢s que en deshacer los enredos de los ingenieros, que no son pocos. La Nikon Coolpix 885, una c¨¢mara digital, se expende ahora acompa?ada de un libro de instrucciones con 205 p¨¢ginas para gobernar sus cerca de 200 funciones. ?Es preciso esta doble centena de prestaciones para incrementar el deseo de posesi¨®n?
Coches que no usan la mitad de las dotaciones electr¨®nicas de la pantalla; hornos inmanejables en su combinaci¨®n de temperatura, humedad y ritmo de cocci¨®n; frigor¨ªficos de conexiones con otros lugares, y aparatos que caen frecuentemente averiados; instalaciones dom¨®ticas para combinar ambiente del cuarto de ba?o con los servicios de agua caliente, que enloquecen para operar al rev¨¦s; ordenadores que se confunden en la mara?a de tareas depositadas en su interior.
Los analistas de la revista Muy interesante, grandes amantes de la tecnolog¨ªa de ficci¨®n, han sido los primeros en alertar sobre el tecnoestr¨¦s, una enfermedad que crece en el desarrollo de nuestra relaci¨®n con las m¨¢quinas y que acu?¨®, hace a?os, el psicoterapeuta Craig Bord. El mal se define como 'la enfermedad causada por la incapacidad para enfrentarse a las m¨¢quinas de un modo psicol¨®gico saludable'. Otro investigador, Richard Hudiburg, profesor de psicolog¨ªa de la Universidad del Norte de Alabama, ha establecido una lista de cuestiones estresantes en la que puede reconocerse casi cualquiera. Estresante es, en primer lugar, verse incapaz de desenvolverse con una nueva tecnolog¨ªa. Estresante es, en segundo lugar, no poder recabar la ayuda necesaria cuando el problema estalla. Finalmente, en tercer y cuarto lugar, es estresante no entender el libro de instrucciones y sufrir la presi¨®n de tener que adquirir conocimientos sin cesar.
?No ser¨¢ posible alcanzar un punto en el que disfrutar pl¨¢cidamente de lo conocido? En Jap¨®n, la compa?¨ªa Teac ha lanzado una l¨ªnea de sistemas estereof¨®nicos bautizada como Nostalgia que los norteamericanos comparan con la vindicaci¨®n retro que en el autom¨®vil ha introducido Chrysler con el PT Cruisier. La Teac fabrica radios de dise?o antiguo con sus curvas y masas redondas de los a?os treinta o con sus parrillas cromadas de los cincuenta. Con ello no solamente sirve tradici¨®n domesticada, sino que tambi¨¦n proporciona una forma de manipulaci¨®n anal¨®gica con la distancia comprensible entre estaciones. De la misma manera que los relojes digitales han ca¨ªdo dentro del mercado personal y s¨®lo los instalan los Ayuntamientos, las radios anal¨®gicas -como los relojes anal¨®gicos- han procurado cierta calma moral.
?La suficiente? Claro que no. Los ordenadores se cuelgan demasiado y hablan como para s¨ª mismos aludiendo a 'error de tipo 1.387'. Los televisores se desintonizan sin que hayamos intervenido, el ordenador a bordo de los coches requiere una extrema concentraci¨®n. Las m¨¢quinas parecen hechas para entenderse con otras m¨¢quinas, y no con el sentido com¨²n.
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