El Valencia hace del lunes una fiesta
La ciudad se vuelca de forma masiva en la celebraci¨®n del campeonato de Liga del equipo de Mestalla
No es normal que llueva a c¨¢ntaros en Valencia ni que la ciudad celebre un t¨ªtulo de Liga de su principal equipo de f¨²tbol. Los dos acontecimientos son raros y bastante improbables. Sin embargo, ayer ocurri¨® todo eso, con la misma intensidad y de forma simult¨¢nea. Y casi sin confiar en ello. Puede que ambos extremos fueran necesarios, pero la consecuci¨®n del campeonato de Liga, tras 31 a?os de sequ¨ªa deportiva y dos pinchazos seguidos en el ¨²ltimo tramo de la Champions Ligue, se percib¨ªa como una exigencia mucho m¨¢s prioritaria, incluso inexorable. Y as¨ª parece que qued¨® demostrado en todos los actos masivos que acompa?aron a la expedici¨®n del Valencia en su regreso de M¨¢laga, donde el equipo culmin¨® una haza?a futbol¨ªstica, se quiera o no, de grandes repercusiones civiles.
De repente, lo que se planteaba como un tortuoso lunes tras la cuesta vacacional del Primero de Mayo se convirti¨® en un d¨ªa de fiesta que traspas¨®, como la lluvia, todos los ¨¢mbitos y niveles de la ciudad. Pero tambi¨¦n alter¨® las agendas y trastoc¨® la mayor¨ªa de planes de gran parte de los ciudadanos de la Comunidad Valenciana, donde el equipo, gracias a sus ¨¦xitos, cada vez es m¨¢s sentido como su referente con mayor capacidad de movilizaci¨®n. Desde la Generalitat al Arzobispado, pasando por los partidos pol¨ªticos, las organizaciones, los comercios, las universidades, los colegios, los talleres y las entidades de cualquier tipo, todos hubieron de adecuar su programa a ese acontecimiento contagioso que recorri¨® la ciudad en forma de caravana y que termin¨® con el chapuz¨®n sobre el arrozal de Mestalla de todos esos jugadores que ya forman parte de nuestra mitolog¨ªa.
Ayer Valencia, y en gran mesura la Comunidad Valenciana, qued¨® colgada de la cola del cometa y a la vez sumida en un caos de tr¨¢fico consentido por la comprensi¨®n de lo extraordinario. Fueron muchos los que llevaron la fiesta hasta la afon¨ªa y un palmo m¨¢s all¨¢ del paroxismo, aunque sin llegar al gamberrismo, y tratando de retener ese instante de gloria que, siendo s¨®lo deportiva, a menudo crea interacciones entre las ciudades y sus asuntos, intercambia flujos, cabreos y euforias. Y es posible que esa fiesta, de alg¨²n modo, se prolongue durante varias jornadas, hasta el pr¨®ximo s¨¢bado, cuando el Betis le haga el pasillo de campe¨®n al Valencia y reciba la copa que acredita su esfuerzo, que tanto nos ata?e.
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