Mestalla enloquece bajo la lluvia
M¨¢s de 30.000 aficionados celebraron en el estadio la Liga del Valencia pese al intenso aguacero
Un equipo campe¨®n se convierte en un bocado muy apetitoso para los partidos pol¨ªticos por su proyecci¨®n sobre la sociedad. De hecho, ayer unos y otros, el PP y el PSPV, trataron de vincularse a ese ¨¦xito deportivo, que llen¨® la ciudad desde las primeras celebraciones en la Bas¨ªlica de la Virgen hasta el fin de fiesta en la plaza del Ayuntamiento y en el estadio de Mestalla. Si el domingo fue el secretario de los socialistas valencianos, Joan Ignasi Pla, quien estuvo junto al equipo en M¨¢laga, en calidad de hincha, pero tambi¨¦n de candidato, ayer lunes fue el l¨ªder de los populares valencianos y presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, quien compareci¨® con la bufanda del Valencia en una recepci¨®n que se convirti¨® en un acto con los principales cargos del partido. Es otro s¨ªntoma del gran poder de este Valencia, una relevancia social que estall¨® ayer por toda la ciudad a pesar de las malas condiciones meteorol¨®gicas. No import¨®, porque la lluvia no pudo detener unas celebraciones para las que la ciudad hab¨ªa esperado mucho tiempo, tras las dos finales perdidas de la Liga de Campeones.
Pasaban pocos minutos de las ocho de la tarde cuando las calles de Valencia se quedaron casi vac¨ªas. Primero a causa de la intensa lluvia que cay¨® sobre la ciudad, y segundo porque buena parte de la hinchada que durante todo el d¨ªa hab¨ªa acompa?ado al Valencia se traslad¨® a Mestalla para el fin de fiesta. El ambiente all¨ª fue ciertamente espectacular, la prueba definitiva de que el club tiene en su afici¨®n el mejor de sus patrimonios. M¨¢s de 30.000 seguidores llenaron de color las gradas de Mestalla bajo el aguacero. Contra la lluvia y el viento, el estadio valencianista vivi¨® su d¨ªa m¨¢s grande. Nada detuvo a la afici¨®n, que se empap¨®, se cal¨® hasta los huesos y pas¨® fr¨ªo, pero que estuvo al lado de su equipo el d¨ªa que celebraba un t¨ªtulo hist¨®rico, la primera Liga desde 1971. La aventura record¨® a aquella final de la Copa del Rey en el Bernab¨¦u ante el Deportivo, otro s¨ªmbolo del tir¨®n del f¨²tbol y la pasi¨®n de los aficionados.
Las sirenas de la polic¨ªa anunciaron la llegada al estadio de los futbolistas sobre el autob¨²s descapotable, empapados por la lluvia pero borrachos de alegr¨ªa y ondeando banderas y bufandas. La lluvia se endureci¨®, azot¨® con m¨¢s fuerza las gradas. Nadie se mov¨ªa. Dentro del estadio, los aficionados intentaban saltar los barrotes de seguridad para acceder a las localidades a resguardo, que se llenaron enseguida. La multitud hormigueaba en un continuo ir y venir por las escaleras y pasillos de Mestalla, en busca del mejor sitio. Nadie se quer¨ªa perder la fiesta. La grada se entreten¨ªa haciendo la ola o bailando al ritmo de las canciones de Operaci¨®n Triunfo.
Hasta que llegaron los jugadores y se desat¨® la locura en Mestalla. Uno a uno fueron saliendo al c¨ªrculo central, vitoreados por la grada, oculta entre los paraguas y las banderas. Pellegrino fue el primero en saltar al campo. El argentino perdi¨® su habitual formalidad y comenz¨® a dar saltos de alegr¨ªa, Ca?izares sali¨® con la camisa por fuera, Salva agitando al aire su chaqueta, Kily con una bandera al viento... Si grande era la euforia sobre el c¨¦sped, la imagen en las gradas fue inolvidable: miles de aficionados calados, con el rostro y la ropa empapados, gritando el '?campeones, campeones!'.
S¨®lo un momento desluci¨® la fiesta. Desde el c¨®rner a la izquierda de tribuna, un centenar de seguidores accedi¨® al terreno de juego y rode¨® a los futbolistas, sorprendidos por la escena y por la pasividad de las fuerzas de seguridad. Incluso un seguidor encendi¨® una bengala. La invasi¨®n se disolvi¨® de la misma forma que se hab¨ªa formado, y dio paso al colof¨®n de las celebraciones. Los jugadores dieron dos vueltas de honor al estadio, desatando a¨²n m¨¢s la pasi¨®n de los seguidores a su paso. Tambi¨¦n muchos se tiraron en plancha sobre el inundado c¨¦sped de Mestalla, convertido en una piscina.
Mientras el himno de Valencia sonaba por la megafon¨ªa de Mestalla, el nublado cielo se colore¨® con los fuegos artificiales y miles de globos, punto y final a un d¨ªa inolvidable, a pesar de la lluvia.
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